Días 4-10

Bitácora pacífico. 15 junio 2015

Día 4

A la altura del norte de Chile. El viento ya ha empezado a bajar de ángulo y al final de mi turno TWD (dirección real del viento) es 165º. Con el barco (ya tenemos rumbo noroeste), 150º por babor (AWA). Estamos con orejas de burro, la vela mayor está izada con un rizo, la génova recortada y entangonada a babor y la trinqueta a estribor, con la mayor.

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Hemos sujetado la botavara a proa con un preventer para que no golpee con los movimientos de ola, y para evitar trasluchadas accidentales. Seguimos con mar de fondo. Esta configuración de las velas es preciosa.

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Piloto automático activado con ángulo de viento (150º babor). Es decir, giramos con el viento, si el viento cambia, el barco cambia el rumbo con él. Ésto nos asegura evitar gybes o trasluchadas accidentales y, aparentemente, nos llevaría con el viento durante días hacia destino, hacia los waypoints de la ruta.

La temperatura aumenta. Lucas ha visto una enorme ballena que parecía un submarino. Yo, no. :(

Mi primera puesta de sol en turno, bella, pero ocupado con el cabo de la botavara y su as de guía, que no me convencía. Me acuerdo de mis amigas de Valpo y de Santiago, pues me quedan en esta altura de la costa, lejana e invisible (+200 nm).

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* * *

Día 7

Hace ya días que el viento cambió. Rotó al sur y después al sureste; debíamos estar a la altura de Valparaíso, y ya empezamos a sentir los tradewinds que llevan barcos al pacífico profundo. Ya tenemos debajo la corriente de Humboldt. El capitán decidió neavegar, al tener viento en popa, con orejas de burro, bonita configuración del velamen con buenos ángulos para cazar el viento, aunque la ola nos mantiene de lado a lado todo el tiempo, lo cual se hace pesado hasta para dormir.

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Hemos empezado a trasluchar (gybe) cuando nos salimos mucho de ruta con un rumbo, pues el viento siempre está detrás. El tangón (la barra que sujeta la vela de proa desde el mástil, en el lado y forma que interese) está por alternativamente por lo tanto a babor o estribor, y el resto del aparejo correspondientemente. Cuando trasluchamos y tengo que pasar el tangón por detrás del estay de la trinqueta, a un lado o a otro, y engancharlo en la otra escota, creo que se me va, pesa infinito.

Lucas ha empezado a barnizar la escotilla de tripulantes. El barco está mantenido brillante y reluce en las puestas de sol. La mayor está toda izada y abierta, no cabe en la cámara de fotos. Los vientos son suaves.

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Tengo turno de mañana, mi excel funcionó, son ricas las mañanas, mucha luz, aunque echo de menos las impresionantes estrellas. Se ven demasiado bien, como nunca, hasta que llega la luna.

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Día 8

El agua está más azul que nunca, muy marino. Debe ser el sol.

Deben ser espejismos, pero creo ver partes azul turquesa en la distancia.

El mar está un poco rizado, algunas olas rompen sus crestas dejando una mancha blanca en el azul.

Me puse los auriculares, escuché Tom Yorke y después llegaron mis canciones favoritas del viaje, siempre en el giga del minúsculo y antiguo reproductor. Ahí algo genial pasó.

Estaba absorto en la música, fipando, mal hecho, porque hay que tener el oído en todo el barco, sonidos raros, cabos sueltos, velas que flamean o empiezan a hacerlo, alarmas de la sala de bombas… Que no se entere el capitán. De repente me dí cuenta de que llevaba demasiado tiempo sin mirar alrededor, costados y popa. Solo miraba a proa.

Una de esas pequeñas gaviotas me hizo despertar quizás, y pensé que tal vez me estaría perdiendo ballenas. Algo que no sé explicar me hizo mirar a babor, y allí estaba, allí tenía, a 150 pies, la parte superior de una ballena enorme y muy negra. Exhaló sus vapores y volvió a sumergirse. ¿Qué me hizo mirar a babor en aquel corto instante?

Durante la siguiente hora pude ver varias ballenas por todas partes, allí donde chorros de agua subían de entre las grandes olas. Nos adelantaban diagonalmente hacia la amura de babor. Una pequeña pasó por debajo.

* * *

Día 10

Ya no hace frío. Estamos llegando a la latitud 20º y casi no hace falta abrigo, excepto en la noche. Es un increíble ascenso desde la latitud 40º de Valdívia. Nos movemos 24×7, claro, aunque la velocidad real sea baja. A mí a veces me parece que podríamos llevar a alguien haciendo wake o ski, la espuma cortada pasa por los costados veloz… Pero ha de ser una ilusión.

El Zanzíbar hace fácilmente 8 nudos con un viento normalito. Es una buenísima velocidad, pero son simplemente unos 15 km/hora. Y la media no llega a 8. Queremos ver constantemente en los repetidores 8 nudos SOG (speed over ground, movimiento absoluto monitoreado satelitalmente, no sobre el agua) para llegar a Polinesia a tiempo, en los 25 días ETA estimados, pero no es muy realista. Si no llegamos a 8 nudos tardaremos más, si hacemos 10 tardaremos menos. 8 nudos son casi 200 millas naúticas al día. La distancia DTW (distance to waypoint) total son unas 4500 millas.

El récord logado está en 16 nudos SOG con 30 nudos de viento real TWS (true wind speed).

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