El jóven y el bosque

(continúa)

Al cabo de una hora de tener aquella revelación, estaba perdido. Acababa de leer un libro de Hemingway, ‘El viejo y el mar’, que habla de la superación y la paciencia de una persona noble en el mar. Es de esas coincidencias que no pueden ser casualidades y parecen haber requerido una intervención. Tardé 3 días en salir -sin agua ni comida- y las montañas me hicieron ver la desesperación provocada por el cansancio, la sed y el hambre. Como el viejo.

Yo no tuve su paciencia y perdí el norte varias veces, me destrocé el cuerpo y la piel, me arriesgué mucho y aprendí más. Me topé con precipicios que me hacían volver sobre mis pasos de las últimas ocho horas, avanzando pocos pasos en horas por la dificultad del terreno. A veces estaba en pendientes tan empinadas y rocosas que todo lo que agarraba, por la humedad de la selva, se desmoronaba y caía de nuevo perdiendo las fuerzas y una hora de tiempo. Volvía a encontrarme con un barranco, y casi lloraba de la desesperación. Estaba empapado en lluvia y sudor, me rompí dos uñas tratando de asirme, mis espinillas estaban sangrando por chocar con rocas, las nubes tapaban cualquier orientación solar o estrellada para mantener un rumbo. Cuando bajaba durante horas a zonas de quebrada buscando agua, no había ni rastro. Atravesé zonas de pinchos que me desgarraron, perdí partes de la mochila que se enganchaba contínuamente en las lianas sobre mi cabeza y que no me dejaban ni espacio para cortarlas con el machete pequeño que siempre llevo. Mis nudillos sangraban por chocar con ellas sin espacio. Cuando la noche llegaba, intentaba montar mi toldo de plástico sobre mi hamaca-red entre las ramas para no mojarme, pero me despertaba en la noche empapado en mi saco y me rendía una y otra vez, implorando y soñando con el último momento feliz que tenía en la cabeza: aquella catarata y su revelación. Llené mi cantimplora con el flujo del toldo y al menos bebí unos tragos seguidos.

Una vez ví las estrellas entre las ramas y pude llenarme de esperanza. Como el viejo en el mar. Sigue leyendo

Ser tú

Septiembre 2014

Fue en la cueva y catarata del sol naciente, dentro del parque nacional de Tingo María, antes de perderme la única vez que me he perdido de verdad y sin querer en este viaje, que tuve una revelación.

Intenté meditar un poco después de bañarme, y el pensamiento vino así de golpe como un chasquido. Estaba muy claro, pero ahora solo recuerdo que pensaba que buscar ser alguien en todo momento es estúpido. Siempre lo hacemos. Imitar, ver caracteres que nos gustan en otras personas. Es imposible ser otra persona y punto. Solo podemos ser nosotros mismos, pero es que de hecho esa es la magia de la vida, uno de los secretos, o más bien un gran misterio de la vida que disfrutar: dedicarnos a explorar a la única persona que podemos descubrir sin secretos, a la única persona que está abierta y disponible para entender en el camino propio del entendimiento, y ser esa persona. Nosotros mismos. La única persona incógnita y con interrogante del mundo, que está abierta y disponible.

Las demás personas están cerradas, lejanas, secretas, bloqueadas: no podemos entrar en ellas!

Sé tu mismo y nadie más: los demás ya están pillados.

Debemos dejarnos ser y descubrir. Sorprendernos con nosotros mismos en el presente, cada día, siempre. Así que decidí sonreír y flipar conmigo mismo y mis sorpresas para siempre, y seguí caminando.

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(Continúa)

Olhando minha raça

01 julio 2014 – Ponta Negra, Brasil

Uma das coisas que eu gosto de fazer nesta vida, é olhar pra os humanos como si estivesse olhando pra uma raza determinada: cãos, macacos…

É assim que eu consego apreciar mais à minha espécie.

* * *

Acordei uma hora atrás, na minha rede, na casa branca de Ponta Negra. O sol já pega forte e, além das onas do mar, escuto às crianças jogar de novo futebol, desde primeiras horas da manhã.

É uma das coisas que fazem-me torcer pra Brasil na copa, depois da eliminação da Españha:
Todos os povos, até o mais pequenino, tem umas través na praia, no río, junto da casa, é igual:
sempre estão preparados pra jogar futebol.

É no sangue dos brasileiros: Brasil é o país do futebol.

Sentado na minha cadeira, posso olhar, através de um buraquinho na floresta, através das ramas dos árvores, como espiando-os,
aos pequenos humanos jogando futebol.

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Amigo de la luna

Muy reflexivo, melancólico y dudoso estaba en mis días posteriores al Arco Iris del Amazonas, con pensamientos de volver y continuar al mismo tiempo.

Sin embargo, en las simples calles de Nauta encontré mi motivación y mi bienestar interior, paseando despacio y observando, leyendo y saludando a los niños y hombres, cruzando puentes de madera y buscando puesta de sol. Un día era especial y estaba bien conectado, algo iluminado diría. Debía de caminar sonriendo cuando, ya oscuro, decidí sentarme en una plazuela a leer más sobre el Ahora (ese libro me alimenta).

