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1080
No todo son palmaditas para el DOC (department of conservation) de Nueva Zelanda.
Con la excusa de matar animales odiados en el país, cuadrúpedos que trajeron los blancos como el Possum o el Stout, acribillan la naturaleza amada con veneno por todas partes.
Lo sueltan a toneladas desde helicópteros en zonas donde caen sobre vias de agua, o donde pastan rebaños y vacas tranquilamente. Animales que mueren espumeando por la boca y cuyos dueños se llevan las manos a la cabeza, sin entender, como yo, semejantes medidas.
El veneno más utilizado se llama 1080 y es una cuestión de polémica en el país. Esto no llega a oídos extranjeros ni a los caminantes que visitamos las montañas, pero es una cruda realidad que saca de las nubes a los curiosos que preguntamos a los locales por el estado natural del país en relación a las últimas décadas y a su prospecto futuro, pues sé que es un entorno valioso en el planeta y por lo tanto, propenso a la extinción. Y las realidades hay que sacarlas.
La gente local dice, a veces, que el país está realmente acabado, haciéndome preguntarme cómo estaría en el pasado.
Que ya no se oyen ni se ven animales salvajes por los bosques. Que los bosques desaparecen con plantaciones. Por otro lado, es uno de los paises con más caza y pesca legal que he visto, pero suponía que con su control.
El DOC dice que los pobres possums, que me caen bien a mí, se comen todos los huevos de las especies voladoras y acaban con ellas. Y por otras razones, afectan a las flores, a los árboles. Y hay que aniquilarlos. Quieren volver atrás, corregir un error incorregible. La naturaleza es sabia, digo yo. Incluso en las mejores rutas para alpinismo, en las famosas ‘Great Walks’ se ven contínuamente carteles de peligro, pintando un paisaje perfecto sin possums y otro estropeado con los possums. Mensajes de ‘no dejar a los niños solos por si se envenenan’ o ‘peligro de muerte para perros’. Calaveras, trampas cada 30 metros. Aguas contaminadas y que no pueden beberse.
A veces huelo a muerto en el camino y sé lo que ha pasado.
Todos los cuadrúpedos del país fueron introducidos por los hombres de occidente, como el pino.
El pino crece inquisitivamente, se sabe, y puede acabar con árboles locales rápido.
Se ven pinos arrancados en ciertas comunidades, otros muertos con veneno en los troncos, para mantener a raya la especie. Pero en la loma del valle de enfrente, se ven plantaciones de pinos masivas de las que se talan cada 25 años por madera. Con los fuertes vientos del país los pinos pueden extender sus territorios en poco tiempo.
Y otras cosas que no se entienden pero que solo quedan en las demasiado confiadas manos del impecable DOC de NZ.
Así que, simplemente por que conste, incluso en los paraísos naturales de nuestra Tierra donde parece que todo es intocable, también huele a muerto. Agarrémonos!
Pacto-natura promo
Beekeeping
08 Diciembre 2015
De la familia de la granja de Kaikoura, de la que me voy despidiendo con pena, por ser todos perfectos incluyendo a la perrita, con la que me despertaba por las mañanas aullando los dos en la cama como locos, saqué el contacto de un veterano ‘beekeeper’.
Y es que otra de las intensas experiencias cognitivas que pueden desprenderse del mundillo del wwoofing es la de la apicultura. Este hombre, uno de los grandes apicultores de la isla sur, se dedica a producir miel de manuka, esa flor diminuta blanca autóctona que pobla con su arbusto/árbol gran parte de Nueva Zelanda. Su sabor y sus propiedades la han hecho famosa en todo el mundo. Hay una variedad, kanuka, que se aplica directamente en heridas y las cierra que da gusto. Ambas son hiper caras.
Acordamos que ayudaría a este hombre -no recuerdo el nombre, y me jode mucho- en su labor un día de Diciembre, y a cambio, él contestaría mis muchas pero bien administradas preguntas y me enseñaría los pormayores de su profesión.
