Volver a Cuba

Para volver a Cuba, solo es necesario escuchar uno de sus sonidos. Un viajecito al pasado, si se me permite. Podría escribir doscientas entradas aún hoy sobre Cuba y las fotos y sonidos que tengo de ella.

Acabo de encontrarme con éste, que es mi favorito.

Santiago y el caribeño (click)

Un sonido que representa uno de mis mejores momentos en Cuba, cuando deambulaba por las calles de Santiago durante el festival Caribeño, menudo ambiente.

Me llamó la atención el sonido de una máquina de escribir muy antigua y una mujer que escribía con cuidado junto a una ventana en la que me coloqué sin ser visto.

Después camino un poco y chás! la espontaneidad, una mujer canturrea mientras se cruza conmigo, y chhásss! me encuentro con unos tipos de los que tocaban en la calle y que me interpretaron uno de mis preferidos, así por coincidencia: Candela.

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Cambian la letra y la adaptan para mí (este señol… está grabando), y les prometí que les pondría en internet… Uno de ellos era espectacular con el saxo, guitarra, el tres y voz.

Un buen paisaje sonoro de Cuba.

Otro viaje por Santiago es cuando entonces… bailé salsa!

Trotando la sierra maestra

Una expedición a caballo por la Sierra Maestra, antes de dejar Cuba, en una granja de un cubano encantador que me permite estar una noche en sus tierras.

Juan, español afincado en Santiago, me dio el contacto y se vino a la excursión con un guajiro y yo. El guajiro se subio a pies a un coco y tiró un par para abrirlos y meter un poco de ron y animarnos la mañana, sin que se enterase el jefe!

Después del desembarco del Granma, los 80 hombres que comenzaron la revolución cubana se escondieron en estas montañas buscando aliados entre los campesinos. Es emocionante, tras la impresión que me ha causado la revolución aprendida de cerca y de testimonios locales, imaginarme a aquellos bravos hombres avanzando por estos arbustos… Tras unas horas y con el culo rojito volvemos a la granja a relajarnos y ponernos un chupito, toma ya.

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Yo me preparo a abandonar un país que puede ser único o tal vez es el inicio de yomelargo, pero estará en el tope de la lista por siempre.

Empieza Jamaica.

Y entonces… bailé salsa!!!

Junio 2013, Santiago de Cuba

Llegar a Santiago de Cuba con el festival caribeño.

Las calles llenas de músicos, el talento de esa gente no es concebible hasta que se llega a Santiago en el caribeño!

Carnavales por las calles, bares oscuros llenos de gente bailando al son cubano, la salsa, la trova, antiguos instrumentos en las calles, negros deliciosos sonriendo hipnotizados por su propia música, con la mirada perdida.

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Chofél, espesial

espesial y chofér

A partir de ahora, las palabras espesial y chofér no tendran el mismo significado para mi.
Aquí usan especial como nosotros ‘muy bueno’, alta calidad, ejemplo:

¿Como estaba la cena?
Especial.

¿Te gustan mis zapatos?
Especial.

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Y si hay algo que me llama la atención es el uso de la palabra chofér. Se usa contínuamente en mis meneos de transporte público porque todo ser humano con algo parecido a un volante en la mano es un chofér. El de la guagua, el del camión, el del almendrón y el del taxi. ‘Usté hable con el chofél, miamol’. Es curioso porque en su jerga común convierten muchas palabras en llanas, y ésta, que es llana como ella sóla, la dicen exageradamente aguda. El verdadero cubano hablado por gente de barrio es una retaíla de sonidos vocales que aspiran casi todas las consonantes a su paso. Hasta a veces un cubano me habla en un castellano decente pero cuando le pregunta a su mujer algo (o a otro cubano), se gira y le suelta, por ejemplo, un ‘acuásáelauáeeueitamaniá’ (cuándo sale la guagua (el bus) de Nuevita mañana). Incluso yo tardo en descifrar semejante expulsión de sonido en la que los labios rara vez se juntan. Así que, pobres de aquellos yumas que no conocen el castellano como yo. (yuma es ‘guiri’).

He intentado grabar estos movimientos rápidos de lengua que hacen mientras dejan pasar aire a través de ella, pero no ha sido fácil.

Pero lo llevo conmigo.

El tren de Camagüey

Camino y camino por Camagüey, buscando esas fantásticas estampas cubanas que no se me van a olvidar nunca.

Hasta una vía de tren, encuentro. La vía obsoleta apenas se mantiene derecha, y niños y perros juegan sobre ella. Me pregunto si podrá sostener un tren, permitir su paso.

