Llegar a Jamaica

Creo que será mejor ir ‘grabando’ o registrando cosas sobre Jamaica para no generar más retraso del que ha causado Cuba. Una puesta al día. Seguiré añadiendo lo que pueda sobre Cuba al mismo tiempo, que es infinito, así que de vez en cuando, a comprobar la categoría ‘Cuba’!

Después de mi última aventura en Cuba, una expedición a caballo por la Sierra Maestra, las famosas montañas históricas de Cuba donde se desplegaron los revolucionarios, llegué a Jamaica y en seguida añoré el calor cubano y de sus gentes, así somos los latinos, hacemos una diferencia bien notable en el contacto social.

En Kingston no me dejarían pasar sin una reserva hecha en algún hostal (esas cosas de inmigración) y de milagro que no me pillaron sin vuelos de salida del país, al estar ya viajando ilegalmente con vuelos de salida falsos para tener más libertad de decisión en el día a día y no tener que pensar cuándo ni cómo… especialmente queriendo salir a vela de la isla.

Sin embargo en Jamaica estoy empezando a dejar flotar de veras mi decisión de no saber dónde voy a caerme muerto la siguiente noche y confiar en los sucesos. Ésto te abre bien los ojos, pues requiere que estés atento a TODAS las señales que puedan acercarse. En la última fase de mi vida había olvidado fijarme en las señales, en los pequeños sucesos del misterio de la vida que pueden cambiar tu día. Solía hacerlo más de niño y adolescente, pero desde que los hombres grises empezaron a robarme mi tiempo, es una práctica que estaba olvidando, concentrado en ahorrarlo y con la vista sólo concentrada en el futuro o el pasado.

Desconfiamos de quien se acerca repentinamente y le esquivamos, y si nuestros planes cambian por alguna razón, nos ponemos de mal humor y maldecimos al culpable, pues ya andamos con retraso o ya no podemos hacer lo que pensábamos hacer. Muchas de esas veces, los sucesos alternativos que reemplazan a los originales, son mil veces mejor. Casi todas.

Yo llegaba a Kingston por la tarde de un lunes sin un duro, pero ni una moneda triste de ningún país, sin saber dónde iba a dormir, y sin saber ni qué moneda ni que cambio tiene con el euro ni ná de esas cosas. Por no decir que desde que me largué, no he tocado una guía de viaje, ni lonely planet. En el mini avión en el que iba, de unas 12 plazas (única manera factible de llegar aquí desde Santiago de Cuba), una chica intentaba preguntar en español por los baños al azafato cubano, simplemente por practicar y ver si era capaz de ser entendida en nuestra gloriosa lengua… a la tercera vez que no le entendía, la ayudé. Resultaron ser dos noruegas, encantadoras y educadas como son allí, pero que no tenían nada que ver conmigo y que llevaban guías, dinero en euros para cambiar al llegar, y sabían el cambio exacto de ése día entre dólar jamaicano y euro… es decir: preparadas. De hecho no creían que nadie pudiera llegar a un país ‘sin dinero’, porque, quién sabe?
Pues precisamente: no saber!.

Pero iban a uno de los únicos hostales de Kingston que hay, y trás!, era el único que me había recomendado una chica en Cuba que había estado en Jamaica, y que tenía un nombre que no se puede olvidar: ‘Reggae hostel’. Ya tenía dónde dormir, cómo compartir un taxi de ida, información práctica y compañía para pasear.

El hostal (8 Burlington ave., lo recomiendo) era una casa individual con jardín pero habilitado para mucha gente y habitaciones. Lo recomiendo porque es el sitio al que está bien llegar cuando se busca complicidad: todos se juntan, te ofrecen planes, salen juntos por la noche, y tiene un barecito atrás muy agradable. La gente es muy maja y ayudan con info del país, y hay muy buena onda. Yo salí a buscar un laundry (lavandería) que no encontré (hay un post próximamente sobre la ropa) y me llevé una sensación desagradable con la gente.

Primero hablan Patuá, que es su inglés propio, hiper-acentuado, africanizado, que suena genial y parece que estás oyendo una intro de un tema de reggae o dub reivindicativo cada vez que abren la boca… Pero muchas veces te quedas como si estuvieran hablando japonés. Hay que hacer un esfuerzo bruto por saber qué cambian exactamente de las palabras, y cómo acentúan cada terminación para empezar a entender algo. Ellos mismos hacen un esfuerzo por hablar inglés estándar inteligible para el turista, pero no siempre. Si ellos quieren, tú no entiendes nada.

