Vipassana

12 marzo 2014

Ah, Sudamérica. Me tiemblan los pies ante tanta inmensidad. Sin embargo, camino fuerte a Medellín, sin dudarlo. Las cosas han pasado desde que llegué de una manera inapelable, me gusta. Las cosas cuadran y uno no tiene que pensar en si sí o si tal vez, las disfruta y punto, es así como da gusto moverse.

Me esperan en Medellín. ¿Quiénes? No sé, pero cuentan conmigo. Apenas llevo una semana en el país y debo encontrarme con un grupo de gente en las impresionantes montañas que rodean a esta ciudad del departamento de Antioquía, ya en la famosa región paisa de Colombia. Es un feliz día de febrero y es mi primer contacto con los Andes. Miro curioso por la ventana del autobús, saludo en silencio: hola Andes. Qué importante momento, cuántas veces he oído vuestro nombre mientras los ojos de mi interlocutor se abrían con sus cejas para acompañar vuestra grandiosidad.

Llevo dos días respirando hondo, concentrado en mí mismo, preparándome mentalmente para lo que viene; Aurora me habló hace años en Barcelona de una técnica de meditación budista en la que estaba interesada, y de unos retiros que se organizaban de vez en cuando en lugares del mundo para su práctica. Pues bien, llevo persiguiendo un retiro de Vipassana desde que partí, y ahora, en las montañas de Santa Elena, no muy lejos de Medellín, comienza el mío; es un lugar apartado de todo, entre montañas verdes, vacas blancas y negras, caballos y árboles grandes y desconocidos para mí. Sí, un lugar apropiado.

Ya es sabido que un viaje de estas dimensiones es en gran medida un viaje hacia el interior de uno mismo, a reconocerse, a aceptarse, a observarse. La meditación es una de mis grandes curiosidades y llevarla a un extremo como éste, mucho más allá de mis pequeñas prácticas aleatorias, un objetivo. Saber qué pasa, y tener la obligación moral de practicarla intensivamente durante 11 días en las montañas, es un paso que quiero dar, primero por curiosidad y por saber si, en ese extremo, me gusta o ayuda; segundo para llegar a lugares profundos de mi propia mente y saber dominarla y usarla con sabiduría. Y qué coño, tercero, porque quiero añadir a mis experiencias de vida, la de ser un monje.

Digo monje porque durante los próximos 11 días cumpliré estrictamente unos preceptos establecidos, mantendremos segregación sexual -los hombres separados de las mujeres- y juraré el voto de silencio total, evitando todo contacto visual y físico con los demás. Básicamente, durante los próximos 11 días, tan sólo meditaré, unas 12 horas al día, desde las 4 de la mañana, combinadas tan sólo con las necesidades básicas de comida y sueño. Comer, dormir y meditar. Y ayunas después del mediodía (sólo un té con pieza de fruta a las 5pm para los nuevos). Todo dispositivo electrónico, requisado, obvio. Un verdadero viaje introspectivo. Pero no asustarse, todo es para la no distracción y para mantenerse en contacto con uno mismo, observándose. Vamos por partes. Todos deberíamos de pasar por esto alguna vez. Es una limpieza, una purga.

Vipassana, que significa ver las cosas tal como realmente son, es una de las técnicas más antiguas de meditación de la India. Fue redescubierta por el mismo Gotama, Buda (Buda sólo significa iluminado, su nombre fue Gotama) hace mas de 2.500 años y fue enseñada por él como un remedio universal para males universales, es decir, como un arte: El arte de vivir.

Esta técnica tiene por objetivos la total erradicación de las impurezas mentales, y la resultante felicidad suprema de la completa liberación. La curación, no meramente la curación de las enfermedades, sino la curación esencial del sufrimiento humano, es su propósito.

