En lo relativo a las formas, hay nacimiento y muerte, creación y destrucción. Nuestros cuerpos físicos, árboles, plantas, naciones, civilizaciones, galaxias.
Lo mismo pasa en nuestros inevitables ciclos de pérdidas y ganancias. Hay ciclos de éxito, cuando las cosas parecen llegar a nosotros y funcionar. Hay ciclos de fracaso, cuando desaparecen nuestros bienes, seres queridos o lo que simplemente llamamos suerte. En este viaje, aunque quizás sólo sean percepciones optimistas del camino creadas por situaciones inolvidables o momentos pletóricos, encuentro mis ciclos altos, el seno creciente de la gráfica de mi presente. Pero sin embargo, existen momentos, creados por pequeñas enfermedades o inseguridades, planes rotos, bajadas de energía, incluso falta de motivación para escribir, en que mis ciclos también tocan fondo y los senos son negativos.
En estos momentos, dependiendo de mi estado de consciencia, me enfado, rebufo y los días son miserables. Yo mismo soy inconsciente de mi poder para cambiarlo, y una simple imposibilidad física o debilidad emocional me hacen perder el norte de yomelargo. Sin embargo, aunque tarde, acabo por descubrir que estas fases deben dejarse ir, simplemente para dejar espacio a que surjan cosas nuevas. Si me resisto en este punto, rehuso seguir el ciclo de la vida, y sufro.
La conclusión es que no es cierto que el ciclo ascendente sea bueno y el descendente malo excepto en nuestra mente. En la identificación con la mente, me resisto al Ahora negativo y creo un sufrimiento proporcional. Creo un dolor de resistencia inconsciente a lo que ES al dejar a mi mente juzgar mi ciclo negativo -ne-ga-ti-vo- y crear toda la negatividad asociada. Este dolor sobrevive con mi resistencia, y no puedo realmente luchar contra él porque crearía más conflicto interior.
La salida es observarlo y aceptarlo con una sonrisa, aunque sea forzadita -fuera de coña- en la boca. Es bueno reconocer este dolor y aceptar que está ahí sin pensar en él, sin juzgarlo, observando lo que pasa en mi interior, y siendo consciente de que lo observo. Así entiendo que esta fase es impermanente y tiene un fin, pues nada puede crecer por siempre. La gráfica no puede siempre subir, el seno(x) medianamente estable es la realidad obvia en los ciclos de la vida. Dicho de otra forma, la subida no puede existir sin la bajada. La bajada es esencial, vital para la siguiente subida, así que acepto esta bajada con su negatividad como parte intrínseca de mi Ser. A veces me doy cuenta demasiado tarde y ya he sufrido de más, pero aprecio mucho darme cuenta. Saber que va a pasar y observarlo como quien observa a su pareja pesimista cuando está de mal humor con una sonrisa y le hace reír, aceptándola y sabiendo que es parte de la vida.
Son caras de una misma moneda de acero, el éxito está detrás del fracaso y viceversa. Tarde o temprano vamos a fracasar FIJO. Así que esperemos el fracaso con los brazos abiertos, sabiendo que cada éxito eventualmente se convierte en nada, según las leyes de impermanencia. La no resistencia sería el estado de gracia contínuo, con el que soñamos, en el que no dependemos de que las cosas sean buenas o malas: simplemente llegan y se gozan, MIENTRAS DUREN. Tal vez se irán, pero cuando no hay dependencia, no hay temor a la pérdida -muerte-, todo fluye con suavidad.
Volvendo a la impermanencia, y al apego, la condición que me traía felicidad puede ahora traerme infelicidad. O puede desaparecer y hacerme sufrir. La prosperidad de las gentes hoy pueden ser el consumismo vacío y triste del mañana. Apegarnos a una condición -sea algo material, o nuestra mismísima juventud- va a traer sufrimiento. Según el budismo y mi Vipassana personal, la felicidad es ‘dukkha’ (sufrimiento), y son inseparables. Felicidad e infelicidad son una misma cosa. Sólo la ilusión del tiempo las separa en mí gráfica sinusoidal, seno(x).
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Alfonso?