Salvador de Bahía en 30 fotos

23 Mayo 2014

Brasil es grande. Pero mucho. Tanto como un continente.

Quisiera llegar a Río para la copa del mundo. Después de desembocar en el Atlántico con el Amazonas, me enfrento a un descenso por la costa brasileña hasta Salvador de Bahía.

Una de las ciudades que más interés me despertaban, no me dejó indiferente. Vivía en una casa, por couchsurfing, de un jóven policía encantador que hasta me dejaba cosas para desayunar. Era en una favela lejísimos del centro y cada día me tomaba una hora y media llegar a pasear, y espiar la belleza brasileña de una ciudad que está llena de negros y mulatos de origen africano y que le dan toda la fuerza de su increíble raza, tradición y costumbres. El Brasil africano: la ciudad con mayor población negra del mundo fuera de África, el 80%.
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El mundo sin carreteras

0X Septiembre 2014

Estoy en el último barco, presumiblemente, que me transporta durante varios días por este mundo sin carreteras. Voy a llegar a Yurimaguas, en el Perú. Han sido, en total, meses de agua y selva. Un mundo en el que todo, absolutamente todo, es agua: el Amazonas no es sólo el río; es su cuenca. Lo he visto crecido y sus aguas inundan mucho más allá de las orillas que vemos, kilómetros y kilómetros de llanuras, lagos y bosque inundado. Mágicos bosques con vida por encima y por debajo del agua.

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3 días de camino

Final de abril 2014

Mi guía se había emborrachado la noche antes de nuestra salida prevista, que era a las 7am. Lo admitió como un hombre y le perdoné al instante, aún sabiendo que, en ése día al menos, iría el más por detrás de mí que yo de él.

Unas motos nos acercaron a Paraitepui, punto de salida donde acaban las carreteras. Allí conseguimos una cocina de gasolina, y repartimos la carga mientras esperábamos a que parase de llover. Recuerdo vegetales, arroz, alguna lata, huevos, pan, sandwiches, café, avena, azúcar y sal, dos pollos congelados y sobres de refresco instantáneo. Una tienda de campaña y ropa envuelta en plástico por si el desastre: sin ropa seca las noches allí serían imposibles. Sin más, empezamos a caminar en silencio. Nos esperaban tres días de caminar sin parar, el tercero el más abrupto, por la pared del tepuy: un ascenso total de unos 1800 metros en 25 kilómetros, hasta los 2723m del Roraima. El punto más alto de todo Canaima.

Como la ruta estaba bien definida, pude caminar a mi ritmo sin problemas, fue una jornada bastante plana y sencilla, motivada por espontáneos acercamientos o cambios de ángulo a Roraima y su tepuy hermano, el Kukenán. Roraima estaba cubierto de nubes que sólo dejaban ver sus faldas, con una caída de agua bien fuerte que hablaba de fuertes lluvias en la cima.

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La gran sabana

Finales Abril 2014

La gran sabana de Venezuela es el lugar en el que cualquiera querría tener un auto para perderse. La gasolina es «gratis» y el lugar ofrece carretera y caminos, innumerables cascadas, piscinas naturales, paisajes planos preciosos, ríos y tepuys en el horizonte.

Pero yo no tengo auto, y el poco dinero local que tengo lo guardo para mi próximo objetivo: el tepuy Roraima. Camino tranquilo antes del amanecer por la única carretera que cruza la sabana hacia el sur, hacia Brasil. Un autobús me ha dejado de madrugada en un lugar con gente que vuelve de pasar la Semana Santa en el área: el conductor no me quiso dejar en un puesto militar porque no se fiaba de ellos (…)

A veces me lleva una familia encantadora que aprovecha el último fin de semana de vacaciones y sonríe sin parar. Otras, un muchacho que tiene que reacomodar su moto totalmente para mí y mi mochila. Una vez un autobús turístico lleno de venezolanos de diferentes edades y algo borrachos, hasta bebés cuya mirada inesquivable y constante me enamoraba, y con los que me quedé acampando el sábado por su gran simpatía. El resto de las veces, caminaba con TODO, acalorado, pero por una de las carreteras más motivantes que recuerdo.

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Cometas

6 JUL 14

De todas las favelas de Río salen, incondicionalmente, montones de cometas (pipas) que vuelan en el cielo, a unas alturas incomprensiblemente altas. Son cometas de las clásicas, romboidales, con una cola, hechas a mano. En alguna película he visto que, cuando una cometa baja, es una señal de alerta en la favela. Se mueven al son de los tirones que los niños les pegan al hilo. Están en el medio del paisaje cuando miro la puesta de sol desde casa, o desde mi barrio.
Ésta es una de las cosas más especiales que he visto en Río.

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Futebol em Rio

Ésto es lo que piensa muchísima gente del mundial en Brasil, no sé lo que llegará fuera. Primer día.

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Con esta algarabía:

Yo, en el medio, apoyo la moción, pero para mí no pasan desapercibidos detalles como éste:

Lo bueno de Río es poder levantar la vista y mirar a cualquier parte, un lujo al alcance de todos. Después, sale mi primera luna llena en Copacabana, la gente camina, bebe, y grita. Yo, sólo, con ella.

Así, a mí un 5-1 me resbala.

Placer efímero

Me he tomado antes un Kinder Bueno que es el primero en unos 10 meses, y tenía tanto placer en la boca que me dolía y no lo entendía. Se me emborronaron los ojos. Estaba en un lugar espectacular, con vistas a Río, al que subí caminando, junto al Pão de Açucar.

Lo había robado en un supermercado ridículamente caro.