Segundo; pareciera como si te hacen un favor cada vez que les preguntas algo, como que les cuesta dedicarte tiempo, esto es algo occidental, ya se va viendo. Luego al final son educados, pero a primeras cuesta. También tuve mala suerte y esto pasa en Kingston y no me ha pasado más en el resto de Jamaica. Se dice que en Kingston el blanco no es bienvenido y esto puede tener que ver. Me miraban raro. Pero fue genial saber lo que se siente al estar en el ‘otro lado’, al ser negro. Prometo que aún no he visto ni UN blanco local en Jamaica desde que llegué, a parte de otros turistas. Es el paraíso negro, el país del esclavo africano que se rebeló en el Caribe y construyó una sociedad, un modo de vida, un estilazo y una apariencia geniales, hasta una religión moderna (el rastafari es un movimiento considerado como religión, extendido y que adora a Jah, abreviatura e Yahveh, un dios con diversas encarnaciones, la última en Haile Selassie, emperador etíope). Bob Marley también llevaba todo esto dentro, según aprendí en su museo.

Tercero; vengo de Cuba, oasis en el Caribe, diferente a todo, y aún dentro de este mar, más diferente si cabe a Kingston, que es de los lugares caribeños más desarrollados, occidentales, y quizás raros por oír el inglés y porque los coches vayan por la izquierda :) … así que me costaba adaptarme. Jamaica es igualmente único y y especial, increíble ahora que estoy en la montaña escribiendo, adorables sus negrazos rastafaris en ambiente rural… pero viniendo de Cuba, me chocó, demasiadas diferencias de golpe… El capitalismo volvía a aparecer de entre las sombras, todo se hacía por dinero, todo era caro, y la gente no daba las gracias o al menos era agradable para que te doliera menos la hostia que te acababan de dar en el bolsillo: no tenían por qué. Que conste que no critico Jamaica, critico Occidente.

En fin, había oído que en Kingston no hay mucho que hacer o ver, y no estaría allí más de un día.
Después de encontrar la lavandería cerrada, salí por la noche con los mozos del hostal a un lugar que era para contarlo. Yo esperaba mucho reggae y rastafaris pero me dejé llevar a un lugar donde la música es una especie de reaggetón moderno con más reggae de lo normal, pero insoportable igualmente. La música en Jamaica ya no es lo que era, ahora se escucha ésto al menos entre los jóvenes o en estos ambientes. Llegamos y estábamos sólos, y después de flipar con lo que estaba pagando por una copa, aún siendo un país barato comparado con Europa, aparecieron los locales. Cieeentos de negros llenaron el lugar de golpe, el dj era bueno en técnicas pero la música una basura, y el rollo era éste de los vídeos de negros con cochazos yeah, chicas llenitas, con muy poca ropa o dejando ver demasiado, pero super horteras, y motos pepino con una chicarrona detrás que pone el culo en pompa contestando con un ‘este es mi chico y mi culo‘ al ‘estas son mi moto y mi chica‘ del conductor.
De repente uno se puso a acelerar la moto mucho metiendo mucho ruido y salió así del lugar, por un pasillo que la gente dejaba en medio. Sólo faltaba una carrera de fast and furious.

Cuando por fin nos movíamos, todos iban a coger oootro taxi a oootro lugar, y yo me escapé andando hasta el hostal, pues ya me orientaba en la ciudad, bendito mi sentido, con algún otro que se vino. A pesar de lo poco recomendado que es caminar a las 2am por Kingston teniendo mi color de piel, no tuve problema. Es increíble que Jamaica tenga el segundo mayor índice de criminalidad de América o el mundo: debe ser por Kingston únicamente…

Quería ver la casa de Bob Marley al día siguiente y largarme de allí. Lavé algo de ropa interior y una camiseta con una manguera del jardín y a la cama. Recuerdo mirar mi correo y lo cómodo de tener internet en el hostal, increíble después de Cuba…
Después de sentir a Bob Marley en su casa, ver su cama, su ropa preferida, su sala de ensayos; toda su historia, testimonios, fotos inéditas desde niño, jugando al fútbol, su boda y hasta su triunfo artístico; su cocina y sus cacharros originales; sus premios internacionales por su música y su mensaje de paz al mundo, y muchos recortes de periódicos en una habitación donde me enteré de que fue a Ibiza en el 78 y la entrada era de pocas pesetas, me perdí paseando por la zona, cuyo único interés era observar las maravillosas montañas que rodeaban a la ciudad, isla adentro. Ya me preguntaba, y ahora qué hago?

