Mirada de vaca

En algún momento de los recorridos por el corazón de Colombia, me sorprendió ver una vaca muy comodona.

Estaba muerta, y no pude evitar acercarme a observarla. El silencio se hizo mientras la miraba a los ojos, había algo de expresión en ellos… y sentí como un torrente de pensamientos me inundaba la mente. Me dí cuenta de que mi cara era de dolor, y de que sentía algo raro.

Sentí la presencia de la muerte, y como yo estaba tan vivo, escapé.

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Perdemos la juventud

Perdemos la juventud el día que dejamos de ser ácratas; el día que
comenzamos a comprender y a disculpar al sistema.

Perdemos la juventud el día que dejamos de soñar con el paraíso en la
tierra, un paraíso para todos; el día que empezamos a llamar con
desprecio utópicos a los que siguen soñando; el día que se nos
despierta el sentido práctico y entramos en el juego y aceptamos las
reglas.

Perdemos la juventud el día que nos levantamos dispuestos a vendernos
al mejor postor y al mejor impostor; el día que nos doblamos a la
sinrazón de la fuerza y del chantaje.

Perdemos la juventud el día que admitimos que todo y todos tenemos un
precio; el día que estemos dispuestos a vender cualquier cosa, si no
por un plato de lentejas, por unos kilos de papel.`

Perdemos la juventud el día que aceptamos al ganador y no damos un
duro por una causa perdida.

Perdemos la juventud el día que aceptemos que esto es lo que hay, que
siempre ha sido así y que no se puede hacer nada para cambiarlo.

Perdemos la juventud el día que nos miramos a un espejo y no se nos
cae la cara de vergüenza porque hemos perdido la vergüenza.

Perdemos la juventud el día que miramos alrededor y sólo vemos lo que puede verse; el día que alargamos la mano y sólo tocamos lo que puede
tocarse.

Perdemos la juventud el día que el mundo deja definitivamente de ser mágico.

Jesús Quintero (el Loco de la Colina)

El sin saber

Antti, original de Estonia.

En una conversación metafísica decidimos que es curioso en lo que nos estamos convirtiendo, cómo los avances tecnológicos cambian terriblemente nuestra forma de vida, si no será mejor para la tranquilidad y felicidad de ciertas personas, o más inteligente, si esas personas deciden cerrarse a entrar en esos avances vertiginosos y aferrarse a las cosas simples y antiguas, por la ansiedad que pudiera causarles el querer y no poder mantenerse al día.

De cualquier manera, concluímos que es positivo que el hombre tenga esa curiosidad innata, aunque nos cueste tantos quebraderos de cabeza a nosotros y tanta contaminación a nuestro planeta. Parece ser parte del plan. Si no, ¿sería aburrida nuestra existencia? ¿Demasiado contemplativa y sin progreso? ¿Con una menor calidad de vida?

Lo que es cierto es que la tecnología nos aparta del ahora, de disfrutar de los momentos, de hacer cosas más humanas. He experimentado el aislamiento tecnológico y mi presente, y puedo decir que las personas que practican esto brillan por sí solas, parecen sabias, están conscientes pues no pierden tiempo o atención presencial pensando en el futuro o el pasado, viéndose a sí mismas reflejadas en el lago de internet ó chateando berreas y marujadas.

Esto crea un enfrentamiento y un interrogante para mí (mientras escribo en un moderno ordenador), sobre si donde estamos ó estábamos hace poco es mejor, o si hacia dónde vamos es simplemente peor desde un punto de vista moral.

Y sin embargo el no tener ni puta idea de a dónde vamos, de lo que va a pasar, y de si mañana será mejor ó peor humanísticamente, es precisamente la clave de la vida. La ignorancia del futuro. El seguir simplemente adelante cada día para ver qué pasa. La vida, de cualquier otra manera, sería completamente aburrida, sería un desastre si yo supiese dónde voy a acabar ó cómo. La ignorancia es parte del plan; La sal de la vida es el desconocimiento y la ignorancia, fíjese. Y si es tan bueno no saber,
¿realmente queremos saber o descubrir tanto?

***** *****

Antti y yo nos sonreímos como viajeros porque viajar de esta manera es exactamente como la vida: no saber dónde se va a estar mañana o el mes que viene, ir descubriendo con ignorancia cómo resultan las cosas, aprenderlo cuando ha pasado; el no saber es libertad, y el no saber viajando nos retribuye más libertad aún, a Antti, y a mí, a todos.

Dejar ir

La naturaleza, todo, está en estado de cambio
aunque todo parezca sólido.
Cada segundo, todo es diferente,
aunque nuestro ojo no se entere.