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Caminando sobre ella, llego a la estación, que como tantas cosas, se cae a cachos, pero muestra altiva su fase de plenitud, pasada, del pasado.

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En la vía misma de la estación me parece oír un ruido fuerte, y de pronto, el paso a nivel se mueve. Uno de esos antiguos trenes cubanos con tanta gente se aproxima en la distancia y me preparo para grabarlo en el cruce.

Las barras bajan, la campanilla suena, el trafico se detiene y el tren pasa. Se mueve desesperantemente lento, y veo como su interior no es precisamente cómodo. Es muy viejo, y algún local no me recomienda usarlo, pues me podrían robar.

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Después, el tráfico se reanuda y la paz vuelve, a lo que paro mi grabadora y reanudo mi camino.

El partidito de confe

España – Italia, confederaciones

Hoy he visto el final de este partido en una terracita de Camagüey después de correr por las calles como si me persiguieran las sombras de la película de Ghost, agarrando a la gente del brazo y suplicándoles que me indicaran dónde podía ver el partido. Llevaba un rato en shock porque en todos los lugares me decían estupideces como «no funciona el mando» ó «la encargada no nos permite ponerlo (en un bar vacío) porque hay problemas».

La tele era pequeña, con bolitas de interferencias analógicas y al final de la segunda parte se fue la señal. Después de dar un puñetazo en la barra y ver que los demás no hacían nada, me enteré de que era normal y de que no era del bar sino de todo el país, que la señal a veces se «tumba». Que sólo se podía esperar. Mi cara era un poema y mi ojos estaban muy abiertos de ira mientras sorbía mi refresco con impotencia.

Pero mereció la pena. El menda que tenía a mi izquierda tenia unos 45 años, hablaba cubano rápido (así llamo yo al cubano cerrado en el que no pronuncian las consonantes y todo es una hilera de canto vocal) e iba por Italia. A mi derecha un señor de unos 80 años, tuerto de un ojo, cachondísimo, sucio de dormir en la calle y con ese cubano de abuelo gracioso, que iba por España.

Ninguno tenía desperdicio. Como dos chavales de 10 años, picándose uno a otro por el partido, diciéndose cosas inmaduras pero graciosísimas. Al final el joven callado e irritado miraba la pantalla mientras el viejo se metía con los italianos dicendo que estaban todos viejos con diversas ironías (cuando les daban calambres, se veían cansados, el viejo portero, etc) y dándome codazos y guiñándome el ojo tuerto para que viera cómo al jóven le salían rayos y centellas de la coronilla y de su silencio.

No pude por menos que inmortalizar el momento grabando en sus caras pero sin que se enteraran y haciéndoles la foto que véis.

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Yo, descojonado. Y con el último penalti, más.

Avanzando

26 de junio de 2013 – 10:00 am – Camagüey, Cuba

Mi calvicie avanza lentamente, de la misma manera que yo por el mundo.
Un pelo acabado en espiral cae lentamente sobre el platito de café. Lo miro con cara de pucherito. Cada vez son más largos.

Pero al menos no caen sobre el teclado del ordenador de la oficina.

Pensando en la coope

26 junio 2013

Ahorita mismo llevo como 6 horas esperando en un cruce de carretera por donde pasa una guagua que me lleva a la costa norte de Cuba, y me quedan otras tres horas de espera más nosécuántas de viaje. Los días se van así, viajando de esta manera, con el pueblo. Podría viajar en buses turísticos más caros (pero aún baratos) y prefiero meterme en camiones o ir a un cruce como éste, donde el «amarillo» me organiza una salida por pocos pesos nacionales, ó puedo hacer dedo.

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Estoy en un bar -la cooperativa- donde he comido por unos céntimos y me he quedado con su permiso a escribir, para aguantar la espera. Se sienta una señora campesina y me cuenta que es revolucionaria y unas cuantas cosas interesantes que acepta decir frente a mi grabadora, como testimonios, como ntrevistada. Después se sienta un chaval de unos 15 años super estiloso y espabilado y me quiere contar como acaba de conocer a una moza que esta ahí desde que yo llegué tambien, y cómo se la liga y le dice cosillas románticas. Un crack.

La campesina

El muchacho ligón

En las dos conversaciones, los dos hablan bajito, como en secreto, como si alguien pudiera oírles y delatarles, siempre hay esa sensación de desconfianza entre cubanos, es tal vez otro estigma del comunismo.
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