Abril 2013
Hay cosas en la vida que sólo de pensarlas te hacen sentir bien.
La inocencia e irresponsabilidad de momentos de la niñez, un recuerdo mágico, o tus sueños.
Yo llevo toda la vida teniendo algo en la cabeza que es inexplicable pero que me hace sentir muy, muy bien: es como un aroma de algo que siempre he deseado sin saber de qué se trataba. Está formado por recuerdos de mi infancia pero conectados con algo más maduro que se corresponde con este momento de mi vida. Con un papel que he de interpretar, fuera de lo cotidiano, libre y salvaje; se cruzan ahora así mi niñez con un tarzán que llevo -todos llevamos- dentro.
Pues bienvenido ese momento que llega no tan por sorpresa. Yo soy de sueños y mi mente de creer en ciertas cosas, como un número que te persigue, el número 33, mi número de la suerte. Así que siempre dije que a los 33 me pasaría algo muy gordo o yo haría algo grande.
Hoy tengo 32 años y quiero hacer posible ese sueño, oler ese aroma por fin, de verdad. Quiero cumplir 33 y estar respirando vida. Saber que si tuve sueños, por raros e imprecisos que fueran, intenté traerlos a la realidad, y olerlos.
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