Fluir con la vida en su río.
No agarrarse a las ramas de las orillas,
a las cosas no cambiantes,
a lo que desaparece o se queda atrás,
no querer que algo permanezca,
porque todo cambia y lo inteligente es cambiar con todo,
y no sufrir por las cosas que se dejan o quedan atrás.

Tratar de asirse al ‘cómo era’ crea decepción y sufrimiento.
El pasado duele, pues jamás regresa.
Tratar de asirse a planes y proyectos crea decepción y sufrimiento.
El futuro duele, pues rara vez ocurre según lo imaginado.

Si intimo con la incertidumbre que queda,
brota la libertad.

Estar simplemente centrado en el presente, cambiante,
significa estar despierto,
y estar despierto,
vivir.

La vida es sueño

La naturaleza,
un lugar,
o la vida misma,

se pone tan guapa,
tan extremadamente bella
y es tan perfecta a veces,

que sólo puede ser un sueño,
tiene que ser un sueño.

Pero un sueño largo y único,
único simplemente porque es el mejor,
porque es esta vida.

Dani – luna llena de Enero 2014 –

El Quijote con 33

He aquí el suceso de que, apartándose de la mundanal vida que le arrastraba y traíale más de un quebradero de cabeza, un jóven muchacho se encuentra con el momento de conocer, y no poco, al señor de Cervantes, y dedicarle así, de su tiempo, no menos de una quinta parte, pues a gran regocijo se encomienda el muchacho y cualquier persona que así decida leer las escrituras que relatan las tan bien conocidas como disparatadas aventuras de Don Quijote.

Es tal el regocijo del que disfrutan aquellos que leyeren tales escritos, que a bien tiene uno a la persona de Cervantes, y no sólo tal, que si uno tuviese la improbable ocasión de empinar unas jarras de cerveza junto al escritor, si fuese menester, con gran soltura podría decirse que las conversaciones de allí salientes no tendrían desperdicio alguno, pues aquel que dude del sentido del humor de este imborrable e imaginario narrador, después de acometer con cualquier historia del hidalgo, y más aún de las desventuras de su escudero, bien cegados tiene los ojos y mejor aún el espíritu.

Diome la visión, en leyendo, del tamaño gusto que me daba de ser hispanohablante, pues el incomparable castellano antiguo del que hizo uso con gran maestría don Miguel, le pone más artes a la historia pero más risa al que leyere, quedando toda traducción un tanto lejana del original. Si bien, la historia no cesará jamás de provocar la risa en el mundo entero y en lenguas lejanas, así como provoca más de una carcajada en mi persona, allá donde me hallare, al alba y también en la tranquila noche estrellada.
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Llegar a Granada

2 Diciembre 2013

A Granada he llegado después de un día de autostop largo, cansado, ya de noche, aunque veía volcanes ya en el atardecer.

La única gracia de llegar a una ciudad grande en este momento se reduce a que ahora paso desapercibido en mis andanzas. Hay más como yo, ya no soy la gracia del día, maravilla. Pero he vuelto a la ruta pisada, con su inglés en el hostal, sus gringos, sus precios más altos…

Total, que me siento a cenar en una terraza bien merecida en un lugar que, después de las cuatro vueltas de rigor, decido es el mejor por precio barato y situación agradable. Con birra.

Tardan un pelín, y justo cuando me ponen el plato, aparece John. Un negro gracioso, sin una pierna, con muletas, que si le doy un cigarro, SI, aunque me quedan dos, rollete where are you from, bueno, que si me importa que se siente, SI, disculpa, pero quiero cenar, bueno pues se va, hala, con Dios.

2 minutos. Aparece un hombre con guitarra, que parece que va a tocar, que qué le tocamos hoy, quieto, que me apetecía estar un rato tranquilo que vengo de lejos, cansado, cenar bien, pues el rollete de que si la mujer le ha echado, una hija pequeña, porfa no te sientes, se sienta igual, al final hasta majo, quedamos para pescar al dia siguiente.

5 minutos, aparece un perro sin la pata delantera derecha, sucio, se sienta guardando dos metros de distancia y respeto, a mi lado, y NO ME QUITA LA MIRADA hasta que acabo de cenar, especialmente cuando me llevo algo a la boca. No dice nada. Ojos negros con penita.

A quién de los tres le darían algo?

Yo también. Acabé averiguando que se llamaba Tarzán y estaba todos los días a esa hora por allí, y le llevaba cada noche los restos de mi pollo callejero. No era el único que lo hacía!