Importante palabra a mi paso por Birmania, tierra especialmente budista, ha de tener cabida en mi bitácora, como la meditación, pues no quisiera olvidar las cosas que he aprendido. Una introducción al budismo es necesaria:
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El budismo es una «doctrina filosófica y religiosa» no teísta perteneciente a la familia dhármica, fundado en la India en el siglo VI a. C. por Buda Gautama. Ha ido evolucionando hasta adquirir la gran diversidad actual de escuelas y prácticas.
Las enseñanzas de Buda se mantienen en un compendio donde se transcribieron sus discursos después de la iluminación, llamado Tripitaka (tres cestos).
Hay muchos estilos de meditación. Todas las religiones tienen algún procedimiento al que llaman meditación, pero la palabra está algo deteriorada por el tiempo. Como el yoga. Solemos pensar, en Occidente, que el yoga es tirarse al suelo a hacer posturitas complicadas. El yoga, sin embargo, es un conjunto de prácticas espirituales, la más importante de ellas, la meditación. He conocido el kriya yoga, el bhakti yoga, el hatha yoga (éste es el de los asanas o posturas físicas) o el karma yoga, donde podríamos encajar el budismo.
Lo que me atrajo del budismo en un principio, cuando era un vulgar ateo más de los tantos y mi punto de vista científico se superponía a cualquier visión trascendental de la realidad, fue que era diferente de las religiones teológicas con la que los occidentales estamos familiarizados. Era más una entrada a una realidad espiritual pero sin tener que pasar por deidades u otros agentes; se basaba en una observación de la realidad a nivel físico, algo perceptible con un trabajo extenuante pero con resultados también visibles. Su sabor era clínico, más en relación con la psicología que con la propiamente dicha religión.
El budismo que conozco en su técnica Vipassana es una investigación constante de la realidad, un exámen microscópico de la percepción. Aunque hay muchas distintas sectas dentro del budismo, se dividen en dos corrientes de pensamiento: Mahayana y Theravada. Las dos se expanden en diferentes zonas de Asia; Mahayana es el clásico en Japón, Korea, Vietnam, y su principal conocido sistema es Zen. Theravada es el extendido en Birmania, Laos, Cambodia, Thailandia, y es el que incluye la técnica Vipassana según transmitida por Buda. La literatura Theravada divide la meditación en dos tipos: en pali ‘Samatha‘ y ‘Vipassana‘.
Samatha se puede traducir como concentración o tranquilidad de la mente. Es un estado en que la mente se trae a descansar, enfocada en un objeto de meditación, sin dejarla moverse de él: un mantra, un canto,la respiración, una vela, una imagen religiosa, etc y todo lo demás queda excluido. Cuando se hace esto, se alcanza una calma general muy deseable, una rotura con todo que dura hasta que el meditador finaliza la sesión. Es genial y fácilmente alcanzable pero solo temporal.
Vipassana se puede traducir como introspección, consciencia de las cosas que pasan tal y como pasan. El meditador Vipassana usa la concentración como una herramienta con la que su consciencia puede acabar con la capa de ilusión que le separa de la realidad. Es un proceso gradual que lleva años y mejora esa consciencia -mindfulness- lentamente hasta una realización y transformación completa, pero es permanente. Esa liberación es el objetivo de todas las prácticas budistas.
Theravada nos presenta un efectivo sistema para explorar los niveles profundos de la mente hasta el mismo nivel de la consciencia. De todos los objetos de meditación que pueden escogerse para la concentración, yo solo utilizo la respiración, siempre accesible y representante del ciclo de interacción con el universo del que somos parte. Observándola, observo también los cambios que ocurren en todas las experiencias físicas, sentimientos, percepciones. Estudio mis actividades mentales y fluctuaciones en la atención: todos estos cambios están ocurriendo perpetuamente en cada momento sin pausa, solo hay que verlos, con una trabajada sensibilidad.
La meditación es una actividad experimental. No puede enseñarse como materia escolástica, aunque lo que sé viene del Tripitaka y de los maestros que lo conocen y me lo han transmitido. Es la práctica sobre esas prácticas lo que trae el entendimiento que quisiera alcanzar, aunque soy un ignorante que simplemente difunde información que considera valiosa.
Siguiente, la meditación.