Vipassana es un sendero de auto-transformación mediante de la auto-observación. Se concentra en la profunda interconexión entre mente y cuerpo, la cual puede ser experimentada de manera directa, por medio la atención disciplinada dirigida a las sensaciones físicas que forman la vida del cuerpo, y que continuamente se interconectan con la vida de la mente y la condicionan. Es este viaje de autoexploración a las raíces comunes de cuerpo y mente, basado en la observación, lo que disuelve la impureza mental, produciendo una mente equilibrada, llena de amor y compasión.

Las leyes científicas que operan en nuestras sensaciones, sentimientos, pensamientos y juicios llegan a hacerse evidentes. Mediante la experiencia directa, se comprende la naturaleza de como uno crece o decrece, de como uno produce sufrimiento o se libera de él. La vida se va caracterizando por una intensificación de la conciencia, por la ausencia de engaño, por el auto-control y la paz.

El Vipassana ha sido transmitido como técnica de práctica del budismo desde Gotama hasta nuestros días, pero ha sido el indio Goenka quien después de aprenderla de su maestro en Birmania, trabajó durísimo para extenderla al ver sus evidentes resultados en la gente que le escuchaba. Goenka murió el año pasado y ha transmitido el bien a miles de personas de Oriente y Occidente, teniendo que designar representante para guiar sus cursos y retiros al crecer la demanda. Desgraciadamente no lo he conocido en persona pero es como si lo hubiera hecho, pues el retiro está basado en sus audios y vídeos y escucharle cada día me llenaba de motivación y de ganas de estrecharle, de lo salao que era el hombrico.

En los retiros, los participantes se adhieren al código de disciplina prescrito, aprenden los fundamentos, y practican en medida suficiente para alcanzar los beneficios que genera. Contiene tres adiestramientos:

1.-Sila: moralidad; Son 5 preceptos: no matar, no robar, no mentir, no tener conductas sexuales inapropiadas y no consumir intoxicantes. Ya. Yo también me asusté y pensé, ¿y qué es inapropiado en el sexo exactamente? ¿qué es intoxicante? Pero llegué a la conclusión de que se trataba de no hacer cosas que pudieran distraerle a uno y hacerle sentir mal en semejante proceso de limpieza. Calmar la mente para la observación y punto.

2.-Samadhi: concentración; dominio de la mente. Mantener la atención enfocada en la realidad natural del siempre cambiante flujo de la respiración, en la nariz, afilar la mente. Durante los tres primeros días practicammos el Anapana, la observación de la respiración.

3.- Pañña: sabiduría, visión cabal; observaríamos, a partir del cuarto día, nuestro cuerpo en todos los rincones y todas sus sensaciones objetivamente, manteniéndonos ecuánimes ante las buenas o malas sensaciones y sobre todo apreciando su naturaleza impermanente, no reaccionando ante ellas.

Todo esto enseña a visualizar las emociones y sensaciones y a estar completamente despierto, en el presente, librarse del pasado y el futuro, y las miserias y el sufrimiento.

Es duro. La campana o gong con que nos despiertan a las 4am me hizo pensar en sueños, el primer día, ‘están de coña’. Los extraños cantos en hindi (derivado del sánscrito) de Goenka nos arrancaron sorpresa al principio pero después eran parte de cada hora. Debo decir que tenía tantas ganas de hacerlo que desde el segundo día ya estaba acostumbrado al ritmo y no me costaba nada levantarme y estar las dos primeras horas, hasta las 6.30, sin moverme apenas, aunque un poco sopa. Eran las mejores. Estoy orgulloso de haber hecho el retiro con una lesión de espalda que arrastro desde hace tiempo y que me hizo sufrir muchísimo según avanzaba el día, sentado en el suelo, tuve ese sufrimiento añadido. Pero creo que cuanto más se sufría, más recompensaba.

