Agosto 2014
Los árboles
Innumerables son las veces que, estando por el Amazonas, he oído motosierras de fondo en algún lugar.
Ñieeeee, ñiaaaahhhhh
Un eco de mosqueo desde primeras horas de la mañana.
A veces me aventuraba selva adentro siguiendo el sonido; sin embargo a veces me preguntaban a dónde iba, como en Codajás, en donde una vez nos confesaron a mi amiga Lua y a mí que el pueblo pensaba que los dos éramos policía secreta. Ese mero hecho nos dio a entender que ocultaban algo. Aunque la policía brasileña está totalmente comprada, y todo forma parte de la misma farsa, por un momento quise ser investigador de verdad.
A veces encontraba cementerios de árboles, una manzana pelada. Otras, en entradas por la selva, me encontraba muchas veces con un sólo árbol tumbado y destripado en medio de la nada. Desgraciadamente se meten a buscar los más grandes, los inmensos, los que tienen cientos de años, los que ya no quedan. Dan madera mejor. A nadie le importa nada más que éso, aquí.
La tala descontrolada es real.