Dejar ir

La naturaleza, todo, está en estado de cambio
aunque todo parezca sólido.
Cada segundo, todo es diferente,
aunque nuestro ojo no se entere.

Fluir con la vida en su río.
No agarrarse a las ramas de las orillas,
a las cosas no cambiantes,
a lo que desaparece o se queda atrás,
no querer que algo permanezca,
porque todo cambia y lo inteligente es cambiar con todo,
y no sufrir por las cosas que se dejan o quedan atrás.

Tratar de asirse al ‘cómo era’ crea decepción y sufrimiento.
El pasado duele, pues jamás regresa.
Tratar de asirse a planes y proyectos crea decepción y sufrimiento.
El futuro duele, pues rara vez ocurre según lo imaginado.

Si intimo con la incertidumbre que queda,
brota la libertad.

Estar simplemente centrado en el presente, cambiante,
significa estar despierto,
y estar despierto,
vivir.

7 comentarios en “Dejar ir

  1. Las esfinges de la Historia Interminable no te fulminarán con sus miradas cuando atravieses su umbral, después de haber recorrido un largo camino plagado de peligros y piósines. Al acercarte a ellas procederán al escaneado de tu ser para llegar al resultado analítico de «actualizado correctamente».

    Bieeeeeeeeeeeeeeen :)

    Muy sabias palabras las tuyas. Me ha gustado mucho este post. Muy muy heraclíteo.

    Quizás para compensar el desgarro que supone esa constatación puedes beber de Parménides (así, como menú del día, en Wikipedia). Por aquello de que el motor del cambio funciona con lucha de contrarios o armonía, según el cristal con que se mire, o ambos a la vez, si se mira sin cristal.

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