La denominación la da un control si la miel tiene un elevadísimo porcentaje de manuka -nunca sabemos dónde van nuestras abejas, se mueven en un radio de pocos kilómetros y pueden pasearse por otras flores- y hasta hace unos años la producía orgánica. Desgraciadamente, hubo una plaga hace poco y han tenido que recurrir a unos repelentes químicos en todo el país, lo que le quita esa maravillosa cualidad. Pero la miel está igual de exquisita.
Es primavera y hay trabajo. Nos movemos durante horas por valles cerrados y privados con los que Jansel, llamémosle, tiene permiso de colmena. Evidentemente, son zonas donde reina la manuka. Las colmenas están separadas por distancias calculadas y paramos largo rato en aquellas que necesitan cambio de cajones. Cada colmena es una serie de cajas apiladas verticalmente, y hay muchas en cada lugar. Las cajas tienen unos marcos extraíbles dentro donde por ambos lados las abejas forman su perfecta estructura de cera y almacenan la miel, entre otras cosas.
Hoy, por ejemplo
28 Noviembre 2015
Hoy, por ejemplo, en la granja de Kaikoura donde estoy de wwoofer, han nacido dos cabritos y la madre me vigila y me mira raro. Se suman dos a una familia en la que cada cabra, como cada animal, tiene nombre y personalidad: la granjera es una tía con humor. A veces tenemos que ir a buscarlas porque se meten en el camino, sobre todo Jimmy el muchacho, con el que, hoy también, he ido a cazar conejos con arco y flecha, sin éxito.
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01 Diciembre 2015
Hoy, por ejemplo, es mi día libre de la semana en la granja y he ido en bici a dar la vuelta a la famosa península de Kaikoura, donde he podido probar langosta (kaikoura, en Maorí, significa comer langosta, está lleno), ver paisajes locales exquisitos y extrañas playas y algas, y ver increíbles colonias de aves y focas a sus anchas.
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05 Diciembre 2015
Hoy, por ejemplo, en la granja, han nacido dos pollitos de una gallina que no empollaba mucho y nos ha sorprendido. Los hemos puesto puesto a parte con ella para que tengan su espacio con cariño.
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Hoy, por ejemplo, me iba de la granja. Pero se van todos a un concierto en Christchurch y me quedo el fin de semana solo, así que me he ido a despedirme del lugar por todo lo alto, en un refugio de las montañas que vemos desde ‘casa’, viendo la península pequeñita en la distancia iluminada por una retorcida puesta de sol que desbanalizaba completamente no solo aquel día sino mi existencia.
33 lunas llenas
27 Noviembre 2015
Kaikoura, Nueva Zelanda
¿Dónde estaré cuando tenga 33 años? -Me preguntaba hace mucho tiempo.
¿Qué estaré haciendo cuando lleve 33 lunas viajando? -Me preguntaba durante este viaje.
Para que conste en mi diario, estoy haciendo wwoofing en una granjita familiar entre el océano y las montañas nevadas de Kaikoura.
Hacer wwoofing en NZ es genial en prácticamente el 100% de los casos. Las granjas son casi todas preciosas, las casas bonitas, sus entornos brutales, es un país con tanta costumbre granjera por la fertilidad de la tierra y su clima que la mayoría de la gente está concienciada con la autosuficiencia, la comida orgánica y la energía. Además, son grandes amantes de la naturaleza y la respetan y quieren limpia, y es fácil y bonito vivir entre colegas ecologistas.
En la granja, Rick y Liane llevan 10 años construyendo su casa (él) y su huerta (ella), y son padres tardíos con un hijo de 8 años, Jimmy, que está a punto de llegar de la escuela y venir a verme para jugar, salir, ir en bici y jugar al moderno conecta-4 de 3 dimensiones que se lleva hoy. Antes no me gustaban los niños, ahora me es fácil ser uno cuando me junto con ellos, como con Jimmy, no me avergüenzo, fluye. Ayer fuimos a ver el mar un minuto en bici, cruzando las vías del tren que pasa junto a él, haciendo derrapes y tirando piedras a las olas.