A veces despegaba algo los ojos y ya sentía que la luz iba llegando la segunda hora, el profesor ya había llegado a su trono frente a todos los estudiantes, chicos en la izquierda, chicas a la derecha. De repente los cantos sonaban y al final de la sesión, en la que Goenka pronunciaba siempre las palabras ‘Bhavatu sabba mangalam’ (que todos los seres sean felices) todos contestabamos 3 veces con ‘Sadhu’ (aprobación). Quizás parezca sectoso, pero no lo es. No había ritos ni rituales, tan sólo seguíamos la práctica según es en sus orígenes.

La comida estaba buenísima, la verdad (vegetariana). Pero el silencio tiene doble filo. Al no poder comunicarnos (yo incluso evitaba el contacto visual bajo mi capucha) se generan dudas y algunas veces desprecio. Al sentarnos en el comedor en silencio, notaba como algunos se servían mucho más de lo debido, sin tener en cuenta los papelitos de ‘sólo uno por persona’ o las cantidades medias. Esto tras unos días me hizo generar sentimientos de aversión contra un jamaicano-americano de color que siempre estaba el primero de la cola y se inflaba -gula, quizás para calmar su ansiedad- y contra otro americano glotón, pues algún día me quedé sin comida por mi calma. Este americano tenía, sin exagerar, 12 cojines de la mejor calidad en su lugar de meditación y el pobre se sentaba en una silla porque no tenía cojones -con sus palabras del último día- para sentarse en el suelo. Yo el primer día cogí uno pensando que eran para todos (nunca imaginé que una persona necesitase tantos, y menos en una silla) y un buen día me encontré un papelito en mi sitio, de él, que decía que me lo quitaba porque lo necesitaba con los otros doce, y me dejaba otro. Lo miré y pensé que lo mataba, y que no había entendido nada del curso, que había que sufrir un poquito coño, que a aquel americano nunca le había faltado de nada en su país de ricos y además siempre estaba estornudando con un catarro infinito y no hacía por silenciar sus estornudos para no molestar la concentración de los demás y que AAGGHGHH que le metía un codazo en su nuez! …

… !@XFGRF !!>>

… Pero como estaba completamente atento y concentrado en mi mísmo y en mis sensaciones, y en el esfuerzo por ser ecuánime… respiraba hondo y perdonaba, perdonaba y sonreía, recordando las palabras de Goenka… «son ignorantes, no saben, cargan con miseria, no podemos enfadarnos o generar odio ni aversión, sino contemplar la sensación y saber que se irá«. ‘Anicha, anicha, anicha’, repetía Goenka (impermanencia).

A mi derecha había un mozo colombiano que el pobre, al menos al principio, no sabía ni qué hacía allí, no se concentraba, se levantaba y sentaba cada poco, metía mucho ruido, llegaba tarde, a veces le miraba y tenía los ojos abiertos y pensativos, bostezaba exagerando con voz, desconcentraba a la madre santísima y hasta a veces repiqueteaba con los dedos de aburrimiento. Hubo un día que estuve por cambiarme de sitio, no sin una mirada fulminante de odio hacia él…

… pero respiraba hondo. Anicha, anicha…

El retiro estaba completamente plagado de estas enseñanzas. La técnica estaba muy depurada tras los años, parece como si cada norma y cosa que te pasa estuviese destinada a pasar y a enseñar algo. Algunos días eran depresivos, no conseguía concentrarme, creía que no lo hacía bien, mi mente no me dejaba de tirar mierda, me dolía mucho la espalda, se me hacía interminable, las piernas se me dormían y morían… pero al final del día, al ver el discurso diario de Goenka, que sólo unos pocos veíamos en original en inglés, justo iba describiendo exactamente los momentos duros por los que uno había pasado, y con risas y humor, te llenaba de motivación para un día más. Te hacía ver que estabas en el camino. No importaba si lo hacías bien o mal… importaba que estabas luchando. Duro.

