El agujero de América

3 febrero 2014

Es el momento de enfrentarse a Sudamérica. De las opciones que tenemos para llegar a Colombia, la de cruzar el Darién a pie es un gran reto y la más motivante. Pero debido a su seriedad y riesgo, queremos hacer un buen estudio antes de lanzarnos a la jungla. Brandon el americano, Scott el australiano y yo (tres barbas que se han encontrado en el camino y han hecho gran amistad) estamos dispuestos a arriesgarnos, pero queremos hacer una incursión previa en la zona, hablar con locales, preguntar a las fuerzas militares… contemplar las posibilidades reales, encontrar un SI o un NO. Y, de paso, probar; acampar en este tapón del continente americano que nadie cruza; perdernos en la jungla más temida del mundo sin dejar rastros que pudieran llevar a bandidos hasta nuestro paradero, catar unas noches el vacío del mismísimo Darién, y sus misterios.

El Darién es una densa selva húmeda tropical, muchas veces impenetrable, que separa Panamá de Colombia en la conexión entre Centroamérica y Sudamérica. Predominan árboles de 30 a 40 m de altura (marías, cedros, tangarés, bongos, espavés) con denso follaje en la copa, lo que produce un verdadero techo en la selva, manteniendo en su interior una constante penumbra en la que crecen enormes filodendros, plantas epífitas y parásitas, así como fuertes lianas que cuelgan o se retuercen en torno a los árboles contribuyendo a hacer más dificultoso el paso a través de la vegetación.

Todo ello es refugio de muy diversa fauna de todo tamaño, desde la danta gigantesca al oso hormiguero, monos de diversos tipos y especies, reptiles (muchos de ellos venenosos), mosquitos, gegenes, chitras, arañas, escorpiones, etc., a menudo transmisores o vectores de enfermedades tropicales (dengue y tuberculosis han tenido aquí permanencia).

Por las mañanas se ve salir de estas selvas grandes masas de vapor de agua que se elevan para volver a caer en forma de copiosas lluvias. El excedente de agua discurre entre la vegetación buscando las grandes corrientes fluviales, ríos que han atraído por la pesca a los indios Chocóes desde Colombia. Los Chocóes han sido enemigos irreconciliables de los cunas que habitaron en el pasado en el Darién, pero que con el tiempo fueron desplazándose hacia el Río Bayano y el archipiélago de San Blas, lugar paradisiaco cuyas islas de coral y costas pobladas de cocoteros son para ellos la Tierra Prometida… y para mí también, después de una reciente cruzada que ya escribiré.

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La región del Darién ha funcionado históricamente como una barrera natural entre ambos subcontinentes. No existen vías de comunicación terrestres, y la famosa carretera Panamericana, que llevo disfrutando a trozos por todo Centroamérica ya diez meses, y que se alarga verticalmente por todo el continente, conectando Alaska con Chile, se acaba de golpe curiosamente en un poblado semiindígena llamado Yaviza, creando así un hueco al que llamamos Tapón del Darién. Existen, obviamente, intereses internacionales en mantener este agujero cerrado, y otros en abrirlo. El gobierno panameño ha reiterado en varias ocasiones que no tiene intención alguna de abrir, si bien Colombia prevé una construcción hasta Palo de Letras en Chocó, como conexión con Panamá. Personalmente creo que es un milagro que a estas alturas exista un tapón como éste en el mundo, impenetrado e inexplorado, y conocer el final de esta carretera y explorar hasta donde mi instinto integral me dejaba era muy atractivo. Si la abren algun día, lo que va a subir por ahí a EEUU no lo sabemos ninguno.

Aunque la zona está considerada como peligrosa, eso no quiere decir que Yaviza sea un pueblo frío o escalofriante. Estaba lleno de vida, niños, los pobladores eran amables y sonrientes, y el lugar bastante apetecible incluso para unas vacaciones. Apenas llegan turistas, es más auténtico, y las gentes, que hablan franco y sin la obligación de meternos miedo (como los militares) nos instaban a bajar al sur en lancha o andando con inocencia y buena voluntad, lo que nos animó bastante.

El chucunaque a su paso por Yaviza

El chucunaque a su paso por Yaviza


Casa a las afueras

Casa a las afueras


Después de una de las repentinas lluvias

Después de una de las repentinas lluvias

Caminando por los senderos y hablando con los habitantes (gran mayoría de raza negra fuerte) aprendimos mucho sobre ellos y sobre el lugar. El puente que dividía en dos el pueblo sobre el río Chucunaque era nuestro lugar favorito, podíamos ver todo, incluyendo comerciantes.

La sabiduría de esta gente queda reflejada en estas palabras

La sabiduría de esta gente queda reflejada en estas palabras

Pero los peligros del Darién no son sólo animales o geográficos. Ya lo he dicho, el hombre es nuestro peor enemigo. Mis charlas con locales me hacen saber que los mismos locales de la zona son en muchas veces el veneno, pues muchos turistas que quieren cruzar el Darién nunca aparecen y ellos mismos creen que los guías acaban con ellos o los raptan para pedir rescates. Un hombre viejo me explica que cuando interrogaron a un guía que se adentró con un canadiense del que nadie ha vuelto a saber desde que salió de Pinogana, éste contestó que él había dejado al hombre en el otro lado sano y salvo… pero, ¿hasta dónde creerle? ¿Sería raptado por otros hombres después de dejarle, o nunca llegó a cruzar? La desconfianza crece.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) también ocupan la zona en el lado de Colombia, y ellos junto con otros guerrillas armados en la zona incrementan el NO que estábamos buscando (in)conscientemente. Para colmo, hicimos contacto con SenaFront (fuerzas especiales militares panameñas para el control de fronteras, con fuerte y obvia presencia en esta región) para que nos asesoraran y nos tuvieran registrados por nuestra propia seguridad en caso de ocurrir algo durante nuestra expedición, y nos cerraron completamente las puertas: nos pedían un permiso para seguir avanzando, expedido en Panamá, y nos vigilaban, excesivamente…

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Con todo esto, varios razonamientos, el olor a peligro y además una promesa que hice antes de partir, la decisión mía y la de mi compañero Scott fue que para cruzar el Darién hasta Colombia necesitábamos mucha más seriedad, mucho entrenamiento, un mes de preparación física y psicológica, un estudio íntegro del mapa con cada río y cada laguna, planificación exacta día por día, equipo del copón y un guía con una confianza como la de un hermano. Es decir, No, no esta vez, aunque no quita que alguna vez en el futuro vengamos con este objetivo. Me parecería la manera perfecta de llegar a Colombia en este viaje y el recuerdo más intenso de mi vida probablemente, pero mi instinto hablaba claro.

El estudio local ha concluído.

El estudio local ha concluído.

Nos conformaríamos con unas noches en la incomparable jungla del Darién.

Próximamente…

Escondidos en el Darién!

5 comentarios en “El agujero de América

  1. parcero que bueno saber que consultaste mucho para no entrar por la selva me alegro que este bien y cualquier cosa consultame yo te ayudare desde aqui ya sabes si algo en mi casa en colombia te quedas puertas abiertas siempre l}mis mejores deseso y buen viaje

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