Pepón el trailero

24 agosto

Así que decidí largarme a Chiapas. Una vez rediseñada la mochila podía reencontrarme con mis amigos en San Cristóbal de las Casas, aunque fue difícil dejar Bacalar: es la tercera vez ya que debo plantearme en el viaje si sigo o me quedo una temporada en un sitio. El primero fue la casa de la familia jamaicana, el segundo fue en San Ignacio, Belice, haciéndoles una web por vivir con ellos en la granja, y el tercero este hombre del hostal que me dice que puedo ayudarle en algo parecido (web y recepción) y a la vez aprender vela a fondo en la laguna. [!!!]

No obstante, mi corazón dice que es pronto para quedadas y quiere ver más.
Empecé a hacer dedo tarde, como a las 14pm, y conseguí un par de rides cortos; uno, un salao de esos que te preguntan algo y cuando estás respondiendo dicen -éhh?- y se ponen a hablar de otra cosa. Otro, sólo decía sí o no con la cabeza y no conocí su voz.
Y el tercero no llegaba y era casi de noche, llovió algo, me mojé algo, los trailers me dicen que no pueden porque llevan micros y sensores en los asientos para que los jefes comprueben que no llevan a nadie. Toma ya. Me habían dejado en un sitio raro y más adelante había un control militar al que debía llegar porque sería más fácil enganchar allí, me dijeron.

Caminé y ante un recibimiento extrañado por mi aparición en la oscuridad y el silencio, mostré mi lado más sumiso y cordial al ver que querían inspeccionar mi mochila. Español. Un par de coñas, les saco una sonrisa, y al minuto, el más jefecillo, me ofrecía casarme con su hermana, cuyo marido la había abandonado. Los demás se ríen con holgura y quizás con peloteo. Después de un rato así se para un super trailer, yo ya lo descartaba, pero éstos amables hombres lo revisan, y me consiguen el ride con nada más y nada menos que…

Pepón el trailero.

Este hombre no tiene desperdicio. Además de majo, majo, amable y educado, alegre y divertido.
Nos quedaban a los dos muuchas horas hasta el lugar donde me dejaría. Una noche interminable de radio, risas, hablar, y hablaar.

Aprendí tantas cosas sobre los traileros! Pepón dice que tienen una mala reputación tremenda, que el noventa y pico de traileros van pasados hasta las trancas de estimulantes y a veces drogas como peyote. Los accidentes habían aumentado. Ellos odian a los autobuseros, porque hacen lo que quieren, nunca quitan las largas, y chulean. No muchos quitan las largas, pero comprobé la chulería de la que hablaba, cierta. Temerarios. Doblan el foco derecho hacia arriba para tener siempre una larga, que engaña, y guiña. Sí o sí.

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El sinfín de controles en el camión me entretenía, y la decoración -o tunning- de éste era curiosa. Cada camión lleva unas luces de galibo y puede ser identificado por amigos. Hacen comboys a ratos y van charlando de cualquier cosa. Se avisan constantemente de sucesos o peligros en la ruta por su canal. Colocan ramas un tramo antes de algún marrón para avisar. Aman sus camiones y los tienen pulcros como un coche. Quedan para cenar. Y toman cosas.

Paramos pronto a cenar con un trailero que se cruzaba. Pepón cubre la línea DF-Cancún con productos lácteos, y sus compañeros se cruzan. Si una empresa quiere transportar cosas y el tiempo son 3 días -ojo al tamaño de México-, pero un transportista dice que lo hace en un día, ése se lleva el curro.
Ésto ocasiona que los traileros tomen estimulantes. Pastillas de colores, vitaminas, y -me confiesan- anfetamina. Presencio en la cena cómo un desodorante de axe falso, que se desenrosca a la mitad y contiene cositas, es abierto, y su contenido es engullido por alguien, con coca cola, de postre.

El pobre Pepón no dormirá hasta que llegue a casa, no lejos del DF, al día siguiente, tarde. Su mujer e hijo le echarán de menos, porque si al llegar y descargar le sale carga, se va de nuevo del tirón a Cancún. A así, sin parar. A veces Pepón dormía dos días seguidos. Normal que tenga algún problema con la mujer.

Me molan las camas de detrás, en la cabina, para dormir o lo que sea, y me impresionaba el sinfín de movimientos que hacía Pepón con las manos para tocar y encender y apagar luces exteriores en mensajes que significaban algo para los demás. Por ejemplo, al adelantar a grandes, el adelantado da unas luces especiales que significan ‘puedes volver al carril, tu culo ya me ha sobrepasado’, a lo que Pepón contestaba ‘gracias por eso’, con alguna otra combinación, con gran maestría. Había estudiado diseño gráfico.

El camión tenía una palanca de marchas, no sé qué burrada de tecnología, que con leves toques cambiaba, dejando las primeras sólo un segundo y desarrollando más bien las largas, tenía como 21 velocidades.

Si Pepón se mea, no hay problema. Se pone a unos 20 km hora en una recta (no hay tráfico casi) y mea desde la puerta. Qué crack que era.

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Qué buena persona y cómo me ayudó, qué cariño le cogí. A veces me quería dormir pero no podía hacerle eso a Pepón. Me quedé toda la noche en vela aprendiendo sobre esta peña, y es lo menos que podía hacer por esa gran ruta cubierta, y gratis.

El siguiente sonido capta la cabina en algún momento de la madrugada.
Qué recuerdo. Hablar por hablar y mantenerse despierto.

En el lugar de dejada, el comboy completo se para para dejarme allí. El último rato hemos venido de radio con unos camiones que nos preceden, y ya me conocen como Dani el nosequé , que le llaman al copiloto. Hubo risas. Cada radio es tuneada para dar un sonido propio cuando se habla, y asocias voces con su sonidito y distingues mejor a los interlocutores.

Nos damos un abrazo y Pepón me lanza objetos para sobrevivir esa noche hasta San Cristóbal: agua, galletas. Todos los consejos y cuidados, se vuelve a parar y me dice que olvidaba indicarme que la gasolinera donde estaba tenía travelos, que me anduviera a la que cae.

Hoy con Pepón intercambio mensajes de vez en cuando con cariño y él me busca compañeros que puedan moverme en mi ruta.

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Al rato, al alba, consigo el antepenúltimo ride. Claro, quién va a levantar a nadie en esta gasilonera, de noche? Éste hombre lleva un camión de obra a una construcción en Palenque, que cuanto más pronto, más curro se pilla y más se gana. Quiero dormirme, pero el camión es del 74 y parece que explota. Y el camionero, como es de esperar, quiere hablar. En fin.

Pues verá, soy español, vengo de bla bla bla..

bla bla…

Palenque. Sol sale, me quedan 4 horas, pero de 2 tramos y 2 horas cada uno.
Espero al primer colectivo, me tomo una torta, lo agarro, éste lo pago, ya es bien barato y así nadie me pregunta de dónde vengo. Montaña y curvas: 0 dormir, 15% batería física.
Segundo. Me duermo hasta con curvas que partes el cristal con la cabeza. Pero me despierto con frío! Por fin estoy en las montañas de Chiapas!!!

Quiero una cama y una siesta. Pero son las 10, huele a panadería y café rico, y San Cristóbal de las Casas tiene una estampa potente entre las montañas.