Barra de la Cruz

26 septiembre 2013

Hay novedades… en el barrio de la Cruuuuz…

Duro, irse de Zipolite. Me enfrento a una bajada dramática -en comparación con el relax de las últimas semanas en la costa de Oaxaca- en la que sólo pararé a dormir, y viajaré durante el día. Caminar por carretera con el pulgar ya cansado de apuntar a algo y botar en chicken buses con el culo ya cansado de no recibir riego sanguíneo. Quiero llegar a Guatemala pronto.

Una pronta parada fué Barra de la Cruz, otro sitio famoso por surfeo. Estaba prácticamente destrozado por las lluvias y desbordamientos, y la playa, que estaba junto a la desembocadura de un río, había perdido unos 20 metros con las aguas marrones y frescas del torrente fluvial. El único chiringuito ya veía como su arena de debajo empezaba a desaparecer. Me dí un chapuzón rápido entre cocos y troncos que me golpeaban, por desvirgar el lugar, y hala. Venga.

Pero a la vuelta estuve en silencio boca abierta grabadora en mano un buen rato. Las lluvias tienen también otras consecuencias curiosas. Los insectos y ranas se ponen cachondos, por ejemplo. Para mí fue un gran rato escuchar estas cacofonías colectivas de insectos, ranas y etcétera que aullaban a la noche mientras volvía al pueblo, una caminata bastante larga.

¿Y este curioso overlapping de ranas, que me hipnotizaba especialmente por su a veces coincidente período?

No sé, a mí me molaba.

Pues anda que Zipolite…

26 septiembre 2013

Era de noche y llegué a Zipolite sin saber. Acabé pasando la primera noche en el final de la playa, en una cabaña simple a la que unos mozos me apuntaron. Salí a por comida y me dijeron que en ese final está «la banda», los maleantes que roban y molestan en el pueblo. Días antes, el día de la Independencia, habían disparado en la calle principal a un chavo por ajuste de cuentas, hiriendo a un taxista en el hombro y encima sin matar al objetivo, que se recuperaba en el hospital. Pero todo el mundo me decía que se lo merecía. Empecé a preocuparme con cada masticar, pues mi cabaña estaba abierta permanentemente con una ventana lateral en el techo de palapa. De alguna manera, más tarde, me acabé alegrando, pues había llegado al pueblo y me había hecho amigo, directamente, de los malos.

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La ganadora hasta la fecha

20 septiembre 2013

La puesta de sol ganadora en estos, puedo decir hasta hoy, 202 días de viajes, fue allí, en Mazunte.

Scott y Luke se vinieron conmigo. Pararon a verme en este pueblo un par de días, cruzando nuestra ruta de nuevo. Siempre salen buenos momentos, como el de hoy.

Propuse ir a la playa de Mermejita, en el lado oeste de punta cometa, el lugar descrito antes. Caminamos sin esperar nada especial, era tarde y quizás no veríamos mucho… pero estas son las mejores puestas, las que de repente BANG! cambian todo.

Esta playa era absurda, de bonita. Un cachondeo. Arena negra pero dorada, un viento de nuevo matador, formaba capas de arena dorada corriendo sobre la arena negra, y eventualmente, algunas babas de mar -espuma- pasaban también a toda velocidad. Así era el viento.

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Mazunte

19 septiembre 2013

«Una cama flotante en un alto de la playa», me dijeron al llegar a Mazunte, y fui directo en su busca, curioso por ver cómo era. Es una de las cosas que recordaré de Mazunte, ésta manera de dormir. Somieres colgados de cuerdas para balancearse en un sueño con sabor a brisa marina, fresco, con mosquitero, y vistas a la playa de Mazunte, probablemente por el mejor precio local. Esto sólo pasa a veces.


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Catalina en Chacaua

15 Septiembre 2013

Llegar a Chacaua fue un poco de odisea.
Las fuertes lluvias que algunos recordaréis ver en televisión, que rompieron un puente y pusieron muchos estados de Méjico patas arriba, habían inundado esta zona: las lagunas no daban mas de sí y el río que desemboca en Chacaua estaba desbordado, haciendo que el pueblo tuviera más de la mitad de las casas hasta con un metro de agua.

Un barquero me dijo que había otra española viviendo allí, se llamaba Catalina, y era mayor: era la mujer que había estado buscando en San José. La conocen en la zona, por algo será. Cuando llegué acabé en su casa por casualidad, y no estaba. Sus vecinas me dijeron que estaría tomando una birra, y me dieron arroz con leche dos veces, ademas de charla y cariño en la humedad.

Así es Chacaua, todas las casas conectadas por la arena:1-IMG_8793
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Momentos hacia Chacaua

Salto en el tiempo:
9 septiembre 2013

Uno de los caminos que más he disfrutado haciendo dedo sin éxito, es el de San José a Chacaua.
Volvía a estar sólo (después de la muchedumbre de San José) y mi mochila TODO se sentía ligera y agradable.
A mi alrededor, las montañas de Oaxaca, frescas, y una carretera con curvas que las esquila.
Los únicos rides que conseguí en las primeras horas fueron super cortos, hasta el siguiente pueblo, pero los agradecí.

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