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Casa Bob Marley y paseo por Kingston

Mientras empacaba en el hostal sin saber a dónde ir, apareció una chica americana algo excitada que había estado en unas montañas y había visto un amanecer increíble. Al principio no le dí importancia pero luego me dí cuenta de que sus ojos brillaban al contarlo, y noté que era una señal. Ya sabía a dónde iba.

Cuando la mini-van (furgoneta pequeña de 3 filas para transportar gente, muy usada en este país) partió de Kingston un rato más tarde, estaba un poco malhumorado porque ya era de noche y quería disfrutar de las vistas, me habían cobrado algo más, y estaba con mi mochila en el último asiento de la esquina de atrás, con 2 chicas grandotas al lado, sin poder moverme y sin espacio, si poder abrir la ventana, con 15 negrotes en el vehículo, es lo más cerca que he estado de la claustrofobia en mi vida, curioso, simplemente porque si quería salir de ahí necesitaría muuuucho tiempo, o estaría fuera de mi control.

Pero de repente la van se metió por las montañas y estaba como loco intentando ver por la ventana algo con la oscuridad, lo único que veía era la silueta de montañas peleonas y abruptas alrededor, casas con lucecita por todas las colinas, en alturas increíbles a las que no imaginaba como llegaban, la luna creciente diminuta como la sonrisa del gato de Alicia, y estrellas que se veían bien. Pero también una carretera desastrosa, con curvas muy chungas, sin quitamiedos y con caída de muchas vueltas de campana y explosión final como en las películas. Me puse a pensar en lo que quedaría de mí en esa posición del vehículo y si podría salir por esa ventanuca en caso de necesitarlo… pero me calmé al ver que los jamaicanos con los que iba, poco a poco, empezaban a canturrear las canciones de la cinta (cinta) que tenía el conductor. Eran canciones tipo soul, de las que alegran el ánimo, con voces corales y esas cosas. Fue de los primeros momentos en que les cogí cariño a los jamaicanos, de repente les vi de otra manera; les vi en su día a día, vi que iban a su casa después de trabajar, en malas condiciones, chateando con el móvil, y que tenían su forma de ser, y que mis primeras sensaciones negativas simplemente eran por el cambio y lugar, pero que ellos simplemente son diferentes y es su manera de hablar.

Los jamaicanos son super religiosos, cristianos a fondo, y esa alegría gospel de las iglesias negras estaba allí en la van. Sólo les faltaba cogerse de las manos y mover su cabeza a los lados con el ritmo. He visto muchas iglesias (parece ser el país con más iglesias por kilómetro cuadrado) y a mucha gente dando misa en la calle, predicando la palabra divina y sintiendo a Dios al estilo negro: muchas veces el fanatismo hace que entre las montañas, donde estoy ahora, se oiga a un predicador gritando y a gente repitiendo su palabra con él (con una banda de músicos aficionados); el otro día vi a una mujer que predicaba sóla en la calle, y una noche vi una misa callejera donde una mujer predicaba y lloraba en éxtasis. El taxista que nos sacó del aeropuerto, tenía una bíblia de estas gordas, viejas, tapas azules, letras doradas en portada ‘Holy Bible’ y la tocaba antes de conducir.

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Predicadora callejera y misa nocturna callejera en Mavis Bank.

Al salir de la van me ayudaron con direcciones y no pude evitar decirles un ‘bless u all’ al despedirme, sabía que les gustaría. (Dios os bendiga).

Miré adelante sonriente tras ponerme la mochila y vi frente a mí la que ha sido mi base en las montañas hasta el día de hoy, en que ya me largo a otro sitio: Mavis Bank. Aquí viven pocas personas y no puedo hacer mucho pero las estrellas se ven al nivel de La Encomienda, ojo. Desde aquí planearía una expedición al pico más alto de Jamaica, que sería con seguridad ya de las más importantes de esta aventura: mi ascenso al peak (próximamente).

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Mi base en Mavis Bank.

4 comentarios en “Llegar a Jamaica

  1. que alegria tan grande volver a leerte . sigue,sigue. sigue . muy interesante el post de cuba y jamaica. estoy feliz por ti . te quiero infinitamente y te recuerdo en cada atardecer encomiendil . ( me encantaria lavarte la ropa ) mil besos

  2. …me entran ganas de ir contigo algún día a la Encomienda… parece que alli hay estrellas y lunas llenas tan impresionantes como en otros lugares lejanos del planeta… no?

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