En familia

Un día llegué a Robin’s Bay.

Allí me esperaba algo de lo más interesante de Jamaica. Al no encontrar alojamiento, unos muchachos me dijeron que podía quedarme en su casa. Yo les había dicho que iba corto de presupuesto, y ellos, sinceros y honestos desde el primer momento, me dijeron que podía darles lo que pudiera.

Estuve unos días. Era una comuna auténtica de rastafaris, de 3 casas, en la que vivían 3 familias: un padre y su hija, unos padres con 3 hijos y Cucu con un amigo, Doggy. Nada más entrar en la casa de Cucu, el más joven, un espabilado muchacho, dueño de la casa, a la que no le faltaba nada, me ordenó una habitación y me puso sábanas limpias, me trató fenomenal. Estaban todos los niños de la comuna alrededor de mí y me miraban con risas. Yo tenía todo lo que quería, una ducha exterior bien potente, agua, me dieron cena y charlamos un rato. Se sentaron a liarse un porro y me hicieron un té riquísimo y dulce. Yo pensaba que sabía liar pero cuando lié uno, Cucu, callado, con un silencio sonriente, hizo paso a paso delante de mí un majestuoso cigarrito con tal artesanía que me hizo saber que yo no tenía ni idea. Cortaba la hierba y la desmenuzaba con un cuchillo que siempre llevaba en la cintura, añadió algo de hoja de tabaco natural que le daría el sabor ideal, le cortó la punta como si fuera un habano, y me lo ofreció. Era perfecto. Mi silencio otorgó el respeto a los verdaderos sabedores. Nos reíamos y les propuse ver una peli en una tele que tenían, pues me apetecía tener la sensación casera de peli de suspense: me sentía en casa.

Tenían una granja donde cultivaban marihuana y tabaco que consumían y -supongo- vendían. Se levantaban a las 5am, iban allí y no volvían hasta el mediodía.

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Se quedaron dormidos viendo la peli.

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Cuando me levanté me habían dejado el mejor desayuno posible: Ackee con atún y riquísimas tortas dulces. Bueno, y lo otro, que yo evitaba durante el día.

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Los niños me calentaron el desayuno en el microondas y me hicieron compañía. Me inspiraba ver lo bieeen que se llevaban todos los niños, cómo se querían y se besaban entre hermanos, y cómo se ayudaban. El hermano mayor se encargaba de supervisar y de jugar a ser el hombre de la casa cuando no estaban los mayores, incluyendo fregar todo y mantener limpio. La hermana mediana se encargaba de la hermana menor, un bebé, que era espectacular y me daban ganas de achucharla todo el rato.

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Decidí ir a una playa cercana para pasar las horas de calor y me lleve a los niños conmigo para entretenerlos. Y a mi perro (uno de los perros que se me acoplan sin preguntar y me siguen a todas partes). Lo pasamos muy bien: comíamos mangos frescos de los árboles y buceábamos, y si: se puede jugar a los castillos de arena con 32 años. Claro.

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La tranquilidad que había en el lugar y el sentirme como en casa, uno más de ellos, todo el tiempo, hicieron que quisiera quedarme mucho tiempo, ayudándoles a construir y arreglar las casas, a lo que fuera… se me ocurrió quedarme, ha sido uno de los primeros lugares donde me sentí demasiado bien.

Continuará.

4 comentarios en “En familia

  1. Ohhhhh Dani… qué pasada, qué bonito… si vuelves a encontrarte un lugar así quédate con ellos. No cualquiera puede ser parte de un lugarcito así… se te ve bien integrado entre la raza negra. Oye pero y quién hacía esas fotos tan chulas en las que sales tú…? los niños??

    Me ha flipado la foto de la cara de la bebé. Auténtica

  2. Es bonito que la tentación de quedarse provenga de las ganas de hacer cosas por otros y no de un proyecto para uno mismo. Así, supongo, nacen las sociedades sanas y prósperas del animal político que somos. Pero sólo si lo que hacemos por el grupo nos realiza como individuo al mismo tiempo estaremos realmente aportando lo mejor de nosotros mismos y los frutos serán saludables. Descubrir qué es lo que nos realiza como individuos dentro de un grupo es el gran viaje de la vida, y los kilómetros se hacen en las entrañas del alma, en sus recovecos, siguiendo la indicación de conocerse a uno mismo.
    Ése es el viaje que más aprecio de los que estás haciendo y deseo que llegue el día en el que me enseñes las fotos que has sacado desde tus ojos preciosos que amo tanto como a los míos.

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