A estas alturas, se hace imprescindible hablar de los cenotes. Porque la verdad es que es fuertecilla la cosa.
Los cenotes son básicamente cúmulos o depósitos subterráneos de agua manantial con cierta profundidad, producidos por la filtración de ésta a través de la piedra caliza. La palabra tiene su origen en el vocablo maya tz’onot, que significa pozo o abismo.
Surgieron en cavernas tras los derrumbes de techo de una o más cuevas. He oído decir que probablemente, la gran cantidad de cenotes en la península del Yucatán pueda deberse al estado en el que quedaron las cavernas superficiales de la tierra tras uno o varios meteoritos en la zona: derrumbadas y huecas. Con la acumulación de agua, se formaron estanques que pueden ser más o menos profundos. Los expertos han logrado comprobar que muchos de los cenotes se encuentran interconectados y que tienen salida al mar, lo que permite afirmar que existe un importante sistema subterráneo de maravillosos ríos de agua fresca, de muchos kilómetros de longitud…
Los cenotes pueden ser subterráneos, semiabiertos o abiertos, características que están relacionadas a la edad de la estructura (los más jóvenes mantienen su cúpula, mientras que los más antiguos ya están abiertos).
Para los mayas, los cenotes eran lugares sagrados. Allí solían realizar sacrificios y rituales que se enmarcaban en su cosmología. Hoy en día los cenotes son un gran atractivo turístico y es difícil andar recto en el Yucatán sin caer por uno de ellos. Lo cierto es que no puedes dejar de visitarlos bien sea para verlos, nadar con esnorkel, bucear con tanque, o por qué no, hacer apnea: la combinación más interesante que podría haber descubierto.
Puedo relatar alguna de las aventuras que he podido vivir en ellos, todas son geniales, da igual cómo. El esnorkel y un baño cualquiera en ellos ya son gratificantes, así que una inmersión a las profundidades es ya algo que se te queda para toda la vida.
Vamos a verlo poco a poco, de arriba a abajo, que sabrá más rico. Hoy por fuera, mañana un poco más por dentro. Tal y como lo he ido viendo yo. Lo primero que te llama la atención es sin duda la belleza y perfección del lugar desde fuera. Te preguntas cómo es posible que se haya creado así un lugar tan ideal para tí. Agua fresca y cristalina, peces preciosos y amigables, roca caliza firme que entra en las aguas muchas veces con la suavidad de unos escalones o una rampa naturales para caminar hacia el placer, y otras veces te incita a saltar al vacío azul desde arriba. Ésta generosa roca hace formaciones de manera que existen pasadizos y caminos ahí abajo que puedes seguir y salir por otro lado: el delirio del apneísta. Y todo ello en mitad de la selva, como un oasis para sacudir tu calor tropical.
Lo siguiente que te hace jugar embobado, y una de las cosas más características e increíbles, es la LUZ. Como muchos son agujeros subterráneos, en gran número de ocasiones la luz solar directa sólo llega por algún hueco inesperado, creando una cortina de rayos juguetones paralelos que se mueven al ritmo divino de las aguas y se pierden en el abismo bajo tus pies o bien chocan contra paredes y rocas haciendo un resplandor que te enloquece como si escucharas sirenas. Supones que de aquí han sacado las ideas para representar la luz de los dioses.
Pero los cenotes son cavernas, grutas inundadas con agua cristal. Queda mucho por ver, lo mejor: estás sólo en la superficie. Hay que descender y penetrar en las cuevas vertical u horizontalmente para descubrir como se mantienen intactas estalactitas y estalagmitas allí en el fondo, cómo los peces te tranquilizan diciéndote que allí se vive bien, cómo el poso de los años origina nubes de azufre que puedes atravesar como si volases por el cielo, cómo antiguos árboles ya podridos y plantas tímidas crean juntos jardines, selvas, mundos como los que conoces, pero desconocidos, nunca lo habrías creído.
Muchas veces los cenotes están enmarcados por un bosque de manglares y has de llegar pasando por un tunel de cuento. Los manglares son atractivos desde fuera pero más desde dentro del agua, donde pueden verse las ramas haciendo formas complicadas y peces paseando entre ellas.
El reflejo en la superficie del agua desde abajo es otra importante escena. Simetría mágica, un espejo imperfecto de ese ambiente perfecto que hace de tapadera para que te sientas más aislado aún. A veces, en grutas y con tanque, las burbujas de tu aire chocan contra el techo haciendo un sonido grave y serio, pero cuando miras arriba puedes ver que una gran burbuja se forma encima para reflejarte, y las demás burbujas se unen al espejo circulando y abriéndose paso entre los abruptos relieves de la roca: parece mercurio.
Se oye una frase en mi interior, ‘Esto tiene que ser de coña’.
Próxima entrega: Los cenotes #1: me pongo un esnorkel
Y yo pensando que se trataba de una hasrtada a tacos…ganas de bajar a las profundidades!
Que increíble artículo, que maravilloso lugar, que bien explicado todo, por un momento me he sentido ahí!! Enhorabuena por esta web tan genial!! Seguiré tus pasos por este apasionante viaje.
Qué grandes sois chicos!
Es un momento importante para mí.
Manu fliparás con siguientes entregas de cenotes,
Rodro cenotes y comidotas de tacos ya nos haremos tu y yo, pronto. De momento al agua!
me encanta abrir el ordenador , ir directa a tu pagina , ver que hay un numero mas en mexico , darle al post . . . y disfrutar enormemente con TODO .
ENHORABUENA POR TU DECISION .ESTOY ORGULLOSA DE TI Y SUPONES LA ILUSION DE CADA DIA . BESOS
Esa es mi mamá…
ohhhhh este post aún no lo había leído… impresionante como lo describes… es todo cierto!!!! increible, inigualable, hermoso… por lo poco que he podido ver de cenotes puedo corrobar que así es… yo no hice apnea, pero si los nadé, los esnorqueleé, incluso una vez buceé uno… mágicos los manglares y ver la luz de la superficie desde abajo… es el inframundo, realmente los cenotes son un VIAJE
te queremos Dani!