Pero fui el centro de atención de tres lindos niños que intentaban arrancarme una pulsera y divertirse. Después de varias palabras, desvié su atención hacia la luna, a la que le faltaban unos 3 o 4 días para llenarse. Cuando les dije que mi amiga luna estaría bien redonda en 4 días, porque ella me lo decía, sus ojitos se desviaron a la derecha y sus caras se pusieron serias y pensativas.

Me fui.

A los pocos pasos, todos me alcanzaron y el más pequeñito me preguntó tímido:
-¿Tu vienes del cielo?

Me sobrecogí un poco. Cabe decir que mi parecido con Jesucristo a esas alturas ya causaba entretenimiento en las calles.

-¿Qué? ¿Que si vengo del cielo?

Sabía exactamente lo que había dicho pero quería asegurarme de que ese diálogo empezaba. A veces los niños no repiten la misma pregunta cuando se les pregunta porque creen que han dicho algo malo, así que yo la repetí. El asintió.

-Si-, dije.
-¿Y conoces a Dios?

Más sobrecogido. Ese día, después de leer, me sentía especialmente en paz conmigo mismo, con el Ser, con dios tal vez.

-Si. Y a Jesús.
-¿Y a María? -dijo la niña-.
-Si, a todos.
-¿Y cuando te vas? -dijo el niño-.
-Mañana, al alba, antes de que claree. Subiré así.

Y con un gesto raro en la cara, los brazos abiertos y un sonido vocal que les sacó una carcajada, simulé mi ascenso. Lo tuve que hacer dos veces más para su satisfacción.

Después me fui por última vez, muy enternecido, creo feliz, diciéndoles que estuvieran atentos al cielo durante el alba.

Morir antes de morir

19 oct 2014 en la puna

-No, no voy a morir físicamente, no aún, espero.

Una de las enseñanzas espirituales de este viaje es aprender a entender la impermanencia de las cosas (recuerden las enseñanzas budistas de Vipassana) y por lo tanto a aceptar nuestra propia muerte.

Estoy contento de sentir cada día que temo menos mi muerte, que ni ella ni yo somos tan importantes y que gracias al desapego a las cosas materiales e inmateriales (ambas impermanentes) uno se libera de su propia carga.

La liberación de nuestro ego es un paso fundamental. Liberarse de nuestro ego es liberarse también de nuestro apego a cosas inmateriales como una postura ideológica o una opinión, o tal vez nuestra necesidad de tener la razón.

* * *

Uno de los sufrimientos más permanentes que recuerdo antes de este viaje es la sensación de estar bien pero no estar completo. Carencia, falta de totalidad. ¿No te ha pasado nunca? Creo que todas las personas que cargan con su ego (vamos, todo el mundo) lo sufren, pero algunas o la mayoría son inconscientes. Para rellenar este hueco buscamos posesiones, éxito, reconocimiento, una pareja o gente especial, pero todo esto es impermanente. El ego quiere su educación, buena apariencia física, habilidades… pero en verdad nosotros no somos eso. Es el ego: nuestra mente y su tiempo. El tiempo, que se acaba, nos hace correr en busca de cosas materiales e impermanentes.

Conseguir renunciar a todas esas cosas es de maestros, iluminados; la mayor parte de la gente nos pasamos la vida solo intentándolo. Pero esa es la muerte de la que hablo: desnudarse de la ropa que en realidad no somos nosotros.

Decir adiós al apego, hola a la impermanencia; entender el sentido de nuestra existencia colectiva y permanente más allá de nuestras vidas terrenales. Entender que la ilusión del tiempo crea a su vez la ilusión de nuestro nacimiento y muerte, entre los cuales la mente y su ego se aprisionan con miedo y prisa, y se sienten amenazados de por «vida».

Esa muerte de la que hablo es entregarse y aceptar.

El secreto de la vida es morir antes de morir, y descubrir que no hay muerte.

Buscando el silencio perfecto

19 Oct 2014, la puna

En la colección de sonidos encuentro gran regocijo (ya se sabe). Pero dentro de este trabajo siempre he estado buscando el silencio perfecto. Cuando hablo aquí de silencio no es el silencio tal como lo imaginamos, pues ese silencio no existe.

Una vez reproduje uno de mis silencios para un amigo, y éste me preguntó que qué era aquello, con decepción. También podría crear un archivo de audio en blanco y nombrarlo silencio.wav, pero, ¿qué sentido tendría?

No, el silencio del que hablo aquí es el silencio que hay debajo de los sonidos: el silencio permite al sonido ser.

Ahí sí, el oyente empieza a mostrar interés. El silencio entre los ladridos de un perro, o el que hay cuando un coche se aleja en la carretera. Lo que quiero decir es que el silencio como tal no existe, o no es nadie sin los sonidos.

