Peterpaneando

28 junio 2014 . Brasil
Una nueva palabra para mi diccionario.

Hoy he visto a Brasil ganar a Chile, estoy contento.
Fue en la praia do Sono, que bien merece su nombre.

Pero más allá de esta playa hay una playa virgen: la de antigos.
Sin dudarlo, pasaré mi siguiente noche de estrellas y acampada secreta -ilegal- allí.

Ya el Sol baja algo diagonalmente al oeste, limando la cresta de la colina que separa las playas, mientras la escalo y me despido de una praia do Sono que es realmente un sueño. No estoy solo. He perdido la cuenta de los perros que se unen a mi compañía, éste viene firme. Es blanco y marrón, se llama Perro, y me obedece y trata como a un dueño desde que lo conocí en la praia do Sono y corrí a su lado tan sólo una vez.
Me sigue, me espera.

Está claro que esta noche va a ser especial. Es una de las playas más bonitas que he visto, ya oscurece, está desierta.
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Apuntes del Ahora

Si los comparto con mi tribu, los comparto con ustedes:

No ha habido nunca un momento en el que tu vida no fuera ahora, ni lo habrá -piénsalo-.

Nunca nada ocurrió en el pasado, sino en el Ahora. Nunca nada ocurrirá en el futuro, ocurrirá en tu Ahora -ya, piénsalo-.

El pasado es una huella de la memoria almacenada en la mente de un ahora anterior -toma ya-.

Nada existe fuera del Ahora.

Termina con la ilusión mental del tiempo. Vence a tu mente.

Permite y acepta que todo sea ahora:
Vive la llama del ahora.

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Salir de un arco iris

Principios septiembre 2014

Estoy literalmente sin palabras.
No encuentro como describir la situación que vivo después de dos semanas reveladoras en una comunidad, pero estoy lleno de sentimientos, eso es seguro.

Por momentos quiero volver… pero creo que si vuelvo no saldré más: llega un punto en que nada importa más que el bienestar que se alcanza en esas circunstancias… y me da vértigo.

Durante una hora sentado junto a un hombre aleatorio que me ha traído a Nauta desde allí, en su furgoneta, sacaba la cabeza por la ventana observando y comprobando que todas las estrellas estaban en su sitio después de tantos días ocultas tras los árboles de la Amazonia. Además, así esquivaba un poco todas las preguntas que todos los peruanos tienen que hacer a todos los ‘gringos’.
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Canaima y la oveja negra

Abril 2014

Dejé atrás aquel pequeño Cessna que se había posado en Canaima.

Canaima es una tierra de dinosaurios. Que las carreteras no lleguen hasta allí hace que tampoco llegue la corrupción sobre ruedas, el alcohol, el consumo, la peste. Y el lugar lo merece: está como debió estar hace millones de años, un paisaje único. Caminé y me encontré en una pequeña aldea indígena en el borde de un lago misterioso. Sus habitantes viven en casas rudimentarias y mantienen sus costumbres. Tienen una adorable conexión con la vida que les rodea, todas las decoraciones son de motivos naturales: cascadas, selva, mujeres preciosas semidesnudas y con rasgos amazónicos representando la maternidad y una comunión con la naturaleza.

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En el corazón de Colombia

13 Marzo 2014

Me sumerjo en Colombia, en su corazón.

Ya en el eje cafetero colombiano, me encuentro en Salento con Will, al que conocí en Méjico y los dos sabíamos que nos reencontraríamos en algún momento. Estamos exactamente en el mismo momento de nuestras vidas, en el momento de encontrar respuestas y decidir quienes somos. Hemos dejado atrás buenísimos trabajos, personas hermosas y vidas aparentemente dulces para volver a empezar, esta vez sin dudas. Hemos ahorrado para que nuestras vidas no se nos escapen, y los dos bajamos por el continente desde Méjico, escuchando atentamente y mirando el fuego reflexivos, mientras cada experiencia nos marca y observamos cómo cambiamos con menos pena y más júbilo, con más tiempo para observarnos y entender qué es lo que verdaderamente nos falta en esta vida, lo que necesitamos y lo que somos. Dos españoles que han escapado de muuuchos años en grandes ciudades europeas y sus rutinas, y que creen que debe haber algo más. Así fue el encuentro con Will, un espejo en el que ver que hay más gente en el mundo con el mismo devenir de ideales, y con los mismos conflictos internos.

Salento es el marco perfecto para nuestras interminables charlas. Un pueblo antiguo en el Quindío, con lugareños humildes y con caballos. Campesinos y trabajadores, gente simple. Una plaza con iglesia, tiendas monas, caballos y jeeps ‘willy’, el clásico y viejísimo jeep que puede verse en todos los cafetales del país. Calles con casas alegremente coloreadas y balcones, cafeterías con buen café y pastas. En el medio de valles de un verde único, haciendas cafeteras, picos nevados todo el año, como el de Ruiz, y rodeado del árbol nacional de Colombia, la uniquísima palma de cera, que alcanza unos exagerados 70 metros en el tronco y vive alejada de la costa.

La calle real de Salento y la escalinata al mirador

La calle real de Salento y la escalinata al mirador


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Vipassana

12 marzo 2014

Ah, Sudamérica. Me tiemblan los pies ante tanta inmensidad. Sin embargo, camino fuerte a Medellín, sin dudarlo. Las cosas han pasado desde que llegué de una manera inapelable, me gusta. Las cosas cuadran y uno no tiene que pensar en si sí o si tal vez, las disfruta y punto, es así como da gusto moverse.

Me esperan en Medellín. ¿Quiénes? No sé, pero cuentan conmigo. Apenas llevo una semana en el país y debo encontrarme con un grupo de gente en las impresionantes montañas que rodean a esta ciudad del departamento de Antioquía, ya en la famosa región paisa de Colombia. Es un feliz día de febrero y es mi primer contacto con los Andes. Miro curioso por la ventana del autobús, saludo en silencio: hola Andes. Qué importante momento, cuántas veces he oído vuestro nombre mientras los ojos de mi interlocutor se abrían con sus cejas para acompañar vuestra grandiosidad.

Llevo dos días respirando hondo, concentrado en mí mismo, preparándome mentalmente para lo que viene; Aurora me habló hace años en Barcelona de una técnica de meditación budista en la que estaba interesada, y de unos retiros que se organizaban de vez en cuando en lugares del mundo para su práctica. Pues bien, llevo persiguiendo un retiro de Vipassana desde que partí, y ahora, en las montañas de Santa Elena, no muy lejos de Medellín, comienza el mío; es un lugar apartado de todo, entre montañas verdes, vacas blancas y negras, caballos y árboles grandes y desconocidos para mí. Sí, un lugar apropiado.
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