Larga vida a mis chicas

19 octubre 2013

Palpé mi bolsillo y no estaba. Mi cámara, después de que se saliera de mi bañador cuando me tiraba por uno de esos toboganes en las cuevas de Semuc Champey, se posó en el fondo de aguas neeeegras por la oscuridad. Volví al lugar donde la tuve en la mano por última vez, repitiéndome que la encontraría, empecé a bucear en pozas ante la sorprendida y negativa mirada de los demás, y tras unas inmersiones, a unos 3 metros de profundidad, sin mas luz que la de velas, buceando a oscuras y palpando el suelo arenoso, la encontré, o me encontró.

Ya estaba asumiendo que no volvería y grité de alegría… visualicé su importancia en mi camino.

La fuerte naturaleza del río de Semuc Champey, más tarde ése día, me arrebató 3 pertenencias como un cuarzo que colgaba de mi cuello y lava volcánica de Pacaya en mi muñeca. Estaba claro que le debía algo y tomó lo que era suyo, pero no mi cámara.

También acabo de recuperar la grabadora de una fuga de electrolito en las baterías que la dejó ko.

Todas han superado la época de lluvias -o casi-.

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Porque sin ellas ésto no sería posible, por lo importantes que son para registrar esta aventura hacia el futuro, por esas imágenes, por darle a este proyecto la gracia de los sonidos…

…les dedico este post: Larga vida a las chicas!

Semuc Champey

17 octubre 2013

El lugar para pernoctar mientras visitábamos el mágico rincón fluvial de Semuc Champey fue el pueblo indígena de Lanquín; Una casa con techo de palapa exageradamente inclinado en mitad de un valle que estaba muy bien elegido. Amplias vistas al este y oeste, un río ligeramente rápido en lo más profundo que llenaba con su rumor las noches, y también con una neblina muy húmeda que a veces difuminaba la luna creando un paisaje dantesco Tim Burton. Y lomas verdes pinteadas a veces, de día, por unas finas lluvias que regalaron en una ocasión estampas tan ridículas como ésta:

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La mejor noche y Antigua

11 octubre 2013

La antigua ciudad de Guatemala, preciosa y colonial, moderna por momentos, clásica por otros, también está rodeada de volcanes. Se ven aquí y allí y cualquier estampa de la ciudad, foto, o pintura, tiene de fondo un magistral cono oscuro, probablemente oculto por las nubes en su cráter de las alturas: el volcán de Agua, el más cercano.

El buen rollo de la ciudad, la presencia internacional, los estudiantes, las calles empedradas, los buenos cafés, las esquinas, puertas y ventanas de las casas de piedra, las comidas baratas y la mujer que me mira de reojo entre sorbo y sorbo de café, hacen recuerdos de una ciudad que sabía a vuelta a comodidades, a ‘seguridad’ y desgraciadamente, a inglés. Pero con volcanes de fondo siempre.


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Manolete

10 octubre 2013

Un machete es muy útil. Todo el mundo lleva un machete aquí; puede recogerse leña fácilmente, abrirse paso en la selva, abrir latas y chapetes, cortar comida, comer, afilar palos y quizás, intimidar un poco si la situación lo requiere -espero que nunca-.

Me costó encontrar a Manolete. Quería un machete pequeño y portable, que no bajase de mi rodilla por comodidad. Ancho en la punta para más inercia, pero con punta pinchuda. Estaba en San Pedro Atitlán y me habían intimidado en la carretera: era el momento de buscar su compañía.

Lo afilé por los dos lados en un herrero, y le dí la bienvenida a mi viaje. Me gusta sentarme a reafilarlo con piedra. No se me acerca nadie!

Me ha dado seguridad en momentos difíciles…
pero siempre rezo por no tener que usarlo.

Atitlán y la familia más linda

2 Octubre 2013

Después de mis días con el Discípulo, Speedy González y Ronquiditos, volví a entrar a Guatemala.
Fui casi directo a Atitlán, un lago precioso enormemente embellecido por la presencia de volcanes a su alrededor. El autobús en el que viajaba estaba completamente lleno y yo era el único que viajaba de pie, atrás, jodido por los baches. Cuando tuve una oportunidad de encontrar un asiento, me senté, pero una bella mujer local me dijo que si me podía sentar en otro lugar, que quería viajar con su acompañante. Mi cara no fue un regalo así que a los pocos minutos, su acompañante y marido me habló.
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Mi ventana a la tormenta

«Anoche mismo mi colchón quedaba junto a una ventana de madera»

Por la tarde me escapé de la gente blanca del hostal y me fui a tocar a los locales, a sentir una vez más, última, a la raza negra garífuna que llega hasta este lugar, a reencontrarme en soledad con el Caribe y a ver salir una luna ya llena por el mar que sería mi primer regalo de cumpleaños venidero. El cumpleaños.

Al volver mi amigo Jeremy me dijo que le flipaba la manera en que yo disfruto de la naturaleza. 2º regalo.

Me acosté y hacía mucho calor. Cerré los ojos y a través de mi ventana empezó a soplar una brisa suave pero amenazante, que fuera, movía todas las palmeras. Llovió, una vez más, y la palapa rebotaba las gotas en un fino rocío que de deslizaba por la ventana hasta mi cuerpo, y, sutilmente, me quitaba el calor.

Buenos días!

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Cenizas de un día mejor

Tirando la ceniza a los lados de la cama sin ningún tipo de problema, me doy cuenta de nivel de mierdosidad de los lugares en los que a veces me meto, o duermo.

Sin embargo, mientras la tiro, pienso que cada día es más intenso y rico que el anterior, y me pongo contento de estar desbanalizando mi vida. Sonrío con la siguiente calada.

Flores desde un árbol

15 agosto

No podía abandonar el entorno de Petén sin visitar Flores, el campamento base para la mayoría de los turistas que visitan Tikal. Yo aún no me podía creer que la gente se quedara tan lejos y pagara tours de amanecer, teniendo el camping que yo utilicé, como opción.

Había que visitar Flores y merece la pena: es muy gracioso. Una isla enana en una esquina más del lago de Petén, más al sur que El Remate. Una pequeña superficie y un escaso diámetro. Una calle principal de un sentido la rodea por el borde, y de ahí para adentro, preciosas calles rurales empedradas y cuestas que van todas a dar a la plaza central, en lo más alto, con un modesto parquecito, una iglesia no tan modesta y una inesperada cancha de baloncesto donde juegan los locales, super bien además. Lo gracioso es que es un lugar un tantito de risa para que estos profesionales jueguen, porque cuando se va la pelota, pues en fin… que es que se va calle abajo, al agua.

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