Esto añade cierta gracia a la grabación de sonidos, pues el silencio subyacente tiene tamaña importancia. Si buscan el silencio ahora mismo, se darán cuenta de que no está. Hay un coche, un reloj, un vecino o su propio corazón bombeando sangre que hincha las venas de sus tímpanos y suenan en su cabeza -evidentemente todo depende del nivel de sensibilidad de cada uno-. Estaría bien hacer un disco de silencios con el nombre de este post, y seguiría siendo un disco de sonidos.

Lo curioso es que si nos topásemos alguna vez con el silencio tal y como pensamos que es, nos caeríamos de culo, tal vez aterrados por su extrañeza. No es fácil imaginar nuestra realidad física sin el fenómeno físico del sonido, con todo lo maravilloso que es. Imaginar que el aire elástico no fuese conductor, y todo fuese mudo.

* * *

Pues creo que hay una excepción al silencio virtual que describo. Lo curioso es que ése silencio total, aún no perceptible para nosotros en la dimensión física, está y existe, así como existía antes (digo yo) de este planeta. Y ése silencio está a la vez dentro de nosotros en forma de paz, a veces podemos identificarlo en la noche cuando un perro se calla y el sueño nos invade. Otras veces se distingue como ese silencio remanente y eterno del que surgen los sonidos y al que los sonidos vuelven. Es una parte intrínseca no manifestada de todo sonido, ladrido, canto o palabras humanas.

El silencio (ése) es parte de nuestra esencia, nuestra paz y nuestro Ahora, de nuestro Ser. Cuando prestamos atención a este silencio, entre las palabras mismo, nuestra paz crece; estando en contacto con esta calma meditamos y trascendemos.

* * *

Ayer me pareció oírlo cuando bajaba de una colina de las montañas. Se paró el viento y no había nada…

Ojo a este silencio, pues es un arma importante en el a veces arduo -o quizás ruidoso- camino de nuestra vida.

34

22 Octubre 2014

El día que ponía fin a mis 33 llegó. Se acababan así los increíbles tiempos en que contestaba con un 33 cuando preguntaban mi edad.

Sin embargo la intensidad de mi vida sigue intacta, si bien reconozco que después del día que me regalaron, muy emocionado, sentí algo diferente en mi interior, un punto de inflexión, una cumbre, un cambio, un empezar a bajar de una cumbre culminada por su otro lado. Hoy es noviembre, aún me sale un 33 resorteado cuando he de hablar de mi cuenta «temporal» en este planeta. El 34 suena raro pero sabe rico.

Nací a las 05.35 am (un evidente error en el reloj del paritorio que se adelantaba dos minutos), en el Ahora de aquel momento, y cuando desperté en la puna esa hora ya estaba lejos en el pasado, pero era un miércoles soleado con mi familia punera en que Iván, sin realmente hablar de ello, me regalaba y nos regalaba a todos un día libre por mi cumpleaños. Sabía que estaría en este lugar para tan importante día. Escogí la puna. Pedí sol, sabía que era mucho pedir, todos los días por la tarde llueve en la puna. Lo que más me abrumaba era la celebración que habíamos escogido para pasar tal día: una verdadera pachamanca. Una técnica ancestral indígena para grandes banquetes y celebraciones, que consiste en hacer un verdadero horno de piedras sne el suelo y hacer fuego dentro durante horas hasta que las piedras enrojecen y pueden cocinar variados alimentos.

Desayunamos rico y con tiempo en mantas sobre la paja amarilla. Había llovido bastante y las cordilleras blancas se habían ensanchado con nuevos picos nevados. Colocamos ingredientes de pachamanca al sol sobre una manta más: papa, camote, choclo, yuca, banana, maduro, frijoles, papa dulce… Nos sentamos, tomamos té y frutas, sentí el placer de no hacer nada sobre aquella manta mientras la gente hacía cosas por mí, lo dejé pasar hasta que mi conciencia me nombró el abuso, quise ayudar, la niña Wayra me contó en secreto que alguien hacía un pastel en la cocina, no pude entrar, volví a mi manta, sentí el sol, sonó la flauta de Iván, los niños se tiraron sobre mí, se nubló.

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Antiguinhos

30 junio 14

Hoy me he despertado en Antiguinhos, la hermana pequeña de Antigos.

Era una de esas mañanas nubladas preciosas que sólo dan ganas de pasear por la orilla, y que ponen el mar con un azul limpio, puro.

Es una playa tan pequeña, que anoche temía por la marea, no me dejaba margen. También por la lluvia. Sin embargo, la marea tan sólo borró todas las huellas e imperfecciones de la arena, dejándolo todo virgen, una vez más, para mí, para mis primeras pisadas. Además dejaba la playa bien grande al bajar, con otra estética nueva. Había un barco de vela en el medio del horizonte, bastante bucólico.

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Mi única compañía en la playa era una garza blanca a la que fui a saludar temprano, muy despacio, hasta el límite en que mostró signos de incomodidad. Ella pescaba en las rocas.

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También hay un río con agua fresca del que bebo. Bueno, y otro montón de perfecciones e inteligencias naturales indescriptibles que harán de hoy otro día desbanalizado, con total seguridad.
O quizás debería decir piterpanizado.

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