…es tal que levantarse con el calor mañanero y hacerse una tortilla o huevo con cebolla, tomate y queso (hasta la fecha mi desayuno más repetido);
…ir al mercado a proveerse de fruta y picar algo exótico aquí y allá durante la mañana…
…es tal que levantarse con el calor mañanero y hacerse una tortilla o huevo con cebolla, tomate y queso (hasta la fecha mi desayuno más repetido);
…ir al mercado a proveerse de fruta y picar algo exótico aquí y allá durante la mañana…
Pues continuando el último capítulo,
SI que pude grabar otras cosas en la jungla. Una vez vueltos a la granja pasé un rato de miedo entre el lugar, la gente y una perfecta familia de perros con 3 cachorros que no paraban de jugar y molestar a los padres.
Me bajé a la orilla del río por pasear en la noche y respirar, y cuando llegué me encontré a ésta gente (sapos) con un festival de aúpa.
Congregados ante mí y a la orilla del recién remado río, se sumaban en tonos y armaban un escandaloso coro con efectos de fase y pitch que ni en estudio.
No llevaba la grabadora, y tuve que grabar un vídeo para extraer el sonido que mereció la pena:
Esto es una zona llena de atractivos como ruinas mayas, actividades chulas, montañismo, junglas, playas y ríos. Desde Belice mismo había una gran oferta de tours a ciertas ruinas y la gente empezaba a hablarme de Tikal por todas partes. Ví que era necesario dejar visto tal complejo maya ahora por proximidad y me fui a dedo al oeste, a un pueblo llamado San Ignacio.
San Ignacio
Este cayo de Belize era también unbelizeable.
Siguiendo las recomendaciones de la persona de turno que debes conocer y escuchar, yo y Sebastiano, un buen amigo mejicano que se cruzó en el camino y con el que hice un gran equipo, nos fuimos a verlo.
Caye Caulker, Belize
Esta mágica isla está llena de cochecitos de golf que los locales usan para moverse, bicis clónicas pero con un interesante diseño moderno y ruedas anchas, muchas casas de madera que dan color y ganas de quedarse en cualquiera de ellas, y un montón de pescadores que ofertan frescura.
En Belice, me encontraba, una vez más, recién llegado a un país desconocido, sin dinero, referencias, alojamiento, idea de dónde ir ó qué tipo de cambio tienen. O qué idioma hablan. Ésta vez con menos idea que nunca ya que fue un desvío inesperado.
Pero son cosas que se cogen en el aeropuerto y ya. Para que no me ocurriera lo mismo que en Jamaica, les pregunte a una familia de holandeses si podían darme la dirección de su hotel para ponerla en inmigración, y me dejaron ver en su guía una lista de hostales: apunté los más baratos.
Me mola cuando un perro se me junta en el camino y me sigue a todas partes. Me obedecen, son fieles por un día. Están ahí hasta que me meto mucho rato en un local, o hasta que debo alejarles porque sé que será peor después, peligroso para ellos, triste para mí.
Pero jugamos a que yo era su dueño y ellos mi perro, y nos lo creemos un ratito. Así, mi ansia por tener un perro pero bien tenido (no en un piso) se calma.
A este, que me recibió muy bien en Belice, le llamé BUMP.