Hay trabajo. Hemos limpiado el polytunnel, los gallineros, los refugios de las cabras y con todo el suelo recogido (paja y cagadas) estoy haciendo mulching en los árboles frutales: limpiar en torno al tronco las malas hierbas (weeding) y esparcir el mulch como fertilizante y colchón aislante, que evita nuevas hierbas entre otras cosas. Es una de las mil maneras de practicar permacultura y granja biodinámica, reciclaje de materiales, composting, conceptos que son comunes aquí pero que mucho nos falta allí para adoptarlos: y ojo, porque son el futuro.
Hay un pinar pequeño frente a la casa y allí hay una caravana antigua, es super común en todas las fincas. Se han reciclado como pequeña vivienda mientras se hacen una casa o para invitados. Yo vivo en un hangar a parte, donde vivían ellos mientras se hacían la casa. Es un polytunnel (así llaman a los invernaderos semicirculares) de madera y chapa, genial forma. Veo el mar por un lado y las montañas y su casa por el otro.
Ayer encontré un telescopio y me decidí a mirar a la trigésimo tercera luna llena a los ojos, al salir. Así que la luna 33 es así, y así ha sido saboreada, como las fechas importantes.
La hidroeléctrica del Tapajós
No soy muy de postear peticiones comunales, pero en esta ocasión, me atañe personalmente por ser una tierra conocida y de amigos, y quisiera pedirles una firmita con el sistema de ‘Salva la selva’ para evitar la destrucción de comunidades indígenas en el Amazonas.
Los jueces y el gobierno no escuchan a estos indígenas pues están sometidos a intereses y otros tipos de influencias, aunque se garantiza por ley el derecho a consulta de los damnificados.
Los indígenas comenzaron entonces ellos mismos a demarcar su tierra por su propia cuenta. Y las autoridades continúan entregando concesiones de tierras a empresas para talar bosques que quedarán inundados por la represa. La licitación para la construcción se ha pospuesto.
¿Les ayudamos?
Bienestares del valle sagrado
16 noviembre 2014
El Valle Sagrado de los Incas, en los Andes peruanos en realidad son un montón de ríos y vallecitos donde se asientan un sinfín de pueblos indígenas.
Al llegar al valle también se puede ver el mestizaje en arquitectura y cultura de pueblos coloniales. Cusco es la primera ciudad que me parece verdaderamente bonita e irresistible en el país. Grandes calles bien acabadas, un gran trabajo de urbanismo, grandes plazas y calles mágicas, con gran oferta en todo tipo de tiendas y comidas, hostales cucos y con estilo, casas de piedra y bonitos balcones de madera.
El valle es rico y apropiado para el cultivo, y los incas conocían sus cualidades climáticas. Es hogar de cientos de hectáreas donde crecen con un clima especial miles de especies locales que hacen perderse a uno en nombres y estudios. Desde que entré en el país, oía a la gente hablar de plantas, granos, harinas, semillas y hierbas que jamás había escuchado. Entendí la riqueza vegetal del país y el por qué del asentamiento de tantas personas interesadas, de hecho esta riqueza es, creo, una de las fuentes de las que proviene la profundidad sanadora y espiritual del Perú.
Lo más interesante del valle Sagrado, en realidad, para mí, es el extensivo aprovechamiento de la tierra para el cultivo de una manera muy cuidada, esforzada, personal, con cariño, obsoleta diría: sin máquinas. Las altas colinas empinadas y las bajas zonas planas tienen verdes claros y oscuros de plantas jóvenes y listas para recolectar, y aquí y allá se ven a las personas agachadas con su herramienta en la mano, con paciencia y buen humor, sacando el sabor natural de los vegetales con cariño y dedicación. Junto a cada casa hay una chacrita familiar con algo que crece con una sonrisa, fresco y respetado por todos los vecinos, sin envidias ni tentaciones.
Cabe decir que Peru es uno de los países que más se resiste al ataque y terribles fines que los increíblemente expansivos ogros de Monsanto con bloqueos a GMO’s, y no es para menos: es uno de los líderes en exportación de productos ogánicos y en variedad de semillas.
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