Los días pasaban. La gente se marchaba, se rendía, no lo soportaban. Podíamos hablar con el profesor una vez al día y preguntarle las dudas. Yo tenía muchas. Mi mente es muy cabrona, no para. Todas lo son, pero yo a veces no podía concentrarme en mi respiración o mis sensaciones ni por un ratito. Creía que no funcionaba, pero todos somos así. El truco está en la no-identificación con la mente, nuestra mente no somos nosotros. No se puede uno imaginar lo que la mente berrea y lucha por no callarse. Tira y tira cosas, hay que joderse la mierda que le saca a uno con tal de no parar. Planes y recuerdos, pasado y futuro. Me salieron cosas del pasado; para combatir el aburrimiento vienen recuerdos buenos, amigos, risas… o recuerdos de cosas malas o traumas sobre los que uno se restriega una y otra vez, generando más miseria si no se es ecuánime y se observa desde fuera… o planes de futuro que complacen con esperanza… otra vez, hay que observarlos y dejarlos ir con ecuanimidad, volver a la respiración… pero vuelven… y siguen… y así pasan las horas.

Lo positivo es que no es cuánto tiempo se consigue someterla, sino cuanto se trabaja. Hoy en día, en el momento en que respiro hondo y me observo haciéndolo, todo mejora.

Los descansos después de las comidas parecían el patio de un psiquiátrico. A mi me dio la risa un par de veces: no sabíamos cómo desahogarnos. Uno colocando piedritas en columna, otro haciendo visiones con un palo, otro haciendo movimientos de kung fu, aquel dando veltas andando rápido al recinto, yo haciendo flexiones… Un descojone.

En el área de las chicas, paseaban o se tumbaban a aprovechar el escaso sol. Estaba prohibido llevar ropas sugerentes, escotes, y pantalones ajustados, y debíamos quitarnos todos los adornos como pulseras y collares, fragancias, etc. No-desconcentrantes. Pero había una francesita que era payasa de calle, con la que había hablado todo el tiempo el primer día, antes del voto de silencio y la segregación, y la miraba de reojo.

En las meditaciones en nuestros cuartos me sentaba en la cama y un pájaro negro con el pico naranja golpeaba en el cristal de la ventana contínuamente. Era muy curioso. Creo que quería desconcentrarnos ó probarnos… No olvidaré su actitud, tan extrañamente programada.

Las tardes eran más duras… se hacía largo. Llovía casi todos los días al caer la tarde y el sonido de la gotas en el techo de zinc (metal) me desconcentraba. Hacía mucho frío allí en las montañas, siempre tenía los pies fríos, y desarrollé una técnica para envolverme con la frazada totalmente, incluidos los pies y que me daba fuerza para mantenerme y seguir. Las mantas que nos dieron eran geniales. Ayudan a meditar.

En algún punto, el estar tan consciente del cuerpo, parte por parte, hace que se experimenten sensaciones sutiles desde cada parte (existen siempre, hay que sentirlas) y lleva a lo que llamaban ‘flujo libre’, un cosquilleo que recorre el cuerpo y que es sorprendente pues demuestra el poder de la mente y los resultados físicos esperados.

Llegó el último día… Me emocioné y me dí cuenta de que era porque hacía mucho tiempo de que no recibía tanto… Esta gente me había dado comida, cama, calor y amabilidad, sonrisas… pero sobre todo medicina mental, un camino espiritual. A cambio de nada.

No se cobra por los retiros, ni siquiera para cubrir los gastos de comida y alojamiento. Todos los gastos son sufragados por donaciones de personas que, habiendo completado un curso, han experimentado los beneficios del Vipassana y desean también dar a otros la oportunidad de beneficiarse de él. Ninguna persona involucrada en su enseñanza recibe remuneración material alguna. Los organizadores son antiguos alumnos voluntarios. Goenka decía que si se cobrase, el ‘cliente’ sacaría su ego y estaría en la actitud de ‘ey, yo he pagado, quiero más comida’ y el ego es algo muy duro de pelear y con lo que se trabaja en el curso. Es mágico que toda esta historia sea gratuita. Cuando uno recibe, dá: es un ciclo. En este mundo nadie da nada, hace falta dar mucho para comenzar ese ciclo. Y esta gente me dio mucho sin pedirme nada.

