Coppelia, la más famosa heladería de Cuba y la Habana, cumple ya muchísimos años…. sin fresa ni chocolate.
Ésta enorme heladería ha sido icono en el Vedado de la Habana, en la calle 23, durante generaciones de cubanos. Es casi imposible que haya habaneros que no tengan alguna historia o un recuerdo agradable relacionado con esta monumental heladería. Se recuerda con orgullo su inauguración y la gran gama de 26 sabores riquísimos que daban por el 66. Calidad y barato. Cincuenta centavos costaba una bola de coco almendrado o de crema de vie y un peso, una Copa Melba (helado de vainilla con una tajada de mango, sirope de fresa y altea). Se vendieron más de 3 mil tinas de helado y durante las doce horas que estuvo abierta, las colas fueron de varias cuadras.
Cuando visito Coppelia hoy, sigue habiendo la misma cola que entonces. Pero ésta vez es sólo por el precio. A un peso nacional o dos la bola, sigue con éxito, pero las caras y comentarios de los clientes son otra historia. Todos recuerdan los buenos tiempos. Un anciano señor super educado, junto a mí en la cola, me da conversación y me cuenta con risas pero con tono pesimista, cómo con pena el cubano hace la cola para ver que sólo ofertan 2 sabores, y nunca los que se quieren, como almendra o moscatel, fresa o chocolate. Y además, por la escasez de leche barata, aguados.
Cuando conseguimos un sitio con paciencia, se acaba sus helados en 3 coma, como un chaval. Yo no he comido ni una bola y se me derrite, no valgo para esto. Cuando tenía tu edad… dice.
El Coppelia con mi sitio libre:
La camarera me dice que vigile mi monedero por la mujer que tengo al lado, una anciana que se ha sentado pero no acaba de pedir ni consumir… sospechosa. Además me dice que ‘qué bien viajar como yo, quién pudiera’ pero en seguida se retracta y dice ‘pero hablemos de cosas buenas y no malas’.
Nuestros vasitos de agua y nuestros platitos de helados:
Para colmar la visita al Coppelia, entre quejas de cubanos que ya no pueden tomar fresa ni chocolate, encuentro el siguiente escrito del amado Fidel, en una columna, como es común: