17 octubre 2013
El lugar para pernoctar mientras visitábamos el mágico rincón fluvial de Semuc Champey fue el pueblo indígena de Lanquín; Una casa con techo de palapa exageradamente inclinado en mitad de un valle que estaba muy bien elegido. Amplias vistas al este y oeste, un río ligeramente rápido en lo más profundo que llenaba con su rumor las noches, y también con una neblina muy húmeda que a veces difuminaba la luna creando un paisaje dantesco Tim Burton. Y lomas verdes pinteadas a veces, de día, por unas finas lluvias que regalaron en una ocasión estampas tan ridículas como ésta:
Semuc Champey (‘donde el río se esconde en la montaña’), es un enclave natural en medio de un espeso bosque tropical donde se halla un puente natural de piedra caliza de unos 300 metros de largo por el cual fluye el río Cahabón y en cuyos alrededores se encuentran una gran cantidad de pozas de 1 a 3 m de profundidad, cuyo color verde turquesa cambia a lo largo del año variando con el clima, el sol y otros factores naturales. Al final puede observarse cómo el río Cahabón se interna en una caverna de piedra caliza, área muy peligrosa para acercarse por la fuerza del agua, y dos ríos paralelos, uno superficial fluyendo por encima del otro subterráneo, hacen del lugar una especie de milagro.
El día empezó con una larga exploración por unas cuevas por donde el agua también corría con fuerza. Una chica del grupo lloraba en la puerta al no atreverse a entrar: no es apto para claustrofóbicos, pues es un largo camino, sólo a la luz de unas velas, pasando a veces por lugares por los que apenas cabe una persona y ha de penetrarse junto al fuerte agua, primero piernas y luego cabeza, sin saber lo que le espera a uno al otro lado del tobogán calizo y acuático.
Estalactitas, estalagmitas, pozas profundas y negras, pasadizos donde nadar y otros donde saltar de varios metros de altura. Muy recomendable, mucho. A veces me quedaba atrás para fotografiar al grupo, con sus tenues velas al fondo.
Pena por llegar a la salida, cuando ves la luz al otro lado, pero también placer por volver a la luz y su calor.
Descenso en flotador, hike por la zona hasta las alturas con mejores vistas y saltos desde algún puente al río llenaron el siguiente rato…
Una escapada íntima fuera del sendero me deja en la jungla más cerrada, donde me siento en una roca a escuchar el sonido de la jungla de Semuc Champey, observar cómo la naturaleza crece a mi alrededor, nuevas hojas que nunca he visto, y monos que mueven ramas muy cerca, inconscientes de mi presencia.
Pero lo mejor fue volver con mis amigos a las pozas y tener que regañar al guía por las prisas que nos metía por volver y hacerle entender que no nos iríamos de allí hasta que la luz bajase: el lugar prometía mucho. Se relajó y nos dio un tiempo precioso para que se fuera la gente, llegar a ver esa luz increíble que ya bajaba y rebotaba en cada hoja, difuminada por una breve lluvia, y discurrir río abajo por las pozas cual pez por el agua.
Así que Semuc Champey, por ejemplo, SI.
ME QUIEROOO LARGAAARRRRR!!!!
jajaja
a largarse todos ya.
coñe.
…jodidakonstanteenvidiaaa diooss
Increible Danielo…increible!!
Cuando veo eso, no entiendo porque me levanto a las 7 para trabajar y ver el monitor durante mínimo 8 horas. Qué bonito saber que la vida ofrece un paraíso y que tú lo estás disfrutando!
Katia!
Que sorpresa me das!
Cuando yo me pasaba el dia en la ofi me preguntaba exactamente lo mismo.
La revolución está en tí!
Te espero, besos.
Joder!! Yo me largo también!! Grande Dani!!
Jotaa
Bienvenido a yomelargo,
Disfruta, viaja y vive intenso, cabron!
Hola, buenos días me ha orientado tu opinión, llevaba mucho
tiempo buscando aviso sobre el asunto y no la he encontraba por ninguna parte, te
doy mi más sincera felicitación porque sé el estudio que lleva hacerlo y te has ganado un seguidor mas
de tu blog. Un saludo
Gracias Inca!
Cuándo vas a ir?
Pregúntame lo que quieras!