Porque por ejemplo, lo grillos jamaicanos se pegan con los españoles porque unos dicen que hay que hacer politono y los otros que no, que monotono.
Es el sonido de Jamaica hasta la fecha. Cuidado con los politonos, hipnóticos.
Esa creencia religiosa jamaicana que leíais en un post anterior se ve aquí reflejada en estos dos sonidos;
El primero, la mujer que predica sóla en la calle para los suyos, haciendo su propia labor cristiana.
El segundo, la misa callejera que mencioné, desde la distancia en la montaña. Es una mezcla de la noche en el hostal, donde los protagonistas eran los grillos, los perros lejanos, una música reggae lejana en algún punto del valle y éste señor que se desgarra la voz para llegar a sus oyentes, con muchos Aleluyas también, y con esa sensación de gran Fe que tienen, como si cada vez que dieran una misa estuvieran cambiando el mundo y llegando al Señor, entre lágrimas.
Las frecuencias contínuas y altas, como las de los grillos, pueden verse en la parte alta del espectrograma.
Camino y camino por Camagüey, buscando esas fantásticas estampas cubanas que no se me van a olvidar nunca.
Hasta una vía de tren, encuentro. La vía obsoleta apenas se mantiene derecha, y niños y perros juegan sobre ella. Me pregunto si podrá sostener un tren, permitir su paso.
Caminando sobre ella, llego a la estación, que como tantas cosas, se cae a cachos, pero muestra altiva su fase de plenitud, pasada, del pasado.
En la vía misma de la estación me parece oír un ruido fuerte, y de pronto, el paso a nivel se mueve. Uno de esos antiguos trenes cubanos con tanta gente se aproxima en la distancia y me preparo para grabarlo en el cruce.
Las barras bajan, la campanilla suena, el trafico se detiene y el tren pasa. Se mueve desesperantemente lento, y veo como su interior no es precisamente cómodo. Es muy viejo, y algún local no me recomienda usarlo, pues me podrían robar.
Después, el tráfico se reanuda y la paz vuelve, a lo que paro mi grabadora y reanudo mi camino.
Ahorita ya sí!
El conjunto de vendedores de la Colosio es para hacer un post:
Algo de lo más interesante en este pobre barrio en el que vivo ahora en Playa del Carmen, es el sinfín de vendedores de cosas que pasan cada día por casa ofreciendo sus servicios de la manera más original… Una manera de contribuir a su propia subsistencia familiar pero con bastante humor. Agua, pan, fruta, las mil y una comidas cuyos nombres no podría enumerar, hierros o latas, helados, pasteles, gas… lo que sea por unos pesos! Pero lo grande es la manera de venderlos: con un micro en la boca canturreando una frase propia, con una grabación, una musiquilla pegajosa pero inconfundible, un canto a pelo para los que tienen buena voz, una bocina graciosa, una campanilla, y los más humildes simplemente dan palmas con las manos, pero claro: las palmas de uno no son las palmas del otro: el cliente ha de ser capaz de identificar el sonido de su vendedor favorito, y salir a comprarle además de hacer una labor social, y claro, platicar un rato.
No sé si lo he dicho y seguro ya lo sabéis, pero los mejicanos tienen un GRAN sentido del humor.