Peterpaneando

28 junio 2014 . Brasil
Una nueva palabra para mi diccionario.

Hoy he visto a Brasil ganar a Chile, estoy contento.
Fue en la praia do Sono, que bien merece su nombre.

Pero más allá de esta playa hay una playa virgen: la de antigos.
Sin dudarlo, pasaré mi siguiente noche de estrellas y acampada secreta -ilegal- allí.

Ya el Sol baja algo diagonalmente al oeste, limando la cresta de la colina que separa las playas, mientras la escalo y me despido de una praia do Sono que es realmente un sueño. No estoy solo. He perdido la cuenta de los perros que se unen a mi compañía, éste viene firme. Es blanco y marrón, se llama Perro, y me obedece y trata como a un dueño desde que lo conocí en la praia do Sono y corrí a su lado tan sólo una vez.
Me sigue, me espera.

Está claro que esta noche va a ser especial. Es una de las playas más bonitas que he visto, ya oscurece, está desierta.
Sigue leyendo

Los perros hambrientos

19 oct 2014

Estoy solo en la Puna.

Durante la primera mitad del día, he estado tumbado en una manta, fuera, envuelto en el saco de dormir, escuchando el silencio, la infinita paz de la Puna. Hay un pitido en mis oídos más fuerte de lo normal: crece proporcionalmente con el silencio.

Abría los ojos y podía mirar al sol fijamente; tras tantas nubes se veía pequeño y triste.

El viento empezó a silbar en el ichu. Trataba de no pensar. Pero nada.

Sólo abandondé aquella posición para calentar té y cocinar. La cocina está fría sin los demás, pero amplia y dispuesta a recibir mis órdenes, sumisa.

1-P1060373 Sigue leyendo

La Puna

24 Octubre 2014

Cuando llegué al km 512 de aquella carretera me apeé del bus y ví a Iván, junto a un caballo y con un poncho del mismo color.

La imagen de Iván es la de un indio verdadero. Ancho, con ropas de colores de una tribu, brazaletes y pulseras, rasgos ancestrales, largas melenas negras con warkas (trenzas/rastas) y conocimientos de maestro.

Con pocas palabras nos invitó a seguirle en una caminata de dos horas por una llanura impresionante que realzaba más aún sus orígenes. Su figura desapareció entre la lluvia y los dos wooffers que le seguíamos llegamos empapados y congelados un rato después a la casa de la Puna.

1-P1060161

A la Puna he llegado para hacer wooffing. Generalmente, mediante wooffing, se visitan granjas orgánicas y ecológicas donde se practica la permacultura (ver también connotación social) y se producen alimentos, aprendiendo como voluntarios. En este caso es diferente: los voluntarios trabajamos construyendo un proyecto de Iván basado en casas de adobe y techo de ichu (paja), lo cual no me motiva menos pese a su dureza. Aunque lo que motiva aquí más es la Puna. Sigue leyendo

Los Andes íntimos

5 octubre 2014

Laaaargas sombras se extendían desde los pies de las personas, las ruedas de los autos y los postes cuando me asomé a la ventana del hostal aquella mañana de octubre. Recién salía el sol y yo sonreía en silencio entre ronquidos de otros mochileros y alistaba mi mochila para sacarla del dormitorio: era un día soleado y la noche anterior se durmió en lluvias, amenazando con destruir mi terco plan. Las montañas nevadas de la cordillera blanca se mostrabana enteras y heladitas después de otra fría noche.

Estoy en Huaraz, región de Ancash, en el medio del callejón de Huaylas, un valle largo y frío situado entre la cordillera blanca y la negra, en el corazón de los Andes peruanos. Mi plan es adentrarme en las montañas nevadas pero no con otros turistas en un tour caro y previsible, sino, como viene siendo costumbre, en un contacto más elaborado e íntimo. Para ello, después de hablar con expertos ya tengo un nombre y una ruta para empezar. Me voy a dormir con Huantsán -a partir de ahora Juansin-, cerca de una laguna que baña sus pies glaciares. Es nada más y nada menos que el segundo pico más alto de los Andes Peruanos, con sus 6369 metros. Sigue leyendo

El mundo sin carreteras

0X Septiembre 2014

Estoy en el último barco, presumiblemente, que me transporta durante varios días por este mundo sin carreteras. Voy a llegar a Yurimaguas, en el Perú. Han sido, en total, meses de agua y selva. Un mundo en el que todo, absolutamente todo, es agua: el Amazonas no es sólo el río; es su cuenca. Lo he visto crecido y sus aguas inundan mucho más allá de las orillas que vemos, kilómetros y kilómetros de llanuras, lagos y bosque inundado. Mágicos bosques con vida por encima y por debajo del agua.

1-1-P1030387 Sigue leyendo

Salir de un arco iris

Principios septiembre 2014

Estoy literalmente sin palabras.
No encuentro como describir la situación que vivo después de dos semanas reveladoras en una comunidad, pero estoy lleno de sentimientos, eso es seguro.

Por momentos quiero volver… pero creo que si vuelvo no saldré más: llega un punto en que nada importa más que el bienestar que se alcanza en esas circunstancias… y me da vértigo.

Durante una hora sentado junto a un hombre aleatorio que me ha traído a Nauta desde allí, en su furgoneta, sacaba la cabeza por la ventana observando y comprobando que todas las estrellas estaban en su sitio después de tantos días ocultas tras los árboles de la Amazonia. Además, así esquivaba un poco todas las preguntas que todos los peruanos tienen que hacer a todos los ‘gringos’.
Sigue leyendo

Cosas de un barco viejo

21 agosto 2014

Delante de mí, un interminable túnel de madera.
Una pasarela hacia el Amazonas.
Nunca deseé tanto llegar y encontrar al Amazonas, para tirar mi mochila en el barro y zambullirme en las aguas sucias, marrones, café con leche, de este río.
Quiero quitarme todo el barro, mierda, bichos y pajas que he acumulado en esta travesía. El montón de litros de sudor.

Vengo de cinco días en la Amazonia peruana, cerca de Iquitos. Sólo dos días después de llegar a esta ruidosa y polvorienta ciudad, necesité y busqué mi vuelta a la selva. Un suizo que conocí en el último barco y que resultó, tal vez, aún más loco que yo, se viene conmigo.

Varios días disfrutando de la magia peruana en casas y poblados de una ruta aleatoria junto al río Mazán, cocinando al fuego, durmiendo donde cayésemos y aceptando la hospitalidad de los locales. Sin duda despertamos el interés de todos ellos, especialmente de los niños, cuya timidez les hace observarnos con completa atención y sin articular palabra, largo rato, mientras se multiplican en un recreo de su escuela junto a nuestro refugio, en una mañana cualquiera de un poblado idílico. Sólo algún gesto estúpido de los nuestros les arranca una risotada.

Sigue leyendo