No voy a decir que este de acuerdo con todo. Se habla mucho de sufrimiento, del mucho que hay y cómo acabar con él. Yo pienso que no puede hacerse, el sufrimiento es parte de la vida y ha de estar ahí para encontrar el bien. También soy muy insumiso y los preceptos me sonaron fuertes al principio… Pero en general, creo que éste es un camino ejemplar, que enseña a cada uno a curarse a sí mismo independientemente y no pide nada a cambio. No se necesita ir a la iglesia, ni tener fés que uno ni entiende en personajes que no existen, ni cumplir con muchas normas exageradas de conducta… Pero lo más interesante es que está basado en realidades físicas con explicación científica que pasan en nuestro mismo cuerpo, nuestra respiración, nuestras sensaciones… es decir, en la naturaleza. En cómo ser mejores personas y generar más bien dentro de nosotros, independientemente o no, para poder regalarlo a otros.

No olvidaré cuando se rompió el voto de silencio. Era como si algo mágico se rompiese, se acabase. La gente estaba por todas partes hablando de gilipolleces. ¡NOOO! Entendí la importancia del silencio. Quería volver a él. Me enamoré de esas personas que callan y saben decir sólo unas pocas palabras clave de vez en cuando. Es un verdadero arte, el arte del silencio. Reservado a grandes sabios. Decimos muchas cosas innecesarias para rellenar silencios que no deberían ser incómodos. El silencio es … cómo decirlo. Es la hostia. Hablé con mi francesita… por un momento me gustó menos…

Hablé, lo primero, con mis tres tocahuevos. Me fuí directo a ellos tras el fin del voto, para liberar tensiones, y adivina. Tanto el negrito como el americanito como el colombianito eran todos gente de puta madre y nos reímos. El colombiano y yo nos confesamos haber tenido un día en que nos pusimos cachondísimos y nuestra mente sólo nos tiraba guarradas, pero muy porno, y resultó ser un tópico entre los hombres.

Otra enseñanza fue la de la abstinencia, la purga. Cada cosa que se hace después de estos días de no hacer nada, es sabrosa. Puede ser una conversación, pero más comer algún capricho, chocolate, café con leche. El error es que la consciencia dura muy poco. La vorágine al regresar a la ciudad lo come a uno, y se olvida uno de lo lindo que era el silencio, o de lo que es comer un dulce, o apreciar poder hablar y medir las palabras… La francesita y yo quedamos, en broma y para ironizar, en ir a tomar un vino y matar, robar, mentir, etc.

Pero no necesitamos nada para estar bien. Tan sólo,
comer,
dormir,
y estar despiertos.

En fin. No sé cómo he escrito sobre el dhamma. Es difícil. Lo mejor es probarlo uno mismo. Si quieres probar el dhamma, el arte de vivir, prueba Vipassana.

www.dhamma.org
www.spanish.dhamma.org/art.htm

**************

Hace un rato, (hoy antes de escribir) caminaba por una calle en Venezuela y ví un grupo de chicos que iban a tocar música. Me senté y una muchacha jóven y linda se me quedó mirando y se me acercó a hablar. Hablamos y me dijo que éso era una misa, pero que me quedara, que los martes se reúnen en la calle, que las cosas pasan por algo, que todo está predestinado (yo asentía con fuerza mirándola); se refería al camino de Dios. Le hice compañía durante la misa, un rato, había un hombre gritando aleluya en el micrófono y esas cosas, la gente cerraba los ojos y hablaba sola. Mi amiga empezó a gritar un poco.

Luego me preguntó qué religion era la mía, y, mirándola seriamente a los ojos, le dije:

-Soy budista.

Y me vine a escribir.

13 comentarios en “Vipassana

  1. Hans, aunque solo sea por un momento, en esos 11 días échate unas moffats internas en mi nombre y esboza una mueca de mffffff…..disfruta ermitaño!

