Vergasión!

La palabra «Verga» alcanza un uso, en América Latina, desproporcionado.
Ya desde Méjico vengo oyendo ‘Me vale verga’ que, como ‘Me vale madre’, expresan indiferencia.
En otro lugares es simplemente exclamativo, bajo sorpresa: ‘Verga!’.

Pero es sólo en Venezuela que han ido más allá, los cachondos, y bajo el mismo carácter exclamativo, amplían a ¡Vergación!.

No me digan que no se merecen un aplauso.

Pues era eso sólo, por hoy.

Las venas

Según avanzo por los países de América Latina, voy encontrando injusticia, opresión, abuso, pobreza, desigualdad, intereses, monopolios, dictaduras disfrazadas, oligarcas, hambre, miedo y cosillas varias, en mayor o menor medida. Historias contadas y escuchadas que muestran la cruel realidad de los pueblos que, sin salvarse ni uno, enfrentan situaciones que no hay por dónde coger.

Que una tierra tan generosa e infinitamente cargada de riquezas, aún después de los múltiples saqueos, siga siendo tan pobre e incluso tienda a empeorar, sólo puede ser por culpa del interminable abuso. Sin entrar en materia, he aprendido que el subdesarrollo de América Latina proviene del desarrollo ajeno. Lo he aprendido gracias a Eduardo Galeano, que tuvo el valor de hacer una recopilación de datos históricos que hasta ha sido perseguida, o perseguidos sus lectores; que a veces resulta exagerada hacia su lado, pero conviene para sacarnos del nuestro, en el que estamos muy metidos, o para al menos dejarnos más neutros; que aburre con datos numéricos y porcentajes pero que no tiene desperdicio y no sobra una línea. Una lectura obligada para todos aquellos occidentales que viven bien; para gringazos, para cualquier persona que no sea latina, pero sobre todo para ellos, los latinoamericanos, para que al menos sepan por qué, y sepan defenderse o encontrar el camino -qué utópico-.
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El mundo perdido

Finales abril 2014

Una brava mujer europea y yo habíamos llegado al mundo perdido.
Intercambiamos monosílabos y exclamaciones mientras avanzábamos despacio, pidiendo permiso con cada paso, no sólo al frente sino también bajo nuestros pies; había vida extraña por todas partes… y a la vez por ningún sitio.

Definitivamente, no es fácil describir Roraima.

Grandes peñascos negros se manifestaban a los lados, dejando pasillos por donde pasar, cruzándonos con una nube que se filtra por ellos y, según avanza, cambiando su densidad a más blanco y no ver a tres pasos, o a más abierto y ver a treinta.

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El primer organismo vivo que me llama la atención (pocos pueden sobrevivir en este ambiente hostil) es una ranita frágil y negra, diminuta, que es la protagonista de este lugar… Antigua y siempre aquí (200 millones años) es una forma de melanismo para protegerse del sol y mimetizarse, pues no salta: se arrastra.

Perdí a esa mujer. El instinto me llevó a otro lado, buscando mis primera vistas desde la cima. Era imposible: las nubes pasaban rápido a través de uno, cerrando y ampliando el círculo de visión alrededor en pequeñas distancias. Las nubes, definitivamente, tienen prisa.
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