Abril 2014
Pues estoy en Venezuela. Tras cruzar nada más y nada menos que el Orinoco, que, en esta parte, sirve de frontera con Colombia.
Yo no sabía que el nombre de Venezuela, este precioso diminutivo, viene de Venecia. Alonso de Ojeda, sobre el año 1499, estaba en la primera expedición que recorrió el país. Después de pasar por la península de Paraguaná llegó al golfo de Coquivacoa (Golfo de Venezuela), y allí quedó muy impresionado con las casas de los indígenas que estaban construidas sobre estacas, en medio del agua, de forma que recordaban en algo a la ciudad de Venecia. Es por ello que denominaron el lugar Venezuela, o Pequeña Venecia. En esa expedición también se encontraba Américo Vespucio, quien por su parte dio origen al nombre de América.
Puerto Ayacucho, al cruzar el Orinoco desde Colombia, no es precisamente como aquel golfo. Pero me gusta la población negra que ya mismo detrás de la frontera va apareciendo. Con su habla venezolana, de entrada tiene alegría y humor. Otra novedad es la carretera: un montón de controles policiales de risa molestan a los conductores contínuamente. Si encuentran cualquier cosa, y la encuentran, especialmente a los turistas, pedirán dinerito para hacer la vista gorda, y mejor que no te niegues. La ventaja de que la gasolina sea «gratis», y he estado a punto de no poner comillas, porque cuesta mucho menos que el agua, céntimos, ridícula, se ve descompensada por los controles molestos policiales. A veces he visto controles sólo para ver, cerca de las fronteras, que nadie trafica con gasolina … Pero si lo haces, está todo bien. Sólo colabora un poco con el agente de turno, que necesita su dinero. Uno de los trabajos más apestosos pero a la vez más resultones y deseados del país: policía, militar, ó cualquier cosa con algo de autoridad… para poder ser sobornado.
Sigue leyendo