    • En mi caso, si he continuando meditando, al principio unos 6 meses asiduamente , dos horas diarias, una hora al despertar, otra hora antes de acostarme. Mi nuevo trabajo me obligo a reducir este tiempo, hoy en dia sigo meditando un poco menos de tiempo pero sigo haciendo, es mas… la experiencia fue tan sensacional que quise ir un poco mas lejos, asi que entre mas y mas en el dhamma, actualmente sigo los consejos de un monje budista de la tradicion Theravada, que es la monastica del vipassana que conocemos, bueno mas o menos es asi, tengo contacto con el via skype en algunas ocasiones, otras por email.

      En fin, resumiendo. Os recomiendo que probeis la experiencia de hacer vuestro primer retiro de diez dias en vipassana, y si os sirve…. investigad un poco mas, hay un mundo frente a todos interesante por descubrir.

      Con Metta para todos vosotros.

      Que todos seais felices

      Xavi

  2. Pingback: Morir antes de morir - Yo, me largo.Yo, me largo.

  3. Hola Me Alegro Leerte y de verdad que Vipassana es un camino enriquecedor uuuffff de lo poco que he experimentado, esta ha sido una experiencia Maravillosa y realmente uno puede escribir y narrar su experiencia pero nada se compara a vivir la experiencia, no alcanzan las palabras…Es Un Viaje…uuufff que Hermosa Experiencia que Todos Los Seres Sean Felices :) un Abrazo de Luz para ti y los Tuyos y espero que sigas recorriendo el camino ahora es que falta… Saludos desde Venezuela

  4. Hola,
    Gracias. Me hiciste reir. Mucho.
    Acabo de leer que escribiste esto en 2014. Curioso, hice Vipassana en enero de este año… y mientras leía me preguntaba cuál chico eras tú. Había también un jamaiquino en mi curso, mujeres con montones de cojines, (yo sólo usé uno) y gente en sillas!! En frente mío una chica llenaba su plato a reventar. A mi me hablaban las mujeres, todo el tiempo, arrrgggggg.

    Muy parecido a lo que narras, las sensaciones del cuerpo, las rabias que uno genera contra los otros, la dificultad de la práctica y los pequeños felices logros, el disfrute de la comida, del silencio. El volver a la respiración… ecuanimidad.

    En mi curso hubo un tipo que se movía extraño, mientras meditaba, con los ojos cerrados, su cabeza decía que no. NO, NO NO, NO, todo el tiempo y a toda velocidad. Un par de veces abrí los ojos y lo ví, me hizo romper de risa.

    Hay un día cachondo, sí, también para las mujeres, lo hablamos al final. Recuerdo que me levanté para espantar mis ardientes pensamientos porno (me juzgué, me pareció que era un desastre, que no lo estaba logrando, mientras todos elevaban sus bellos espíritus, yo me revolvía en el deseo), salí del recinto para airear mi mente. De lejos vi a cuatro chicos afuera, lo supe de inmediato… no era la única. Anitcha, surgir y desaparecer.

    Mi curso fue hace dos meses. Medito cada día. He tomado conciencia de un montón de aspectos de mi personalidad que ahora controlo mejor. La ansiedad, por ejemplo. Me ha servido mucho la técnica, su simpleza, su capacidad para aquietarse y la sensación de aceptación.

    Es conectarte con tu propia fuente. Algunas días son complejos. La vida real es dura, el ego jode muchísimo, y allí es cuando sentarse en vipassana es útil. Te llena de calma, de control, apacigua la mente.

    Leyéndote he recordado lo bueno que fue, lo duro, lo gracioso y el valor del silencio.

    • Margarita qué bueno tenerte rondando por la experiencia del Vipassana,
      ahora eres tú quien me ha recordado los aspectos.

      Me ha encantado tu sinceridad, el día cachondo es global!
      Yo lo hice cerca de Medellín, Colombia, ¿es posible que coincidiéramos en el mismo?

