Twilight tarn hut

Tasmania, finales marzo 2016

Fue en aquellas mismas montañas de Tasmania donde pasé la noche en el refugio de las grandes aves negras donde me encontré otro refugio que llenó una mañana de magia.

Descendía de laderas donde la vegetación era bastante desconocida para mí, delgados árboles como arbustos estirados, rocas musgosas y millones de charcas y lagunas preciosas cuya agua era cristalina pero demasiado fría para admitir vida visible. Nubes densas corrían, también aquel día, transversalmente, helando mis manos. De pronto, aparecí, por debajo de la altura de nube, a un lugar más seco donde por fin llegaba el sol y podía ver un gran valle frente a mí, me sentí reconfortado.

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Poco más tarde llegaba al refugio, solo y aún frío. Buscaba ese cobijo que dependiendo del tiempo y de los planes puede durar 10 minutos de calentarse las manos y tomar un snack o dos horas de cocinar, comer, leer y hasta dormir. Pero allí fue como un sueño, una inesperada dosis de silencio y observación cautelosa, un viaje en el tiempo.

El tarn hut fue usado en tiempos de colonos que se divierten con los nuevos territorios como base de ski. Ahora pobladas las laderas de árboles altos y maduros, en algún punto han debido de estar planas y verdes admitiendo la nieve como forma de entretenimiento. El refugio está también en mal estado, pero inconcebiblemente, mantenido exactamente como hace casi 100 años.

No sé si me chocó más esto o la forma en la que esquiaban en esa época. Qué paciencia! Qué ropas, qué botas, qué skies. La sala principal mantenía la chimenea, cerrada por el desgaste de las piedras y arenas, una mesa, un asiento y la misma forma que en muchas fotos que estaban en una pared de un cuarto, de 1928. Había gente divirtiéndose en iglús, comiendo en el refugio o esquiando: subían la colina a pie y se dejaban caer por unos segundos de gloria, pues era más bien pequeña.

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En aquel cuarto pasé al menos una hora, sintiendo en el silencio de la mañana las presencias de aquellas personas en el mismo lugar, imaginando su paso de fin de semana por aquellos cuartos y sillas. Frascos y latas de comida enlatada, reservas de azúcar, café y otras comidas tal y como habían quedado. Medicinas, galletas, pastillas, aspirinas, utensilios de cocina. Material de esquí: botas de cuero de mujer y hombre, esquies de madera con unas fijaciones que me daba la risa: no podían sujetar una bota con aquellas tirillas, no me lo creo!

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