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The world is sound

Adios, enes

Bueno, ya.

Después de un año y medio y miles de kilómetros caminados, con sus populares bailes, y cientos de fotos luciendo en mis pies, las enes han dicho que no pueden más.

Ni pensar en abandonarlas en un lugar basuresco. Se merecen otra cosa.

Hay un lugar en Río, por donde pasan miles de personas al día, que es muy colorido. Las famosas escadas de Selarón atraen a la gente por su colorido y sus millones de azulejos provenientes de todo el mundo, cientos de España por cierto.

Así que, siguiendo con la tradición, las elevé, y allí siguen.

El verdadero mundial

El verdadero mundial no está en el Maracaná, ni en ninguno de los estadios que han sido construidos en medio de la nada, con chabolas al otro lado de la calle, como éste que vi hace poco en Manaos.

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El verdadero mundial está en los garotos de piel oscura que juegan allí donde aparece una bola y que nunca llevan nada más que un pantalón, cuando se les cae la bola al agua y la miran desconsolados, como un perro con las orejas levantadas, hasta que a un héroe le ganan las ganas de meter otro gol y se tira a por ella.

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Cometas

6 JUL 14

De todas las favelas de Río salen, incondicionalmente, montones de cometas (pipas) que vuelan en el cielo, a unas alturas incomprensiblemente altas. Son cometas de las clásicas, romboidales, con una cola, hechas a mano. En alguna película he visto que, cuando una cometa baja, es una señal de alerta en la favela. Se mueven al son de los tirones que los niños les pegan al hilo. Están en el medio del paisaje cuando miro la puesta de sol desde casa, o desde mi barrio.
Ésta es una de las cosas más especiales que he visto en Río.

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Volar

Abril 2014

Fue tan sólo hace unos 80 años.

Jimmie Ángel se puso en contacto con unos exploradores españoles para sobrevolar un hallazgo que se atribuye unas veces al siglo XVI, por parte de España, y otras al XX. Lo que está claro es que hasta hace dos días, sólo los indígenas disfrutaban del lugar más espectacular del mundo para muchos: la Gran Sabana de Venezuela, sus Tepuys y el famoso salto del Ángel.

Los Tepuys (monte en Pemón, lengua indígena local) son montañas inmensas y aisladas que terminan con abruptas paredes verticales que parecen haber sido empujadas desde abajo por alguna fuerza brutal. Son las formaciones expuestas más antiguas del planeta, su origen data del Precámbrico (violentos choques de placas), y a lo largo de la historia, la meseta entre la frontera norte del río Amazonas y el Orinoco se erosionó, formando estos tepuyes. El aislamiento y las condiciones únicas de sus cimas hacen que sean lugares literalmente ‘de otro mundo’.

El cabezón de Jimmie Ángel, estadounidense, puede estar contento: el salto de agua más grande del mundo, con casi un kilómetro de altura, cayendo al vacío desde el majestuoso Auyantepuy, lleva su nombre. El Salto del Ángel no se llama así por otra cosa, por decepcionante que parezca. Jimmie quería llegar al salto y aterrizar en lo alto del Auyantepuy, y lo consiguió, incrustándose con un aparatoso accidente en la cima, que no dejó víctimas pero necesitó un rescate y ocasionó que las noticias dieran el nombre de un pesao a una de las proezas mas brutitas de la pachamama, Natura.

En el aeropuerto de Ciudad Bolívar, peleando con gente para buscar la manera más barata y afortunada de llegar a semejante lugar, me encuentro la avioneta de Jimmie, como homenaje, lo que me motiva aun más.


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Futebol em Rio

Ésto es lo que piensa muchísima gente del mundial en Brasil, no sé lo que llegará fuera. Primer día.

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Con esta algarabía:

Yo, en el medio, apoyo la moción, pero para mí no pasan desapercibidos detalles como éste:

Lo bueno de Río es poder levantar la vista y mirar a cualquier parte, un lujo al alcance de todos. Después, sale mi primera luna llena en Copacabana, la gente camina, bebe, y grita. Yo, sólo, con ella.

Así, a mí un 5-1 me resbala.

es ésto, ya.

La vida es ése momento en que te das cuenta de que todo eso que no tienes y que estás buscando, lo tienes y te está pasando. Y que aunque no concuerde en género y número con lo que buscabas, es éso.

Son momentos muy breves, son iluminaciones, quizás. Ya ni recuerdo ninguno con claridad, pero sé que me ha ocurrido hace poco y había mucha luz iluminando unas hojas. No recuerdo más, pero creo que no fue la única vez.

Es como un sueño que has de remembrar al despertar, para volcarlo al disco duro del día a día, que es el que sí se puede recordar fácilmente; no como la otra, la jodía, la RAM del sueño que en seguida es sobreescrita por memeces, no vuelve.

Es muy efímera la impresión, hay que estar atento y, cuando llega, quedarse inmóvil, dejar de respirar, como si se nos hubiera posado un morfo costarricense iluminado en un brazo, observarlo con toda la atención, pues somos conscientes de que se va a ir,
y no vuelve.

Así que lo que queda en ése instante es felicidad, pues pocas conclusiones pueden sacarse más allá de que ‘está todo bien‘, ‘lo estoy haciendo bien‘, ‘todo va a ir bien‘ ó ‘es ésto. ya.‘.

Es un momento espiritual, al final no hay nada más espiritual que una hoja iluminada. Un día soleado en el que la batalla por ser y tener es despejada a golpe de trompeta victoriosa por la presencia consciente, los cuerpos muertos de los guerreros por el suelo han muerto por algo y no en vano; la gloria futura y la perfección inalcanzable y frustrante se acallan ante la simplicidad, ante un microscópico presente que sopla diciendo ‘ésto es real, estás viviendo’, y que no se puede romper.

Al final es, todo, un momento, un instante en primera persona a través de tus ojos, los inocentes, los de tu niño: los sabios. Los que no esperan más que ésto,

los que saben que no hay más que ésto.

ENTRE LOS ÁRBOLES