      Sigue manteniendo la práctica. Yo la he perdido y es prácticamente imposible estar cada dia en condiciones de hacerlo con una mochila por el mundo, pero ahora voy hacia India y toca otro retiro y más voluntad, más cojones.

  5. Me encantó tu escrito! Yo lo acabo de hacer, en marzo pasado, y realmente es lo que estaba buscando: la herramienta para cambiar todo aquello de nosotros mismos que nos hace sufrir. No es mágico, hay que trabajar duro, pero es esperanzador y poco a poco sientes el cambio.

    Definitivamente el ‘horny moment’ o momentS lo tenemos todos, comprobado ;)

    Y lo de la aversión al prójimo a mí también me pasó y luego me sentí muy avergonzada, pero entendí que debía ver mi propia intolerancia y la necesidad de la ecuanimidad en mí, aunque sigo en ello, no es fácil deshacerse de los viejos patrones de comportamiento.

    Yo me emocioné hasta las lágrimas en el último discurso del gran Goenka. Me sentí tasan agradecida! Me identifico mucho con todo lo que cuentas, estoy contenta de haber llegado a tu blog.

    Un abrazo y un saludo desde Barcelona, Metta veo xxoo

      • Hola Floren,

        es un placer revivir esta experiencia con los comentarios. He vuelto a leer lo que fue para mí y lo que ha significado en mi camino interior.

        Gracias por tu sinceridad y por compartirlo. Ahora que he llegado a casa tras 4 años de ‘introspección’ planeo un tercer retiro como servidor en mi tierra!

        Mantente en contacto-

  6. hola
    me gusto mucho todo lo que viviste en vipassana
    yo lo hice este año y muchas de las censaciones que dijiste yo tambien las senti. Es el mejor remedio que he tenido en toda mi vida, manejar el silencio, controlar nuestra mente parlanchina y saber que en nosotros mismos esta la cura, felicidad, tranquilidad, amor compasivo e infinito no tiene precio.

    Gracias mil gracias por recordarme que la labor no solo esta en vipassana sino en el dia a dia y seguir realizando todo lo que nos enseñaron.

    Es lo mas duro porque ya no tienes el silencio, ni te sientes como si nadie mas estuviera, estas rodeado de estres, bulla, miradas y realizar asi el arte de la meditacion es mas dificil pero cuando sabes que lo haces dia tras dia 2 veces, entiendes que TU mandas en tu vida, mente, cuerpo y eso se le llama RECOMPENSA

  7. Hola…. Acabo de regresar de Viassana, es mi primer taller y leer tu blog ha sido muy reconfortante pues pensé que también había fallado en la practica pues entre pensamientos, malas posturas, dolores de espalda, no haber logrado por ratos la concentración por los inoportunos juegos de la mente, rabiar al darme cuenta de las miserias humanas incluso en las personas dentro del taller por aquello del comer demás o tener mas cojines o llegar siempre de primero al baño y de últimos a la dhamna hall…en fin, no pude parar de leerte y de identificarme con tu relato…tal cual. Aun con todo y la roncha que se pasa porque somos como monjes por 11dias considero que una de las experiencias mas enriquecedoras que he vivido y no queda de otra para comprenderlo hay que vivirlo. No se si todos los interesado aguanten el duro trabajo para lograr el pañña pero si que todos en algún momento de su vida debían tener esta experiencia, que no es una secta, ni un rito sino una mejor manera de vivir en plenitud, ecuánimes, felices, en paz con nosotros mismos… Para mi apenas comienza este camino aun tengo esas sensaciones anicha, La voz del Goenka, sus canticos , sus charlas y sus instrucciones y cuando siento alguna rigidez en la espalda recuerdo que este trabajo requiere persistencia pero sobre todo mucho amor hacia mi persona y hacia el mundo . Un metta para vos, para el mundo,para el universo

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