Finales Abril 2014
La gran sabana de Venezuela es el lugar en el que cualquiera querría tener un auto para perderse. La gasolina es «gratis» y el lugar ofrece carretera y caminos, innumerables cascadas, piscinas naturales, paisajes planos preciosos, ríos y tepuys en el horizonte.
Pero yo no tengo auto, y el poco dinero local que tengo lo guardo para mi próximo objetivo: el tepuy Roraima. Camino tranquilo antes del amanecer por la única carretera que cruza la sabana hacia el sur, hacia Brasil. Un autobús me ha dejado de madrugada en un lugar con gente que vuelve de pasar la Semana Santa en el área: el conductor no me quiso dejar en un puesto militar porque no se fiaba de ellos (…)
A veces me lleva una familia encantadora que aprovecha el último fin de semana de vacaciones y sonríe sin parar. Otras, un muchacho que tiene que reacomodar su moto totalmente para mí y mi mochila. Una vez un autobús turístico lleno de venezolanos de diferentes edades y algo borrachos, hasta bebés cuya mirada inesquivable y constante me enamoraba, y con los que me quedé acampando el sábado por su gran simpatía. El resto de las veces, caminaba con TODO, acalorado, pero por una de las carreteras más motivantes que recuerdo.
Quería que pasase la Semana Santa para que se tranquilizase la zona, honestamente. Ese domingo final intentaría subir a una de las montañas más impresionantes del planeta, un gran tepuy ubicado en la triple frontera entre Venezuela, Brasil y la Guyana Inglesa: al final de esta carretera.
De las cascadas que conocí, recuerdo una bien alta que me dejó fantasear hasta su borde para sentir el vacio de caer con el agua. Nadar por debajo y ver la fuerza de la caída.
Recuerdo el lecho de un río casi seco, era plano y de roca y tenía piscinas pequeñas con renacuajos. La lluvia amenazaba por algún lado, y una vez más, sentí ese olor lejano de lluvia inminente que me recuerda tanto a Zamora: el paisaje no era tan diferente. Cubría tepuys y paisajes, mas sólo momentáneamente, después desaparecía y reaparecía en otro lugar con otra fuerte cortina.
Total, que llegué a San Francisco, poblado de donde salen expediciones al Roraima. Es completamente indígena y por tanto, muy interesante. Busqué gente local, guías, opciones para evitar la inercia que compra carísimos paquetes turísticos en la ciudad cercana con todo incluído en grandes grupos. La suerte sigue conmigo: conocí a un artesano que pintaba con fuego en la madera, cuyo hermano estaba interesado en subir conmigo. Puse todo mi dinero en la mesa, era menos de la mitad del tour. Aceptó, aún teniendo que separar para moto, hasta el comienzo de la ruta, comida y cocinilla. Me aceptó en su casa, me dio comida. Un gran hombre: sin duda le gusta el Roraima, pues creo que no va a ganar mucho.
Me quedé tan contento, esperando el momento de comenzar una travesía de tres días hasta la cima del Roraima, con un guía local, apuntando ser una de las historias del año, en un poblado que me ofrecía lo mejor de la cultura indígena: compartían historias conmigo y se interesaban por mí, sin huír cuando veían mi cámara.
Me puse a caminar por la carretera hacia un río cercano. El ancho río tenía un salto interesante de orilla a orilla, y los alrededores eran ideales para secarse después de un baño, paseando, explorando, dejando que las nubes se pasaran los colores unas a otras…
…dejé que cayera la noche, mañana partiría hacia otro mundo. Dejé que saliera la primera estrella, con paz…
…y empecé a volver lentamente por aquella carretera inolvidable, entreteniéndome hasta conseguir la foto perfecta, que mostraba la cruz del sur en la ruta: el rumbo actual de yomelargo. La línea blanca del suelo era mi guía y la única luz para verla salía a veces, artificial, de los destartalados vehículos venezolanos.
me encanta leer tu blog Dani, lleno de experiencias hermosas que espero vivir algún día. siempre he deseado emprender un viaje así, algún día, soy una chica con muchos sueños que ama lo desconocido. soy venezolana, te conocí en la gran sabana ( en ese »autobús turístico lleno de venezolanos de diferentes edades y algo borrachos» del que hablas) y me dio mucha ilusión ver lo feliz que eres al vivir de esta manera tan intensa y maravillosa, disfrutando al máximo de cada paisaje que miras, por que es la forma en que quiero vivir.
quisiera haber conversado contigo. espero que sigas con bien tu viaje por mucho tiempo mas, y espero algún día emprender mi propio viaje por el mundo.
con mucho cariño desde Venezuela :)
Wao Fabiana!
Los mejores comentarios son los que llegan de gente que he conocido, como tu, y se quedan con la aventura y leyendo este camino; sobre todo porque lo disfrutan, lo que me encanta.
Espero poder seguir mostrándote lugares mucho tiempo y animándote a viajar, al menos mediante el blog hasta que te lances a tu ruta…
Muchos besos y te espero en algún lugar!!
así sera Dani, seguiré disfrutando de tu blog hasta que llegue el día de recorrer mi propio camino