Revolución

Abril 2013

“Soñamos días de mañana
que nunca llegan.
Soñamos una gloria
que no deseamos.
Soñamos un nuevo día
cuando ese día ya ha llegado.
Huimos de una batalla
en la que deberíamos pelear.

Y sin embargo dormimos.

Esperamos la llamada
sin adelantarnos a ella.
Basamos nuestras esperanzas en el futuro
cuando el futuro no es más que vanos proyectos.
Soñamos con una sabiduría
que evitamos cada día.
Llamamos con nuestras plegarias a un salvador
cuando la salvación está en nuestras manos.

Y sin embargo dormimos.

Y sin embargo, dormimos.
Y sin embargo, rezamos.
Y sin embargo, tememos.”

(Kleinbaum)

Con estas palabras se podría contestar al por qué que mucha gente me pregunta. Por qué el viaje, por qué el nombre de este blog… son palabras que hablan por sí solas.

¿Alguien se ha dado cuenta -realmente, digo- de cómo pasan los años?
Nos pasamos la vida sin hacer cosas que nos gustaría por miedos e inseguridades.
Tenemos miedo a la no-calidad-de-vida, a separarnos de nuestras familias y amigos, al peligro, a la enfermedad, a la soledad: no sabemos estar sólos.
Inseguridad sobre nuestras capacidades ante lo desconocido: no confiamos en nosotros mismos, cuando somos muy capaces y tenemos un potencial animal, oculto y brillante, que hemos olvidado con la comodidad, y creemos que no podemos despertar.

Pero se puede. Basta con tener un poquito de fé y de revolución dentro.

También hay otros despertares: puede ser que el nombre del blog sea algo reivindicativo, pero es que hay mucho que reivindicar ahora mismo. La situación que dejo en España es avergonzante, y es triste avergonzarse de tu propio país, como es desesperante saber que formas parte de la mentira  e incompetencia global, saber que al final sí, sí que les vas a pagar TÚ la crisis, los desastres y las corrupciones, durante toda la flor de tu vida, a ellos. A los hombres grises, que seguirán haciéndolo, volverán a hacerlo.

Sé que lo más valiente quizás sería quedarme a luchar por cambiarlo, al fin y al cabo adoro mi país. Pero no, ya he visto lo poco que se nos deja hacer, hasta dónde se nos deja llegar y lo controlados que estamos. Nah, mi corazón ahora me dicta renunciar a un futuro que ya conozco, a un futuro que ya he visto.

Lo palpé sobre mis manos, lo ví. Un buen trabajo, crecimiento profesional, buenas condiciones, mi casa, mis caprichos … en definitiva, estabilidad. Esa estabilidad que tanto añoran muchas personas con menos suerte que yo, y con la que se conforma la mayor parte. Tenía prácticamente todo resuelto… y sin embargo no pude soportarlo. Me entró vértigo, tuve la sensación de que sería una vida gris y previsible. Si, quizás dinero, casa. Un coche… una familia.

Pero gris, incompleto, infeliz.

En ese futuro (y en un reciente pasado) paso horas cada día en transporte público yendo a trabajar y estoy fuera de casa desde que me levanto hasta las siete u ocho de la tarde, hora en que sólo tengo tiempo ya para hacerme la comida del día siguiente en tupper de microondas y a la cama que mañana hay que madrugar. Olvídate de ocio, serenidad, leer… O eso de «tener» hijos estresadamente en una ciudad, que parece una misión más que otra cosa.

Y eso es todo? Ya?
Y así será siempre?

Hemos llegado a un punto de conformismo e inconsciencia colectiva, de dejar que tantas cosas sigan mal, que me cuesta entender. Quiero ver otras opciones. Necesito un bálsamo de cordura entre tanto despropósito… Así que contra todas esas cosas, surgió mi revolución personal. La renuncia a esa seguridad que me prometía comodidades el resto de mi vida, lujos, consumo infinito, disponer de miles de cosas que no necesito, que me quitan más presencia en mis días.

Abandono una vida ‘dulce’, maravillosa comparada con tantas otras vidas duras del mundo, y he saboreado su dulzura, es fácil ser feliz si sabes conformarte con lo que tienes. Pero faltaba algo, si elijo esa opción dejaré para siempre algunos propósitos de mi vida… y eso es traición a mí mismo, infidelidad… y uno ha salido fiel.

Tal vez aún no estoy preparado, necesito Ser un poco más. Soy un Peter Pan de mierda, lo sé. Unos me llaman valiente, otros loco. Pero nunca estuve tan seguro de algo:

Lo dejo todo.
Yo, me largo.