Ser paki (mola)

Son millones de veces las que, en Barcelona, los controladores principales del mercado de productos de consumo en pequeños negocios -desplazando a los mismísimos chinos-, pero sobre todo de cervezas en la calle, se acercan en cualquier lugar para ofrecerte una dichosa lata.

Son los pakistaníes. Nadie que haya pasado por Barcelona desconoce el fabuloso sonido con acento pakistaní que sueltan al pasar por tu lado con una leve sonrisa:

-Cerveza-beer, amigo?

Que por supuesto está en mi colección de sonidos:

No fueron pocas las veces que los quise matar cuando estando en la playa no me dejaban dormir, pues preguntaban cada minuto. Alguna vez les grité en el Borne porque insistían aún diciéndoles que no. Y sin embargo, todos queremos a los pakis. Tienen mil veces más carisma que los chinos, son simplemente salaos. Nunca se meten en líos, no se conocen apenas historias de tráfico o violencia con los pakis, y siempre traen una cerveza bien fría allí donde uno quiere tomarla en la calle, donde haya fiesta. 1 euro. 6pack x 5. «No paki, no party», solemos decir en barna.

Pues bien, hoy les quiero un poco más precisamente por su insistencia y les entiendo como nadie: Si quieres ganar dinero en Río, vende cervezas durante el mundial en Copacabana.

Cuando mi amigo argentino Edu llegó a Río, ví la luz: él tiene una «camio», que es lo que faltaba para la logística. Sólo necesitábamos una neverita, hielo, y cervezas. Bueno, y algo de ingenio, cachondeo y gracia.

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En un super, tenían oferta y conseguíamos super latãos (lata extra grande, de 550ml) por 2 reales y pico: las vendíamos por 6.

Lo malo fue que empezamos el día del 7-1 a Brasil, que ya es poca fiesta, hubo disturbios durante el juego y se fueron los gringos, y además cayó el diluvio después del partido. Morimos para al menos recuperar la inversión, en otro barrio con algo de ambiente, pero fue muy dura la pelea para captar clientes y conseguir vender, empapados.

En el siguiente partido habíamos vendido todo antes de acabar el primer tiempo. Brillaba el sol, los gringos estaban contentos, se vendían de cuatro en cuatro y la policía no nos molestó apenas. Bendición.

-«Cerveja! Latão geladão! Cold beer!», -gritaba entusiasmado, contando los billetes.

Pero de vez en cuando, con la boca más pequeña, gritaba un:
-«Cerveza beer, amigo?» y sonreía, recordando a mis pakis…

Futebol em Rio

Ésto es lo que piensa muchísima gente del mundial en Brasil, no sé lo que llegará fuera. Primer día.

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Con esta algarabía:

Yo, en el medio, apoyo la moción, pero para mí no pasan desapercibidos detalles como éste:

Lo bueno de Río es poder levantar la vista y mirar a cualquier parte, un lujo al alcance de todos. Después, sale mi primera luna llena en Copacabana, la gente camina, bebe, y grita. Yo, sólo, con ella.

Así, a mí un 5-1 me resbala.

Navegar hacia Sudamérica

22 febrero 2014

Por fin.

Después de varias semanas como residente en Panamá, disfrutando de la ciudad y sus locuras pero agobiado con mi inconexa situación con Sudamérica, encontré mi barco para cruzar esta esquina del Caribe y desembarcar en tierras colombianas; un pequeño paso para mí pero un gran paso para yomelargo.

Les presento al Gitana III. Un velero ketch (doble mástil) fabricado hace más de 60 años en Bélgica, perteneciente a la saga Gitana, con diseño deportivo, amplio (65 pies) y un récord guiness por cruzar en los 70 de Francia a Bahamas en 17 días. Cubierta en madera, buen estado general, 4 velas y un aspecto precioso por fuera; no podía creer que la tripulación me diese la oportunidad de ser uno más de ellos para compartir la aventura de navegar las impresionantes islas San Blas de Panamá antes de partir sin más paradas hacia Cartagena de Indias, Colombia.

El Gitana III, fondeado en isla Limón. Precioso no?

El Gitana III, fondeado en isla Limón. Precioso no?


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24 de diciembre.txt

-Pues no hay sitio para entrar al parque-, dijo Kenneth muy tranquilo para la desesperación que significaba para mí la noticia, después de colgar el teléfono.

Estaba en Costa Rica, y Kenneth era uno de los componentes de la familia que llevaba el Jungle Hostel, un lugar donde estuve muchos días por acogerme como uno más desde el principio y por estar ubicado en la península de Osa, uno de los lugares con más biodiversidad que existen. Cabañas de bambú en la jungla, con mosquitero, sin luz ni internet, sólo un generador por las noches hasta que cenábamos y nos cubríamos de velas o leíamos. La banda lectora era ‘Mo’, de Lara Ríos, y era apropiada para el lugar en que estaba y el que iba a visitar.

La noticia de no poder entrar (por lleno) al parque nacional de Corcovado, joya de Costa Rica y contenedor del 5% de la biodiversidad del planeta, estropeaba mi plan de pasar el 24 de diciembre de esta historia perdido en la noche de semejante parque. Pude pelear una entrada de un día sin noche, y la conseguí en el último momento el día antes.
Evidentemente aquí ya sabemos todos que, aún sin permiso, yo no iba a salir del parque aquella noche.
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El Robo. Una playa de cómic.

15 Diciembre 2013

Hallábame yo pues caminando bien contento con mis recientes andanzas en Ometepe, cuando divisé el océano de nuevo, después de largo camino por tierra; saludé al Pacífico.

Las playas se abrieron ante mí, y la de Gigantes mostró sus gentes, barcas de pescadores y alguna construcción terrible de la nueva era. Subí a los altos que cerraban la playa y el pueblo en una bahía. Desde allí pude ver más playas, y una familia me observaba curiosa desde su casa/bar, en el vértice de este cerro interplayil. Les hablé, y después de un rato de amistosa conversación y de hacerles ver que no buscaba hostal sino un cuarto cualquiera con locales, me enseñaron uno con su puerta a unos cinco metros del vacío al acantilado, desde donde veía toda la siguiente playa, y la otra, y todo el mar, y todo.

Una vez más, el cuarto era terrible, pero colocando las cositas por ahí, chiscando una vela, leyendo o escribiendo, y con un poco de imaginación, cualquier cuadra puede ser una habitación de lujo. Estaba tan contento con el negocio que había hecho (me darían desayunos incluídos en un super precio) que me olvidé del terrible hambre que tenía y me lancé a explorar la playa vírgen que tenía debajo, tan sólo con el bañador puesto.
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Esa playa de Chiapas

29 Septiembre 2013
Vuelta al pasado

Después de la noche con Nacho en la estación de bus, le hablé de mi intención de pasar una noche en una playa de la costa pacífica de Chiapas, como despedida final de Méjico. Estaba un poco adicto a esa costa. Estaba amaneciendo y con las legañas, Nacho no estaba muy optimista con mi idea de encontrar una playa desierta y encima una sombrita natural o de palapa para pasar el día. La verdad que tenía razón, podría ser un chasco más que un acierto, pero pa cabezón, yo.

Nos separamos. Llegué a una playa que me recomendaron. Era temprano, la gente dormía. Un hombre barría la arena de su bar y me dijo que podría buscarme algo barato. La habitación era realmente desagradable, pero la cama estaba limpia. Una jeringuilla usada estaba posada encima de un murete, la ignoré, esperando a otro momento para rechistar. Quería ver si mi playa y mi esnucada eran aún posibles. Pues miren.


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Barra de la Cruz

26 septiembre 2013

Hay novedades… en el barrio de la Cruuuuz…

Duro, irse de Zipolite. Me enfrento a una bajada dramática -en comparación con el relax de las últimas semanas en la costa de Oaxaca- en la que sólo pararé a dormir, y viajaré durante el día. Caminar por carretera con el pulgar ya cansado de apuntar a algo y botar en chicken buses con el culo ya cansado de no recibir riego sanguíneo. Quiero llegar a Guatemala pronto.

Una pronta parada fué Barra de la Cruz, otro sitio famoso por surfeo. Estaba prácticamente destrozado por las lluvias y desbordamientos, y la playa, que estaba junto a la desembocadura de un río, había perdido unos 20 metros con las aguas marrones y frescas del torrente fluvial. El único chiringuito ya veía como su arena de debajo empezaba a desaparecer. Me dí un chapuzón rápido entre cocos y troncos que me golpeaban, por desvirgar el lugar, y hala. Venga.

Pero a la vuelta estuve en silencio boca abierta grabadora en mano un buen rato. Las lluvias tienen también otras consecuencias curiosas. Los insectos y ranas se ponen cachondos, por ejemplo. Para mí fue un gran rato escuchar estas cacofonías colectivas de insectos, ranas y etcétera que aullaban a la noche mientras volvía al pueblo, una caminata bastante larga.

¿Y este curioso overlapping de ranas, que me hipnotizaba especialmente por su a veces coincidente período?

No sé, a mí me molaba.

Pues anda que Zipolite…

26 septiembre 2013

Era de noche y llegué a Zipolite sin saber. Acabé pasando la primera noche en el final de la playa, en una cabaña simple a la que unos mozos me apuntaron. Salí a por comida y me dijeron que en ese final está «la banda», los maleantes que roban y molestan en el pueblo. Días antes, el día de la Independencia, habían disparado en la calle principal a un chavo por ajuste de cuentas, hiriendo a un taxista en el hombro y encima sin matar al objetivo, que se recuperaba en el hospital. Pero todo el mundo me decía que se lo merecía. Empecé a preocuparme con cada masticar, pues mi cabaña estaba abierta permanentemente con una ventana lateral en el techo de palapa. De alguna manera, más tarde, me acabé alegrando, pues había llegado al pueblo y me había hecho amigo, directamente, de los malos.

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