19 oct 2014 en la puna
-No, no voy a morir físicamente, no aún, espero.
Una de las enseñanzas espirituales de este viaje es aprender a entender la impermanencia de las cosas (recuerden las enseñanzas budistas de Vipassana) y por lo tanto a aceptar nuestra propia muerte.
Estoy contento de sentir cada día que temo menos mi muerte, que ni ella ni yo somos tan importantes y que gracias al desapego a las cosas materiales e inmateriales (ambas impermanentes) uno se libera de su propia carga.
La liberación de nuestro ego es un paso fundamental. Liberarse de nuestro ego es liberarse también de nuestro apego a cosas inmateriales como una postura ideológica o una opinión, o tal vez nuestra necesidad de tener la razón.
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Uno de los sufrimientos más permanentes que recuerdo antes de este viaje es la sensación de estar bien pero no estar completo. Carencia, falta de totalidad. ¿No te ha pasado nunca? Creo que todas las personas que cargan con su ego (vamos, todo el mundo) lo sufren, pero algunas o la mayoría son inconscientes. Para rellenar este hueco buscamos posesiones, éxito, reconocimiento, una pareja o gente especial, pero todo esto es impermanente. El ego quiere su educación, buena apariencia física, habilidades… pero en verdad nosotros no somos eso. Es el ego: nuestra mente y su tiempo. El tiempo, que se acaba, nos hace correr en busca de cosas materiales e impermanentes.
Conseguir renunciar a todas esas cosas es de maestros, iluminados; la mayor parte de la gente nos pasamos la vida solo intentándolo. Pero esa es la muerte de la que hablo: desnudarse de la ropa que en realidad no somos nosotros.
Decir adiós al apego, hola a la impermanencia; entender el sentido de nuestra existencia colectiva y permanente más allá de nuestras vidas terrenales. Entender que la ilusión del tiempo crea a su vez la ilusión de nuestro nacimiento y muerte, entre los cuales la mente y su ego se aprisionan con miedo y prisa, y se sienten amenazados de por «vida».
Esa muerte de la que hablo es entregarse y aceptar.
El secreto de la vida es morir antes de morir, y descubrir que no hay muerte.