Momentos Nicas

2 Diciembre 2013
Vuelta a Nicaragua (presente)

Me costó despedirme de Walter.
Me ofreció un día más en su morada, y yo a cambio le regalé una tortilla de patata española, que disfrutamos con unas birras la última noche. Pero me esperaban otras aventuras nicaragüenses que ya iba necesitando.

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Nicaragua es rico. La buena vibra recibida desde que entré no era coincidencia. Sus gentes son risueñas, educadas, agradables, humildes, sin ambición, acogedoras, honestas y nada envidiosas. Y felicianas. Esa riqueza. Es barato, mucho, nunca han intentado timarme desgraciadamente por guiri como antes, no se molestan en intentar cobrar más y poner cara de póker al decir un precio a un turista: el precio es el que es, y punto. Y si vienen turistas, pues más dinero, pero no se cobra más. Esa honestidad. Tampoco me dejo, y pregunto el precio de las cosas antes a los demás. Peligroso podrá ser en ciertas zonas y a ciertas horas, como todo. Pero siempre me advierten de los peligros y aconsejan muy sinceramente, como ayer, que un hombre me pidió que si me querían parar en un paso cuando volvía de noche en bici, pasara corriendo sin parar, pues me iban a vaciar. Como y duermo pobre pero gasto menos de dos euros en comer y unos cuatro en dormir. Hoy un ferry me ha cobrado un euro y pico. Se puede dormir gratis en lugares a cambio de colaborar o ser voluntario… y además tiene lugares con movimiento y diversión como Granada u Ometepe. Nicaragua reúne todos los requisitos que busca un mochilero como yo.

Algunas vivencias después de Walter, serían, por ejemplo, un niño y yo caminando juntos fuera de Estelí, pidiendo ride, por unas montañas, compartiendo unos bananos que había cogido prestados de la camioneta que me llevó antes. El gracias que decía cuando bebía de mi agua o tragaba los bananos era muy peculiar. Y sin embargo, gracias a él, conseguí que una furgoneta de pago nos llevara gratis, pues les dije que llevábamos caminando mucho tiempo y el niño estaba cansado.

En Jinotega, un policía aburrido se entretenía llevándome por los alrededores del lago Apanás, inundado, en su moto. Otro tipo agradable y servicial que, orgulloso de poder enseñar su país y pueblo a un curioso turista, y aún ante las miradas de extrañeza de todos sus amigos locales, inconscientemente saca a la policía nacional del agujero en que la habían metido ya los rumores para mí.

No he pagado prácticamente dinero por viajar, y nunca he esperado más de media hora en carretera para que me llevasen en coche de aquí para allá: el mejor país para autostop hasta la fecha. Recuerdo la llegada a Matagalpa, ciudad en las montañas, en lo alto de un camión de reparto, habiendo pedido el ride por la carretera antigua desde Jinotega (muy recomendada por locales) y que celebré corriendo a lo alto de una calle empinada para ver al sol, aunque fuese entre cables. Después, confiando mi cámara a unos emocionados chavalines, va el más pequeño y tira su foto, bonita e inesperada.

Llego al pueblo natal de Rubén Darío, con historia poética, y conozco su vida brevemente, en su casa, además de ciertos poemas. Nos une el viajar, quizás la sensibilidad por la naturaleza.

No es un pueblo feo, ya empiezo a ver numerosas casas con teja, que aumenta la belleza general, y algunas calles que se salvan, con casas bajas, de pueblo, pero bonitas. Tampoco es que haya mucho más que hacer en el lugar, más allá de pasear, buscar un café decente y salirse del pueblo a las afueras, por si los ríos, por si las vistas.


Casa de Rubén y calle de su pueblo

Pero si es un pueblo demasiado pequeño y hube de enfrentarme a la pandilla local para poder pasear tan tranquilo como uno de aquí. Fue todo un éxito: pasé de una noche aburrida a la más divertida y surrealista. Les dedico un post a parte, venga. Pero de momento, va algo de Darío:

Tú, que estás la barba en la mano
meditabundo,
¿has dejado pasar, hermano,
la flor del mundo?

Te lamentas de los ayeres
con quejas vanas:
¡aún hay promesas de placeres
en los mañanas!

Aún puedes casar la olorosa
rosa y el lis,
y hay mirtos para tu orgullosa
cabeza gris.


(fragmento de El Otoño)

…Y así va transcurriendo Nicaragua.

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